Superficies de contacto entre generaciones

"...lo transgeneracional, entendido como la fuerza, el impulso, la influencia, procedente de nuestros ancestros, que moldea nuestro ser y nuestro estar en el mundo, con base en la necesidad profunda que sentimos de pertenecer a nuestro grupo primigenio..."

Superficies de contacto entre generaciones

 

La vida en su diario transcurrir parece una corriente homogénea, en la que no faltan los sobresaltos, es cierto, pero en la que no siempre se advierten con detalle los diversos componentes que le dan forma. Allí están por ejemplo las cuestiones relativas a transgeneracionalidad, a lo intrageneracional y a lo intergeneracional. ¿Cómo se entrelazan en lo cotidiano, cómo su influencia trae consigo resultados, es posible percibir su movimiento?

Claro, la respuesta es múltiple, sin embargo puede intentarse desglosar un poco este amasijo. De entrada lo transgeneracional, entendido como la fuerza, el impulso, la influencia, procedente de nuestros ancestros, que moldea nuestro ser y nuestro estar en el mundo, con base en la necesidad profunda que sentimos de pertenecer a nuestro grupo primigenio, y en la lealtad amorosa que profesamos hacia quienes nos dieron el ser. Por este camino vamos convirtiéndonos paulatinamente en un miembro de nuestra familia, con las características que corresponden a la misma, con una historia que hace sentido a la de nuestra parentela.

Lo intrageneracional se refiere a su vez a aquello que comparten entre sí los nacidos en un mismo tiempo, y tiene que ver con el estado del mundo en el que son alumbrados y tienen conciencia de sus vivencias. Cada generación, como bien se sabe, participa de experiencias que diferencian a sus integrantes de otras generaciones: hechos notables, música característica, modos de vestir, alimentos específicos, formas de diversión, maneras de hablar, y un larguísimo etcétera. A este respecto, lo esencial es la lealtad que se tiene hacia el grupo a que se pertenece —un grupo al que puede elegirse querer pertenecer o no— con el cual no hay vínculos consanguíneos ni parentescos.

En realidad cada persona decide reconocer o no su pertenencia a su generación, y a cuáles miembros, pues todos invariablemente nos sentimos inclinados a vincularnos hacia uno o hacia otro hecho. Esa elección, no obstante, no cambia la fecha de nuestro nacimiento, ni las circunstancias que han sucedido en el transcurso de nuestro vivir, aunque no las identifiquemos.

Así, de forma muy natural se llega a lo intergeneracional: la convivencia de lo propio de las distintas generaciones en un espacio compartido. Pongamos por caso una familia ampliada, en la que se encuentran abuelos, hijos, nietos, tres generaciones en relación continua. ¿Cómo pasan los días entre sí? ¿Cómo se miran unos a otros? ¿Escuchan sin problemas la música que le gusta a unos y a otros? Los resultados todos los conocen: los mayores tienden a corregir a los menores desde la perspectiva de su visión del mundo, mientras que los pequeños resisten o intentan confeccionar su circunstancia también desde su perspectiva de su visión del mundo. Choque de trenes, necesidad de comprensión.

Ampliemos la mirada. Para darnos cuenta de lo que ocurre en las calles, en las plazas y los parques: el mismo banco bajo la farola es visto de diferentes modos por un abuelo y por un joven; es que cada uno responde a la fuerza de su edad y condición. En lo colectivo, la interacción continua hace que entren en contacto lo transgeneracional, lo intrageneracional y por supuesto lo intergeneracional. Vistas así las cosas, no puede uno sino maravillarse de que el mundo subsista, como lo ha hecho, por cientos de años. Es que las colisiones y los raspones entre las generaciones, y dentro de las familias, desde este punto de vista, son constantes y a veces derivan en rupturas. Pero esas rupturas, distanciamientos y separaciones, lo que muchas de las veces hacen es generar novedades, búsqueda de originalidades, creaciones e inventos, experimentaciones y descubrimientos. Es decir, gracias a ese choque de generaciones, a su convivencia, a las lealtades puestas en juego, el mundo que conocemos permanece y cambia poco a poco cada vez. Por eso no siempre se resiente cuánto ha cambiado nuestro entorno, salvo que echemos la mirada muy atrás y entonces repasemos las diferencias. Además, cada persona está al tanto de estos tres movimientos y pertenencias y no se enreda, simplemente vive, supone que es libre, opta, camina, y se siente feliz. ¿No es esto maravillante? Pues eso hacemos diariamente y no nos percatamos de cómo lo hacemos, de las formas que tiene la vida de evitar colisiones que perjudicasen duraderamente. Por lo menos a mí este hecho no deja de sorprenderme, en el buen sentido del término.