viernes. 19.04.2024
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El reto independiente, 2

“Es preocupante que una opción política que ha despertado la simpatía de muchos ciudadanos esté siendo aprovechada por los insiders partidistas desplazados de los círculos rojos para jugar con las esperanzas de los auténticos outsiders independientes…”

El reto independiente, 2

Sobre las candidaturas independientes, podríamos preguntarnos si su actual popularidad es producto de la confianza que inspira su pretendida calidad ciudadana, o si es resultado de una imagen nueva y fresca, la del anti-político impoluto de poder, que se enfrenta con valentía a un sistema corrupto y decadente. La crisis de credibilidad de los partidos políticos y de la clase política en general, ha potenciado esta figura proscrita en la legislación electoral mexicana, con excepciones locales, desde 1946.
Vale la pena —como lo mencionaba la semana pasada— reflexionar sobre si realmente estos nuevos espacios de participación serán ocupados por una renovada clase político-ciudadana, o simplemente es el reciclaje de los mismos actores. ¿Cuáles son los intereses reales detrás de cada aspirante? ¿Es una nueva opción para el electorado, o sólo es un nuevo espacio para resolver las rencillas internas de los partidos? 
Tras esta reflexión no es difícil darse cuenta de que esta figura se está contaminando con viejas prácticas. En este sentido, los debates actuales en torno a las candidaturas independientes se han centrado en las últimas semanas en la tergiversación de esta renaciente forma de participación política, en la que la que los ciudadanos y la clase política han encontrado nuevos espacios para plasmar aspiraciones, exigencias y necesidades. 
Sin duda, los recientes señalamientos del INE sobre la posible falsificación o alteración de firmas y datos recabados por los aspirantes independientes en el ámbito federal nos recuerdan viejas prácticas que buscaban inducir resultados favorables a los candidatos palomeados por un gran elector.
Es preocupante que una opción política que ha despertado la simpatía de muchos ciudadanos esté siendo aprovechada por los insiders partidistas desplazados de los círculos rojos para jugar con las esperanzas de los auténticos outsiders independientes que buscan renovar las vías de participación, y regresarle a la acción política algo de la dignidad que ha perdido por el desgaste del ejercicio del poder y por la exclusión del ciudadano común en la toma de decisiones políticas.
Sobre el tema, este jueves 25 pasado presentamos en el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato el libro Las candidaturas independientes en México: una nueva vía para el reciclaje político, de Adán Giovanni Laguna López y Juan Mario Solís Delgadillo. Fue publicado por el Instituto Electoral del Estado de México el año pasado, y está disponible para su descarga en el sitio del IEEM [también pruebe descargarlo de aquí]. En ese texto se hace un análisis riguroso producto de una investigación social y política de corte cualitativo y comparado. Los autores trabajaron con los perfiles de los 22 candidatos independientes que contendieron por diputaciones federales durante el proceso electoral 2014-2015, en diferentes distritos del país. Con base en una metodología para el examen de cantidades limitadas de registros, estos investigadores arribaron a conclusiones que no parten del sentido común cotidiano y prejuiciado, sino del cruzamiento de variables objetivas mediante técnicas formales y software especializado, para sustentar conclusiones validadas por la tradición científica en el ámbito social. 
Su objetivo principal fue analizar cómo en el sistema electoral mexicano impone todavía una considerable cantidad de dificultades para quienes desean obtener el registro de una candidatura independiente. Las reformas políticas de 2012 y de 2014, que posibilitaron la viabilidad de esta figura para las elecciones federales y locales del 7 de junio de 2015, impusieron fuertes requisitos al registro de candidatos independientes, como lo es el establecer una asociación civil ex profeso, abrir una cuenta bancaria para el manejo formal de los fondos de esa asociación, y emprender una campaña de recolección de firmas y datos de parte de electores registrados en la lista nominal, con umbrales porcentuales diferentes según tipo de elección. A los requerimientos mínimos, las entidades han impuesto condiciones adicionales que complejizan aún más el registro de estos independientes.
Es decir, que el sistema político ha abierto esta trascendente puerta a la participación de los ciudadanos en la competencia por los espacios de poder y representación, sin la intermediación de los partidos, pero lo ha hecho colocando obstáculos que se antojan pensados a limitar dicha participación a miembros o trásfugas de los partidos políticos. Como demuestran los autores, los aspirantes a independientes más exitosos en el proceso electoral pasado, fueron los hombres maduros con experiencia política previa, en ámbitos geográficos urbanos y densamente poblados. Esos aspirantes contaban con trayectoria previa como funcionarios electos o designados, y con toda probabilidad contaron con una estructura humana y material que les impulsó al logro de los objetivos.
Las conclusiones son inquietantes: 1) Con los actuales requisitos que pide la legislación electoral es más fácil y estadísticamente probable que una persona con trayectoria política y vínculos partidistas alcance el registro. 2) En distritos pequeños, urbanos y densamente poblados es posible que tanto candidatos outsiders como insiders logren el registro, pero en distritos grandes, rurales y con población dispersa solamente candidatos los insiders lo obtienen. 3) Las candidaturas independientes no son accesibles para cualquier ciudadano, especialmente para aquellos que han sido inactivos políticamente hablando o que no han sobresalido por el desempeño de labores que involucren a la sociedad.  4) Para que una mujer pueda lograr el registro de una candidatura independiente tiene que tener experiencia política, vínculos partidistas o ambas. 5) Hasta el momento, las candidaturas independientes fueron usadas en mayor porcentaje por políticos con experiencia o profesionales más que por ciudadanos sin pericia en el campo político. 6) la renuncia a la militancia en partidos políticos no significa necesariamente la eliminación definitiva del vínculo partidista ya que algunos candidatos independientes que habían estado anteriormente en las filas de alguna institución partidista, regresaron a ella después de participar por la vía independiente. Otro descubrimiento relevante es que algunos partidos locales, por ejemplo, el Partido Sinaloense (PAS), pueden ver en las candidaturas independientes una herramienta para incrementar su poder político, al crear candidatos independientes ad hoc para elecciones en las que jurídicamente están imposibilitados de participar, como en los comicios para diputados federales. 7) Es más probable la consecución del registro de una candidatura independiente de una persona con trayectoria política o vínculos partidistas que de una que no cuenta con experiencia en el campo político.  8) La trayectoria política, los vínculos partidistas, la extensión territorial, la concentración demográfica, la edad y el sexo sí influyen en la obtención del registro de una candidatura independiente, aunque en diferente grado y porcentaje dependiendo de las distintas configuraciones y combinaciones entre las variables.
Es así como en lo inmediato, los candidatos independientes no garantizan, más que minoritariamente, la pretendida independencia de los poderes partidistas y de los círculos ya constituidos de poder. Hace falta mucho qué hacer para que esta nueva opción deje de ser la “puerta trasera” por donde se pueden colar al banquete los excluidos o marginados de la mesa partidista.

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