miércoles. 24.04.2024
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Enero y febrero, desviejadero

Enero y febrero, desviejadero

Este refrán lo solía escuchar frecuentemente terminadas las fiestas navideñas por los más viejos de mi familia, quienes adoptaban medidas de seguridad adicionales en cuanto a su salud para evitar caer en dicha categoría.

 Pero ahora, viéndolo desde otro contexto, no creo que sea tan mal augurio este dicho popular. Existen muchas áreas de oportunidad en instituciones públicas y privadas que podrían aprovechar para “matar” viejas prácticas administrativas, operativas y de planeación. Al llegar nuevos directivos nacen esperanzas de cambio, de nuevos aires y nuevas ideas que nos lleven adelante. Recientemente se publicó la llegada de Manuel Meza Cuervo como nuevo director de Desarrollo en las Artes del Instituto Cultural de león, y de inmediato la comunidad artística comenzó a especular qué cambios y beneficios traerá a favor de la cultura en  nuestra ciudad.

Y es que es un momento perfecto para el desviejadero: ¡Adiós a viejas prácticas! ¡Adiós a innecesarios procesos burocráticos! Que las ideas frescas y las propuestas positivas se pongan en marcha y veamos más y mejor oferta artística, nuevas ideas para la formación de públicos, mayores oportunidades al talento local y a su vez mayor cantidad de espectáculos internacionales. Seré ingenua, pero dentro de mis esperanzas sobre el desviejadero, me encantaría ver un aumento en el presupuesto cultural aunado al educativo, quizás porque deben ir de la mano si deseamos mejores ciudadanos en nuestro futuro.

Y no me adentro en cuestiones políticas porque ahí si el desviejadero sería algo así como una masacre: claro que hay intentos de cambio y buenas intenciones en algunos personajes y sus propuestas, pero hay prácticas y cuestiones tan arraigadas en la memoria genética de ciertos políticos que erradicarla es como pedir una trepanación multitudinaria. En fin, que esa cuestión sería parte de un análisis de especialistas neurólogos, perdón, politólogos.

Bueno, ¿y para qué elevar tanto nuestras expectativas sobre este refrán? Si bien podríamos comenzar a eliminar los viejos hábitos desde casa, desde nuestras propias personas. ¿No se supone que para eso eran los propósitos de Año Nuevo? Igual y, si ahora por fin los cumplimos, podríamos poner nuestro granito de arena para una mejor sociedad. Eso sí, por favor, seamos congruentes: no pretendamos considerarnos ecologistas, benefactores o filántropos y terminemos cazando a la mamá de Bambi para salir bonitos en la foto… Si nos hemos propuesto ayudar, ayudemos y en serio; hay muchas organizaciones que requieren apoyo de cualquier tipo para salir adelante. Si pretendemos mejorar nuestra salud, no estemos buscando pretextos en el costo de los gimnasios –hay muchos y de muy variados presupuestos– ni vayamos a ellos como pasarela: los parques y deportivos de la ciudad nos permiten tener a la mano espacios para caminar, correr, andar en bicicleta y muchas actividades deportivas adicionales, de acuerdo a nuestra edad, tiempo y condición física. Si pretendemos tener más dinero, recordemos que no cae del cielo: podemos ayudarnos con el hábito del ahorro y tomando conciencia de que algunos “gustitos” ya nos van a salir más caros y bien podríamos sustituirlos por hábitos más sanos, sobre todo en la comida o al dejar de fumar. (¡Hey! No me crean moralista extrema, sólo estoy dando sugerencias.)

Y si, mientras devorábamos nuestras uvas pensamos en la familia y los buenos amigos, démosles tiempo de calidad, no escatimemos las muestras de cariño ni las palabras del corazón. Recordemos que al irnos, en el trabajo dirán “¡Pobre, lástima!” y encontrarán un remplazo en menos de lo que canta un gallo en cantar. Si fuimos relevantes en la labor política y social, quizá pongan una esquela grande y “emotiva”… con el logotipo en grande de quien la mandó publicar, pero nuestros hijos, pareja, padres, hermanos, familiares y amigos sinceros nos llorarán con sinceridad y buscarán recordarnos siempre por quienes éramos, no por lo que teníamos ni el puesto que manejábamos.

Por cierto, dentro de mi desviejadero personal: pienso dejar atrás a la adulta formal y precavida y retomar a la niña que fui, para subirme con todo el entusiasmo a los juegos de la Feria este año con mi hija y disfrutar los espectáculos a través de sus ojos. Y a esperar que este 2014 nos traiga nuevos aires y jóvenes esperanzas. ¡Allá nos vemos!