martes. 23.04.2024
El Tiempo

Adiós al año

"Nunca como hoy la libre expresión es una realidad para los que la ejercemos en las páginas impresas o electrónicas."

Adiós al año

Al acercarse el final de un año más en nuestras vidas, no es mala idea realizar un corte de caja sobre los sucesos y peripecias que nos acaecieron durante el más de un tercio de millar de días que recién hemos transitado. Cierto: una parte de nuestra vida se fue, pero otra parte llega, más rica y plena si la asumimos con sabiduría.

Pronto cumpliré 59 años, y me acerco a la edad oficial que antes se etiquetaba como de “senectud”, con credencial del INSEN-INAPAM incluida. Fuera de algunos achaques me siento muy bien de salud física y mental. Eso se lo agradezco a mi familia inmediata –Felisa e hijos-, la mediata –primiza, tiíza y sobriniza-, mis cuates del alma –Vicente y muchos otros-, y mis queridos compañeros de trabajo del IEEG y la UG. A todos –y a todas, para que no se me enojen mis cuatitas feministas- les agradezco mucho su compañía en este tránsito temporal en común.

Este año fue intenso para México, para Guanajuato, y por supuesto para mí. No sin problemas, hemos refrendado nuestro compromiso con un orden social democrático que hemos sabido consolidar desde 1990. Tuvimos unas elecciones complejas, pero ejemplares, muy a pesar de la crisis de violencia social por la que atravesamos desde 2006. Testimoniamos la tercera alternancia partidista en la joya del poder mexicano: la presidencia de la república. Una nueva época se asoma, que pretenciosamente se nos está vendiendo como la “Cuarta transformación”, equiparable a los procesos de independencia, reforma y revolución. Veremos si no queda en mero parto de los montes. Entretanto hay que participar constructivamente en el debate con esa peculiar izquierda que pronto debe aprender a ser gobierno.

En Guanajuato presenciamos la perpetuación de la longeva hegemonía partidista que supo resistir el tsunami guinda. El candidato a la gubernatura de la extraña coalición centro derecha y centro izquierda ganó con más de la mitad de los votos válidos. Pero el aspirante de la aún más extraña coalición de los extremos izquierda-derecha se colocó en un sólido segundo lugar con una cuarta parte de los votos válidos. Guanajuato fue la única entidad donde perdió el fenómeno AMLO. El conservadurismo abajeño pudo más que la esperanza del cambio progresista. Nos convertimos en la incógnita nacional.

Un año en el que padecimos la dura renegociación del nuevo tratado comercial con los vecinos del norte. La era Trump nos cayó encima, y la verdad es que México ha resistido mejor de lo que muchos creímos. Las dos administraciones presidenciales –la saliente y la entrante- pudieron hacer causa común y la belicosidad del vecino trompudo no hizo demasiada mella en nuestra precaria economía; sólo una devaluación del 15% y una inflación del 6%. Nos las hemos visto peores.

Nos convertimos ya en un país de tránsito para la migración internacional, y no uno de origen. Mucho ha influido la política de fronteras cerradas de nuestro vecino gringo, pero también hay que reconocer que los niveles de bienestar en el país han subido poco a poco –lentitud que exaspera a muchos-, y que el empleo, todavía mal pagado, está cada vez más accesible en nuestras ciudades y campos, fenómeno vinculado al florecimiento de la economía de exportación. Pero no sucede así en Centroamérica, que está generando caravanas de familias angustiadas, dispuestas a poner en riesgo todo, con tal de recibir una oportunidad de bien vivir. Los gobiernos de México son hipócritas y discriminadores, pero no así la mayoría de nuestra población, que ha sabido recibir y proteger a nuestros hermanos de raza y cultura. La esperanza no muere frente a la adversidad extrema que enfrentan en sus lugares de origen. Requieren más que tolerancia: hay que implementar programas internacionales de rescate de esa región olvidada del mundo, para que México recobre su papel de liderazgo humanista en un entorno hostil generado por la soberbia imperial.

Celebraremos un año más, que no un año menos. A mis lectores les reconozco su paciencia y sus ocasionales y bien fundados comentarios, y a los medios que generosamente reproducen mis cuitas más o menos semanales les agradezco su hospitalidad y apertura. Nunca como hoy la libre expresión es una realidad para los que la ejercemos en las páginas impresas o electrónicas. Gracias para todos –¡y todas!- y les deseo feliz solsticio de invierno y un agradable reinicio del calendario solar gregoriano.