A lo Maduro, a lo Maduro, que se voltee Nicolás de burro

“…estas naciones se han convertido en regímenes autoritarios o de plano en dictaduras, pero no del proletariado, como presagiaba el Dr. Carlos Marx, sino de burocracias parasitarias…

A lo Maduro, a lo Maduro, que se voltee Nicolás de burro

 

El tema de este artículo está inspirado en una canción ñoña que los chamacos de la década de los 60 aprendíamos en los primeros años años de primaria que cursamos en el Instituto Lux.

En esta ocasión, y ante el fracaso del gobierno de Nicolás Maduro, sirve como referencia para hacer una narración crítica de la forma en que un gobierno de izquierda del siglo XXI no debe gobernar.

En América Latina se observan diversos gobiernos que se consideran de izquierda:

  • Brasil de Lula y Ruseff
  • Argentina de los Kitchner
  • Bolivia de Evo Morales
  • Chile de Bachelet
  • Cuba de los hermanos Castro
  • Ecuador de Rafael Correa y de Lenin Moreno
  • Nicaragua de Daniel Ortega
  • Venezuela de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro

De todas estas naciones, sólo Bolivia y Chile han implementado una política económica que ha permitido desarrollar una economía sustentable a largo plazo.

En ambas naciones se ha registrado crecimiento del PIB, inflación controlada y sobre todo, han desarrollado estructuras y funcionamientos que buscan afanosamente una redistribución del ingreso.

Algunos simpatizantes de la Revolución Cubana dirán que ese régimen ya tiene más de 50 años. Ese modelo no es inspiración real de nada, porque la miseria es la constante en las relaciones económicas de los cubanos. Además, la economía cubana es parasitaria a lo largo de su historia (de la Nueva España, de Estados Unidos, de la URSS, de Venezuela).

La política económica en el resto de las naciones ha provocado grandes déficits fiscales y de comercio exterior, contratación de abultadas deudas públicas, estancamiento económico y en casos extremos un desplome del PIB de más del 10%, combinado con inflaciones mayores al 500%.

A nivel político estas naciones se han convertido en regímenes autoritarios o de plano en dictaduras, pero no del proletariado, como presagiaba el Dr. Carlos Marx, sino de burocracias parasitarias.

En todos los casos de las naciones con socialismo en crisis, la acción de gobierno ha estado plagada de corrupción (actualmente existen procesos legales contra Lula, Russef y la señora Kichner, por ejemplo).

Al parecer Venezuela es la nación gobernada por un régimen que se proclama de izquierda, que registra el mayor de los fracasos en la economía y en la política.

Venezuela es una nación que tiene el yacimiento petrolero más grande del mundo, pero también la inflación más grande del mundo, que oscila alrededor del 600% anualmente.

En sentido contrario, el PIB disminuirá en alrededor del 15% al terminar este 2017, situación peor que la observada anualmente en el proceso de terminación de la existencia de la URSS, o en los años de la gran depresión en Estados Unidos durante la década de los años 30 del siglo XX.

El gobierno de Estados Unidos, su principal enemigo identificado, le compra más del 63% del petróleo, lo cual la torna más vulnerable que otras naciones con gobierno identificado con la izquierda.

La nación que más se parece al comportamiento de esos indicadores es Corea del Norte, donde, entre otros indicadores, 900 mil personas murieron de hambre en los últimos 5 años, debido a la mala asignación de los recursos (la inversión y el gasto social son desviados al desarrollo de armamento nuclear).

El gobierno de Chávez desarrolló una política social exitosa cuando existían los ingresos derivados de los altos precios del petróleo, y para ello contrató a más de 50 mil asesores cubanos, que aún forman parte de la estructura burocrática del régimen venezolano.

Desafortunadamente esta política basada en asignaciones de subsidios al consumo de comida, ropa, vivienda, servicios educativos y de salud, no tuvo el tiempo suficiente como para desarrollar una cultura de emprendimiento, para que la misma sociedad con su trabajo generara un ingreso derivado de su trabajo.

Cuando los precios del petróleo se desplomaron, no sólo dejó de haber subsidio al desarrollo social. La estructura de producción heredada de gobiernos anteriores a Chávez estaba en situación decrépita, y en gran parte estatizada, y operaba con subsidios.

Los políticos bolivarianos no desarrollaron una estructura económica propia y se montaron en la existente, previa a las políticas sociales, acompañada de subsidios indiscriminados, que demostró ser muy vulnerable a los vaivenes del mercado petrolero (Venezuela es una economía sumamente petrolizada).

Actualmente el gobierno de Maduro ha logrado tres efectos:

  • Ha logrado polarizar a la sociedad venezolana, sobre todo porque ha permitido que la oposición se una y tenga una desventaja en la acción de la política, situación que Chávez nunca permitió, ya que mantenía a la oposición desunida y debilitada.
  • Ha dado un golpe de Estado técnico al imponer una Asamblea constituyente en la cual sólo participan sus simpatizantes, y ha reprimido las manifestaciones opositoras, incluso con asesinatos políticos.
  • Está generando un narco Estado, manteniendo en un lugar privilegiado en la estructura de gobierno al militar Diosdado Cabello, involucrado en el narcotráfico desde hace más de dos décadas.

Como puede observarse, para que un régimen de izquierda sobreviva debe contar con estructura y funcionamiento basado en una política y economía sensatas, evitando excesos que pueden convertir una nación con futuro, en una nación paria.

En México se dieron dos sexenios infectados con este tipo de males, los de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo.