¿Podremos con esto?

Señor, señora: no es que ellas se hayan tomado el día libre. Es que están hartas.
¿Podremos con esto?

Señor, señora: no es que ellas se hayan tomado el día libre. Es que están hartas. De que nosotros, nuestros padres, nuestros hermanos, el barrio y la calle, las consideren objetos manoseables, árboles disponibles para tumbarles la fruta cuando a usted y a mí nos dé la gana, "cositas" listas para ser tomadas en cuanto a usted y a mí se nos antoje, para luego dejarlas a un lado, advirtiéndolas de que cuando las volvamos a requerir ya deberán estar peinaditas y disponibles.

No es que la sagrada madre nos merezca una veneración a toda prueba y desde eso nos sintamos liberados de respetar la integridad de hermanas, hijas, parientas, vecinas, compañeras de trabajo y cualquier otra hembra que aparezca en el camino.

No es que usted y yo nos arriesguemos a dejar de ser hombres si las vemos, entendemos y sentimos de otra forma, como personas con quienes convivimos en la normalidad del respeto a sus espacios, cuerpos y emociones, igual que quisiéramos ver respetados los nuestros.

No es, tampoco, que un cambio radical pueda suceder como por arte de magia y sólo porque hoy nos abruma la realidad de un 9M con todo lo que está mostrando -y más nos vale ver y entender lo que nos dice.

Es, más bien, que hoy nos atropella la urgencia -mejor: nos abraza la oportunidad- de empezar a reeducarnos en la convivencia civilizada con el otro, la otra, para que a partir de ahí seamos capaces de realizar con él/ella  -o no- todo lo que quisiéramos, y el otro/la otra lo acepte -o no-, y la vida siga su normalidad.

Se trata de que seamos, por lo pronto y para empezar, el amoroso e invisible abrigo que haga realidad desde ahora la exigencia de que "ni una más".

¿Podremos con esto?