jueves. 18.04.2024
El Tiempo

Semblanza de un actor al que no conocí

"Como Garrick, tuvo el poder de alegrar el alma y borrar las tristezas de quienes lo vimos en pantalla, llevando su dolor en su interior, fuera de la vista de los demás. Sólo nos dejó a la mano su enorme variedad de personajes y fueron ellos los que nos conectaron al artista"

Semblanza de un actor al que no conocí

Abriendo mis correos me topé con la noticia. Supongo que como tantos otros me sorprendí y entristecí genuinamente pues, como suele pasar gracias a la obra del cine y la intimidad que dan las películas que se ven por televisión, llegamos a sentir a ciertos actores y personajes como parte de nuestras amistades más íntimas, cómplices de nuestros sueños y compañeros en momentos importantes de la vida.

Esto no es una crónica de vida ni mucho menos una filmografía especializada. A este hombre no lo conocí, no presencié sus momentos personales, alegres o difíciles, ni enfrenté junto al él sus demonios. Como Garrick, tuvo el poder de alegrar el alma y borrar las tristezas de quienes lo vimos en pantalla, llevando su dolor en su interior, fuera de la vista de los demás. Sólo nos dejó a la mano su enorme variedad de personajes y fueron ellos los que nos conectaron al artista.

Como en los inicios de mi labor docente, el maestro que me inspiró a atrapar el espíritu de los jóvenes con la magia de las palabras, rompiendo los esquemas establecidos de una educación tradicional y abriendo una puerta al mundo del arte en una rebeldía con mucha causa. Y el locutor de radio, tan irreverente como conmovedor, buscando un destello de humanidad en medio de la locura de la guerra de Vietnam. ¿Y quién no recuerda la icónica escena de atrapar la pelota en Despertares, película llena de reflexión sobre la esencia humana, detrás la tragedia de la enfermedad y el coma? Incluso en la obra de Gabriel Retes, El bulto, se hace una mención más humorística de la misma.

Hacer que las personas conserven un espíritu infantil en medio del estrés moderno no es tarea fácil. Y sin embargo, cuántos de nosotros regresamos a nuestros sueños infantiles al darnos cuenta que el mismo Peter Pan dejaba atrás el portafolio y los deberes para volar al lado de sus hijos, luchando contra el Capitán Garfio, recordando los personajes de los abuelos al interpretar al forzudo marinero Popeye, eterno enamorado de la flaca Olivia, o quizás jugando un inocente juego de mesa que te llevara a mundos inimaginables donde el corazón infantil fuera el arma para sobrevivir. (En lo personal, siempre me identifiqué con el último rinoceronte de la estampida: con tan poca condición física, pero sin darse por vencido jamás.) Hablando de infancia: la mezcla de un niño atrapado en el cuerpo de un hombre nos muestra que el amor de los padres y la amistad de los compañeros de escuela ofrecen una vida maravillosa y una perspectiva singular.

¡Y las caricaturas! Personajes que seguirán recordándonos al hombre detrás de la voz: el Genio de Aladino, los pingüinos de Happy Feet y Fender, de Robots, entre otros.

Fue inocencia y pasión por la vida lo que nos mostró al reflexionar sobre la trascendencia y la entrega, durante la transformación de un hombre bicentenario y de un doctor poco ortodoxo que curaba el alma a través de la risa. Y fue esa risa una constante en muchas de sus películas, como aquellas donde no era protagonista, pero les daba un toque de humor único, interpretando a un extraterrestre muy amigable, un científico algo excéntrico, un doctor primerizo en un parto, un presidente de cera en un museo inusual y un consejero prematrimonial un tanto extremo. Aunque también podía ser parte de dramas y papeles más oscuros: como cuando mantuvo atrapado a un niño prodigio de la música, dedicó horas trabajando como analista de las memorias y visiones de las personas que habían muerto, intentó mantener el espíritu de un gueto de judíos durante el holocausto  o acosó a una familia por las fotografías que revelaban en su establecimiento.

Cuando mis padres murieron quise transmitir un poco de paz a mi hija, quien comenzó a cuestionarse el misterio de la vida y la muerte. Nada como ver pinturas volviéndose realidad,  y seres queridos reencontrándose en un sueño de felicidad, superando el infierno mismo por la fuerza del amor. (La verdad, no sólo fue reconfortante para ella; toda la familia nos sentimos identificados desde esa ocasión). Y conforme crecía y conocía la diversidad familiar, fue un gran apoyo mirar juntos a padres capaces de cambiar de apariencia, de costumbres, y lograr las más locas hazañas por la felicidad de sus hijos: ser una dulce anciana y un padre maduro, convertir a un padre travesti en una madre tradicional, viajar en remolque con un par de adolescentes o rechazar un negocio millonario para convertirse en el superhéroe de sus pequeños. El mensaje siempre fue el mismo: la familia no siempre es perfecta, pero cuando se mantiene unida por el cariño, lo supera todo.

Gracias por las risas, gracias por las lágrimas y gracias por los momentos de emoción y reflexión. Descansa en paz, Robin Williams.