En defensa de Rafa Márquez

En defensa de Rafa Márquez

La reciente noticia de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos vincula al Capitán de la Selección Mexicana con actividades del narcotráfico ha provocado un terremoto mediático en México. Como la acusación viene de un organismo serio, no puede ser descartada con ligereza.

Sin embargo, el acusado es igualmente serio y parece poco verosímil que un exitoso jugador de fútbol, con un historial legal intachable, se haya involucrado en ese tipo de actividades: si tienes tu vida solucionada desde el punto de vista económico y estás dedicado a una actividad tan absorbente como el fútbol profesional, ¿te va a quedar tiempo y humor para involucrarte en actividades delictivas?

Me parece, más bien, que Rafa no escogió bien a sus colaboradores y que estos, como suele decirse, “se lo llevaron al baile”. Si esta tesis es verdadera, sin duda el Capitán de la Selección Mexicana tendrá alguna responsabilidad, pero de ahí a considerarlo sin más un narcotraficante hay una inmensa distancia, distancia que algunos ya cubrieron con la ayuda de su oportunismo y, quizás también, de su estulticia.

Lo más triste no es la presunta “decepción” que muchos andan pregonando a diestra y siniestra por la caída de un personaje nacional —de los pocos— al que admiramos prácticamente sin reservas. Lo más triste es el oportunismo de periodistas y comentaristas, que como aves de carroña no perdieron tiempo (literalmente) para darse un festín arrancando a trozos, con picos y garras, la fama del malherido protagonista.

Si el acusado fuera un político o un empresario de dudosa trayectoria, sería razonable presumir culpabilidad. Pero en este caso, lo que ha quedado en evidencia, más bien, es la escasa calidad moral y falta de escrúpulos de algunos.

No estoy absolviendo a Rafa Márquez. No me toca hacerlo. Lo que sí puedo hacer es elegir entre presumir culpabilidad o pre-sumir inocencia, y sin dudarlo prefiero lo segundo.