miércoles. 24.04.2024
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Feminismo zen

“Cuidado este 9 de marzo [...] que no se nos convierta en un enojo justiciero queriendo aniquilar lo masculino..."
Feminismo zen

Comienzo a escribir este artículo después de hacer un experimento que me cimbró. Una amiga me propuso escribir en la búsqueda de google mi nombre y la palabra “hallada”. Tecleé “Karina hallada” y aparecieron los casos de ocho diferentes karinas que fueron encontradas sin vida.

La agresión a la mujer en nuestro país es real. Ni una más, es lo mínimo que podemos pedir.

La cultura mexicana es machista. No existe igualdad real aún, y aunque vamos poco a poco caminando, queda gran trecho por recorrer.

Seguimos siendo tal cultura que cuando un grupo de mujeres entramos en un bar, nos preguntan: ¿“vienen solas”? No llegar con un hombre al lado es considerado “solas”, aunque seamos diez.

Es el país donde en el trabajo te siguen diciendo en diminutivo tu nombre,o guapa, o muñeca, cuando a un hombre en tu mismo puesto nunca le llamarían de esa manera.

Las mujeres hemos debido lidiar con situaciones de desigualdad siempre, paso a paso vamos haciendo conciencia, y creo que lentamente vamos avanzando. Este avance es vital, ahora más que nunca, a la luz de lo que ha venido ocurriendo con los feminicidios y los comentarios tan poco acertados del gobierno sobre el tema.

Los focos rojos

Me parece justo y necesario hacer el paro del día 9 de marzo, para que se escuche la voz de la mujer como un eco de verdad y de igualdad, para balancear una cultura que por tradición ha sido machista y ha relegado lo femenino a la esquina.

Habiendo dicho esto, quisiera mencionar algunos focos rojos que veo. 

Antes que nada, cuando hablamos de cualquier tema relevante es importante resaltar que la verdad está en el punto medio aristotélico, que es muy resbaladizo. La tendencia es a polarizarnos. 

Evitemos esta tentación.

Tratemos de ver desde ambas perspectivas siempre, lo que es una de las tareas más difíciles.

He seguido el trabajo de académicos canadienses, estadounidenses y británicos como Jordan Peterson, Douglas Murray y Eric y Bret Weinstein, alertándome sobre un fenómeno alarmante en sus países, en especial en las universidades.

Se trata de la suplantación en la teoría marxista de la lucha de clases por la de sexos, preferencias sexuales y razas. Solo me enfocaré en la parte de los sexos, lo que ahora nos incumbe.

En esta farsa manipulativa, la clase explotada son las mujeres y los explotadores son los hombres.

Ahora bien, no quiero decir que no haya algo de verdad en esto. Los hombres han abusado de su poder en nuestro país, pero si no clarificamos los conceptos, es muy fácil convertir eso en una media verdad.

En Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, se ha logrado un alto nivel de igualdad. Pero como la teoría neo marxista ha secuestrado los términos de género, se ha llegado a un punto donde lo que se busca es destruir al sistema patriarcal, y se ve al género masculino como el enemigo.

Se polariza el bien y el mal, y lo femenino es bueno y lo masculino es malo. 

El problema de ambos al tratar de lograr la igualdad (como en México) o perfeccionarla y mantenerla (EEUU, Canadá y Europa) es el enojo residual en ambos sexos, que se genera en la situación de desigualdad. En los hombres la educación machista, la expectativa de ser proveedores exitosos, de reprimir sus sentimientos, de que en los divorcios la justicia está del lado de la mujer, entre otras cosas, causan justificación para la violencia. Y en las mujeres el enojo producto de siglos de represión, sumisión e injusticia, se convierte en machismo a la inversa, donde ser mujer es mejor que ser hombre, y se generaliza al género masculino como violador.

Debemos reconocer que ambos sexos, cuando están sanos y permiten la igualdad, traen consigo elementos invaluables para el desarrollo.

Lo femenino, simbolizado por un círculo “○”, trae consigo nutrición, inclusión, empatía, contención y consensos, que no permiten que el desarrollo masculino violente al ser humano ni deje a gente olvidada.

Lo masculino, simbolizado por la línea “—”, trae consigo desarrollo, meritocracia y jerarquías, que no permiten al sistema estancarse en el consenso y sensibilidad femeninos, y lo lleva a buscar progreso e innovación. 

Cuando la línea intersecta al círculo de manera sana, se crea una espiral. Ésta es una de las formas más bellas de la naturaleza, que manifiesta la medida aurea, número Phi, significativo —para nuestro tema- del balance entre los sexos, que tanto aporta a la creación de un mundo justo y encaminado al verdadero progreso.

Esta dualidad masculino-femenino, como muchas otras dualidades, es la base de vivir una vida con sentido y propósito.

Ahora bien, en desbalance, lo femenino y masculino crean caos. La sombra de lo femenino es el estancamiento, la falta de progreso, el cuidar de manera parasitaria, el sentimentalismo, el enojo por victimidad de la sumisión ante lo masculino.

La sombra de lo masculino es avaricia generada por el crecimiento desbalanceado y egoísta que hace caso omiso de las necesidades de otros, es depredación y contaminación del mundo natural, son las jerarquías que aplastan al de abajo, la agresividad violadora de lo femenino en todas sus manifestaciones.

Ambos desbalances son preocupantes.

Sin duda venimos de un desbalance de lo masculino, y lo femenino se debe ir insertando como en Estados Unidos, Europa y Canadá. En México estamos comenzando a ver el despertar muy necesario de lo femenino, reprimido en todos los aspectos de la vida nacional, así como los intentos fallidos de lo masculino en desbalance por acallarlo.

Ahora bien, si vamos a aprender de nuestros vecinos del norte y de Europa, debemos saber que el verdadero enemigo es el desbalance de los sexos.  Es la energía descalificante y violadora de lo masculino en desbalance, ante la energía enojada, destructiva y justiciera de lo femenino en desbalance.

Cuidado este 9 de marzo, cuando demos pasos certeros hacia ser escuchadas, expresando nuestra indignación sana por la sumisión de siglos y el feminicidio; que no se nos convierta en un enojo justiciero queriendo aniquilar lo masculino.

Esto ocurre ahora en nuestros países vecinos con la llamada tercera ola de feminismo, apodadas feminazis, que quieren destruir todo lo del patriarcado sin darse cuenta de que lo masculino ha traído progreso y riqueza en todos los sentidos. 

El feminismo, cuando no para en la igualdad y el balance porque no se ha trabajado el enojo, es secuestrado por teorías neo marxistas y se convierte en algo destructivo, generando una guerra de géneros tan destructiva como el machismo del que se liberó para lograr igualdad.

El enojo por las injusticias reales de lo masculino es enorme en México.

Mucho está justificado, pero tengamos cuidado de no resbalar, convirtiéndonos en machistas al revés, donde todo lo masculino sea visto como explotador y malo, y lo femenino como lo explotado y bueno.

Algunas de las manifestaciones negativas son visibles ya en acusaciones falsas de abusos sexuales, porque el tema es tan caliente que, por ejemplo, alumnas pueden acusar a maestros de manera anónima y ellos son despedidos de sus labores, sin mostrarse la evidencia.

Las mujeres sanas no queremos injusticias, pero tampoco queremos abusar.

Los hombres sanos no quieren violentar, pero tampoco quieren ser violentados.

La guerra de géneros deja daños colaterales que no benefician a nadie.

Debemos trabajar el enojo y la violencia, para evitar las generalizaciones que llevan a cazas de brujas.

Seamos individuos preocupados por lograr balance y evitar todo tipo de violencia hacia cualquier ser humano.