sábado. 20.04.2024
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¿Feliz Navidad?

¿Feliz Navidad?

De acuerdo, puede ser el espíritu 'Scrooge' que se manifiesta cuando vienen a testerearle a uno la desazón con todo ese ruiderío y estridencias luminosas y abrazos absolutamente decantables entre los urgentes, los queridos, los diplomáticos, los obligados y hasta los imposibles por tantas y diversas razones.

Pero también están ahí las noches infantiles cuando a la noche, a la medianoche, a caballo entre Nochebuena y Navidad, en plena náusea inducida por el órgano navideño de Ken Griffin que barrenaba en el jardín principal-casa los oídos de uno durante larguísimas semanas, la fundadora de todo, María Loreto, decretaba el festejo.

Entonces el ejército de enanos oficiaba la diaria y siempre ordenada dilapidación del puesto de revistas para luego emprender la procesión Centro-Chapalita, y a la hora que debiera ser, empezaba el disfrute en su etapa 'preparación'.

Y mágicamente surgían de aquellas femeninas -siempre sólo las femeninas- manos esos manjares imposibles pero materiales, como salieran y de sólo una vez: tamales, buñuelos, atole de maicena, un arriesgado pozole. Y cuando la mesa quedaba puesta (¿hubo mesa desde siempre?) había, debió haber pues ahí se arrinconó en la memoria, un tocadiscos Royal, portátil y de pilas, listo para armar la fiesta, pues así debía funcionar todo en esa casa fundadora fundada en la esperanza y la compra del terreno en abonitos a unos vendedores criminales de tierra salitrosa para que la gente intentara sísifamente sembrar cada día su vivienda.

Y entonces los enanos, con la mesa puesta, se declaraban exhaustos y desde el sueño se gozaban agradecidos por el banquete, que siempre podría esperarlos en el recalentado.

Y entonces claro que hay gratitudes por expresar y hermanos por querer en su presencia allá y en racimo: María de Lourdes, Aurelio, María de Jesús, Esperanza Leticia. María Mercedes y Homero, desmembrados pronto del árbol materno, ya eran harinas de otros costales. Pero todos bajo el cobijo de la leona madre que oficiaba bajo ese manto de dureza la ternura toda de empujarlos a ser.

Y además de todo, la Nochebuena ya pasó. Ahora sí, feliz Navidad.