martes. 23.04.2024
El Tiempo

Del sistema familiar al organizacional

 

"Desde esta perspectiva, las relaciones entre las personas vienen a ser también detonadores precisos, pues a veces el jefe nos recuerda al padre ausente o gruñón al que le tenemos guardado su recuerdito, o el compañero o la compañera nos hacen volver a mirar aquello que más detestamos en el contexto familiar, aquello que nos prometimos no volver a tolerar"

Del sistema familiar al organizacional

Como resultado del trabajo reiterado con empresas y organizaciones, salta a la vista que uno de los aspectos menos considerado en el ejercicio laboral, y aun en la iniciativa empresarial, es el que está relacionado con la vida familiar. Sí, justo así: la vida familiar está detrás de nuestro desempeño en el trabajo, de ella depende nuestra disponibilidad, entusiasmo, pasión, creatividad, descolocación, pasividad y tantas otras cuestiones. ¿Cómo sucede esto? Por efecto natural de un aprendizaje significativo.

Es el efecto natural porque uno vive como vive su experiencia laboral, acompañado por el supuesto de que lo está haciendo bien, de que esa es la manera de hacerlo, y de que uno no está incurriendo en yerro alguno. Lo cierto es que en esos momentos uno solamente pone en práctica la experiencia acumulada hasta entonces en el entorno familiar con respecto al funcionamiento de un sistema. De acuerdo con lo dicho, la familia es un sistema, dentro del cual se espera que sus miembros sean y funcionen como lo que son: si hay un esposo, se espera que sea y funcione como esposo; si hay un hijo, se espera que sea y funcione como hijo. Cuando este orden primordial se rompe o se violenta o e desconoce, por ausencia de uno de los miembros o por su pérdida o por su apartamiento, otro miembro del sistema acude a reemplazarlo, y quizá otro se adhiere al destino difícil. Entonces cada uno de esos miembros aprende, por experiencia, cómo funciona el sistema, qué rol toca desempeñar, y cuál cometido ha de alcanzarse.

Ese es el aprendizaje significativo, esa certidumbre de cada miembro de la familia. Entonces, cuando llega el tiempo de la inserción en el ámbito laboral, la persona llega de la mano de ese saber, con la confianza y la convicción de que saber hacer lo que se debe, por ejemplo: acatar órdenes o resistirse a su cumplimiento, ocuparse solamente de la tarea encomendada o acomedirse a realizar otras, adaptarse al grupo de colaboradores o sembrar la discordia. Una buena cantidad de situaciones adversas, complejas, difíciles, en las organizaciones, las empresas o las instituciones se debe a este aprendizaje significativo, al que se es leal, no importa que uno se confronte con los compañeros, con el jefe, con otras áreas, incluso con los directores generales y la organización misma, o incluso llegue a perder el empleo.

La persona hace visible de esta manera su respuesta, inconsciente, a la situación nueva, laboral, claro, sobre la idea de que así como funcionó antes y en otro contexto, seguro funcionará ahora. Obviamente, cuando estos actos, ideas, conductas tienden hacia lo difícil o lo enrevesado, la persona suele presentarse como inocente. Y sí lo es, pues en la fuerza de su lealtad a lo que aprendió en el sistema familiar, le es en la práctica imposible darse cuenta de lo que está haciendo y a quién está afectando. Basta con imaginar, en lo equipos de trabajo, la confluencia de tantos y tan diversos aprendizajes significativos para mirar con claridad cómo es de difícil dirigir un equipo de trabajo, mantenerlo integrado para acometer las tareas asignadas, hacer de él una especie de puño cerrado que se mueva de una sola vez y con efectividad.

Desde esta perspectiva, las relaciones entre las personas vienen a ser también detonadores precisos, pues a veces el jefe nos recuerda al padre ausente o gruñón al que le tenemos guardado su recuerdito, o el compañero o la compañera nos hacen volver a mirar aquello que más detestamos en el contexto familiar, aquello que nos prometimos no volver a tolerar. Tan solo con estos elementos a la vista ya es posible darse cuenta de la magnitud de la dinámica oculta de los grupos, de la cantidad de estímulos y reacciones que se producen entre las personas de un equipo, de la maravilla que representa una organización eficaz y exitosa, en la que no falta ni la armonía ni la el orden y la jerarquía. Para conseguirlo, es indispensable seleccionar adecuadamente a los colaboradores, o bien emprender acciones tendientes a mejorar el clima laboral, a partir de la perspectiva de las personas, a partir de tomar en cuenta la historia de cada colaborador: si esta se organiza, si se acomoda, lo más probable es que repercuta directa y casi inmediatamente en los resultados laborales.

¿Pero quién quiere hacerlo? A juzgar por la evidencia, hoy son muchas las organizaciones que están virando su mirada hacia este universo, precisamente: el mejoramiento laboral a través del crecimiento de las personas. En cuyo caso, uno como persona puede comenzar el proceso a la voz de ya, pues todo instante es bueno para comenzar a mejorar.