miércoles. 24.04.2024
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Cuando la economía se convierte en religión (La Economía de Oferta y la decadencia de los republicanos y del PRI-PAN)

"Ojalá el gobernador Márquez algún día comprenda esto"

Cuando la economía se convierte en religión (La Economía de Oferta y la decadencia de los republicanos y del PRI-PAN)

En el más reciente artículo de Paul Krugman (Premio Nobel de Economía 2008) se menciona que la decadencia del Partido Republicano comenzó cuando adoptó la economía de oferta como mantra de su política económica.

Han pasado más de 34 años desde que esta escuela se extendió como una plaga y el efecto no sólo afecta a Estados Unidos, también a México que la adoptó, pero como socio servicial de la nación del norte.

En este artículo lo dividiremos en los apartados siguientes:

  • Cuando la teoría económica se convierte en teoría teológica
  • Definición de la Teoría de Oferta.
  • Los problemas de la economía mundial provocados por esta escuela del pensamiento económico.

¿Cuándo comenzó la economía a hacer análisis con argumentos religiosos?

Desde el inicio mismo de la teoría económica occidental, el  primer analista de la economía en los términos que hoy la conocemos fue Adam Smith Douglas Jr., quien se desempeñaba como clérigo protestante en Escocia.

Este personaje, considerado el  padre de la economía clásica, tiene 2 grandes obras, por medio de las cuales ha trascendido en la historia del pensamiento:

  • Teoría de los sentimientos morales
  • Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones

Adam Smith afirmó que todas las actividades económicas son realizadas con un sentimiento de individualismo puro, y que la suma de los actos individuales es regulada por una mano invisible, que convierte el vicio particular en virtud social.

Como se puede observar, para este clérigo la codicia, envidia, lujuria, gula y demás comportamientos envilecidos y condenados por todas las religiones, tenían una carta de naturalización como bondades.

De esta forma la economía parte de supuestos teológicos, pero poco a poco fue transformándose.

Una parte de los economistas con complejo de clérigos sigue pensando que la economía es una extensión de la fe, pero en el libre mercado, como veremos a continuación.

¿Qué es la economía de oferta?

Para empezar, es la continuación de la economía clásica, de la neoclásica y de la monetarista.

Los clásicos dicen que en el mercado existe un gran número de productores y consumidores, y que ninguno de ellos puede influir en el precio.

  • Que los productos son homogéneos, y
  • Que en el mercado existe competencia perfecta.

Obviamente, con una economía llena de monopolios, duopolios y oligopolios, la competencia perfecta es una ilusión en el mejor de los casos, o una tontería en realidad.

También dicen que la oferta crea su propia demanda, según el economista Jean Baptiste La Say, creador de la Ley de Say, que quedó desacreditada después de que el capitalismo provocó al menos 49 recesiones y depresiones.

Cuando Ronald Reagan y Margaret Hilda Thatcher gobernaron sus naciones, se impuso como credo supremo el Consenso de Washington, basado precisamente en la economía de oferta.

Arthur Laffer y Jude Wanninsky han contribuido a la difusión de esta doctrina, y en materia de teoría económica han rehabilitado la antigua Ley de Say, queriendo dar una nueva teoría sobre el modo de producción capitalista.

El dejar hacer, dejar pasar en el mercado oligopólico constituye la piedra angular de la ideología y del proyecto ideológico político de este enfoque.

Se impuso esta doctrina cuando existía un estancamiento con inflación, fenómeno denominado vulgarmente estanflación.

Se dice que la estanflación y la baja productividad se deben a que el Estado keynesiano (la política económica que salvó de la Gran Depresión y se aplicó hasta la década de los años 80) ha caído en tales excesos, que se ha convertido en un Leviatán.

El Leviatán es un antiguo monstruo marino que encarna el mal. En 1651 Thomas Hobbes aplicó este término al Estado soberano; tres siglos después, se usa para denigrar algo.

Dicen que la inflación es producto del déficit fiscal, que a su vez es originado por una política monetaria de dinero fácil para financiarla.

El estancamiento y las bajas en productividad se deben a elevadas tasas impositivas, que frenan la innovación de las empresas y la productividad del trabajador.

Dicen los ofertistas que las regulaciones del mercado (como leyes antimonopólicas, anticontaminantes, etcétera) frenan la oferta agregada de la economía.

Recomiendan estas recetas:

  • Reducir la elevada tasa de impuestos, particularmente de los ricos (esto es, restregar el Estado impositivo), que se supone reinvierten todo y dan empleo.
  • Eliminar todos los controles y regulaciones del mercado; eliminar el Estado regulador.
  • Imponer la doctrina del libre mercado.
  • Adoptar en forma pura el libre comercio internacional.
  • Finalmente, la política monetaria: la contracción de la oferta monetaria a través de la vuelta al patrón oro.
  • En la misma doctrina, los ofertistas tienen las mismas recomendaciones, con la única diferencia de que el libre mercado no se da en una situación competitiva, sino en los monopolios, para lo cual resalta algunas virtudes innovadoras.
  • El Estado no debe intervenir en la economía.
  • Los individuos imprimen la dinámica al sistema, particularmente aquellos que buscan posiciones monopolísticas.
  • La economía crece cualitativamente, en respuesta a personas que quieren correr riesgos para transformar las ideas en monopolios y los monopolios en industrias: dar antes de saber lo que obtendrán a cambio.
  • El ideal clásico de la competencia perfecta no debe existir, porque conduce al estancamiento.
  • Los monopolios son buenos: cuanto más dinámica e inventiva sea una economía, más monopolios engendrará.
  • El ideal de la competencia perfecta, como el de una economía sin poder empresarial, se traduce en una economía sin innovaciones.
  • La otra diferencia crucial con los economistas clásicos es que los ofertistas desechan el concepto de la soberanía del consumidor, ya que en su visión, la demanda futura –la que estimula el crecimiento- sólo existe en la mente de los productores.

¿Por qué la economía de oferta –aplicada en tiempos de Reagan- fue contradictoria e inconsistente?

Por un lado eleva las tasas de interés y por otro controla la oferta monetaria, con un doble propósito: frenar la inflación interna y fortalecer al dólar como medio de reserva internacional neta de utilidades de las empresas, y fomentar la inversión y, finalmente, la oferta productiva.

Ahí radica lo contradictorio: por una parte elevan la tasa neta de utilidades y por la otra sube el costo del dinero, o sea la tasa de interés, por lo que el efecto en el valor presente de los proyectos es incierto.

Se dice que con esta política se eleva la demanda, lo cual es contradictorio, porque los aspectos centrales de la producción se encuentran en la oferta.

El fracaso de esta política se observó en las crisis de Argentina, México, Malasia, Taiwán, Hong Kong, el estancamiento de Japón, Tailandia, Indonesia, de Corea del Sur, la crisis punto com y finalmente, la gran recesión del 2008.

¿Cómo se aplica la economía de oferta en Guanajuato?

Las autoridades económicas subsidian a las empresas multinacionales.

Les pagan los salarios iniciales, les pagan los cursos de capacitación.

Les pagan la infraestructura productiva; a veces las calles de ciudades como Silao, Celaya, León, Irapuato y Salamanca están en estado deprimente, pero los fraccionamientos industriales tienen buenas instalaciones y seguridad.

Pagaron los salarios del sector automotriz en 2008, cuando quebró la General Motors a nivel mundial.

Como se ve, el gobierno de Guanajuato apoya en forma contundente al capital extranjero, rebajando a niveles de pobreza los salarios, para que no exista un problema social.

Aún no existe un llamado a la protesta porque en Guanajuato la gente es muy agachona, pero tarde o temprano el hambre y la pobreza buscarán superarse por medio de la justicia, que no es más que el producto marginal del trabajo.

Ojalá el gobernador Márquez algún día comprenda esto.