Los antropólogos y el Bajío

Los antropólogos y el Bajío

Asisto esta semana a la XXX Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología (SMA), en Querétaro. Acuden alrededor de 700 antropólogos nacionales y extranjeros que cultivan alguna de las cinco especialidades de la Antropología general: Etnología o Antropología social, Etnolingüística, Etnohistoria, Antropología física o forense y Arqueología. Cinco días de intensas sesiones de trabajo, mañana y tarde, en un número considerable de mesas temáticas donde participan desde los personajes consagrados de la disciplina, hasta los estudiantes que inician su formación en alguno de estos campos; entre ellos los estudiantes de nuestra licenciatura en Antropología social del Campus León de la Universidad de Guanajuato.

El eje temático del encuentro se intitula “El Bajío y sus regiones vecinas, acercamientos históricos y antropológicos”. El Bajío y sus realidades sociales pasadas y presentes fue entonces el hilo conductor de las discusiones, en particular en las sesiones de las mañanas en el histórico Teatro de la República. Esas sesiones se denominan “mesas lineales”, que abordan el eje temático general del encuentro con conferencistas destacados de cada una de las cinco disciplinas de la Antropología general. Me tocó ser el relator de la línea de la antropología social, y reseñé las charlas de los especialistas Ivy Jacaranda Jasso (UG) dentro de la mesa “El Bajío y su definición territorial”; Alejandro Martínez de la Rosa (UG) en “Población, asentamientos, recursos naturales y producción cultural”; Patricia Arias (UdeG) en “Movimientos poblacionales en el Bajío”, y Elisa Velázquez (INAH) en “Presencia negra en el Bajío y sus descendientes”.

La SMA es una antigua asociación gremial, con 70 años de existencia. Pertenecen a ella los antropólogos de mayor trayectoria, muchos vinculados a instituciones y programas del Estado mexicano. La asociación no ha sido ajena al estudio del Bajío. Desde fechas tan tempranas como 1943, cuando se realizó en el DF la III Mesa Redonda con el tema “El Norte de México y el Sur de los Estados Unidos”, se han presentado investigaciones relativas a Guanajuato; entonces el leonés Wigberto Jiménez Moreno presentó el trabajo clásico “La colonización y evangelización en Guanajuato en el siglo XVI”. Luego, en 1977 y en la ciudad de Guanajuato, se realizó la XV Mesa Redonda con el tema “Los procesos de cambio en Mesoamérica y áreas circunvecinas”. Ahí se presentaron varios trabajos sobre la región, entre los que destacaron el de Antonio Pompa y Pompa “El Bajío y la significación de la gran frontera”, y el de Wigberto Jiménez Moreno “Historia antigua de la ciudad de León”. Ambos textos fueron publicados en el número 38 de la revista Colmena Universitaria de la UG. También se presentaron los trabajos de Emilio Bejarano “Presencia teotihuacana en Guanajuato”, que no sé si se publicó, y la mesa de Gabriel Mohedano “La tradición oral de Guanajuato: problemas de persistencia y cambio”.

En esta Mesa en Querétaro se presentaron varias ponencias sobre el Bajío y Guanajuato, tanto por los conferencistas que mencioné antes como por otros colegas y estudiantes. Yo expuse la ponencia “La nueva identidad indiana en las comunidades de Guanajuato”, donde abordé los nuevos procesos de re-etnificación y reivindicación del ethos indígena, que se ha evidenciado recientemente, sobre todo a partir de la emisión de la Ley para la Protección de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Guanajuato en abril de 2011. La integración de un padrón de 96 comunidades indígenas ha impulsado un proceso de reconcientización nunca antes visto en una entidad, que se había asumido como netamente mestiza, y ha fortalecido la capacidad de defensa de los derechos humanos y culturales de esas comunidades. Esto se ha puesto en evidencia en la reacción de los “neo” indígenas contra la construcción de la autopista Guanajuato-San Miguel Allende, que ha colocado al gobierno de la entidad en una posición difícil, obligándolo a negociar.

El gremio antropológico tiene mucho que aportar al desarrollo armónico de nuestros países periféricos. Estos eventos permiten el encuentro interdisciplinar y la redefinición de los objetivos prácticos de nuestra profesión.