Opinión • Atentamente: Una ciudadana • María Esther Bonilla López

“…como muchos mexicanos, estoy arrepentida de haber votado por usted…”

Opinión • Atentamente: Una ciudadana • María Esther Bonilla López



Señor Presidente Andrés Manuel López Obrador, le dirijo este texto para comunicarle un asunto que para mí es importante. No obstante, para usted es completamente irrelevante y estoy segura de que ni siquiera llegará mi escrito a sus ojos, menos a su consideración. Quiero mencionarle que soy una ciudadana más entre los miles de mexicanos que estamos arrepentidos de haber votado por usted en julio de 2018. En ese momento era evidente que gran mayoría de los mexicanos que acudimos a votar estábamos convencidos de que nuestro país mejoraría con usted como presidente, pues habíamos sido testigos de arbitrariedades y desvíos de grandes cantidades de dinero en los sexenios anteriores.

Muchos de nosotros no estuvimos de acuerdo con la guerra contra el narcotráfico, por ejemplo; no quiero repetir errores cometidos en el pasado, pero sí teníamos puesta nuestra esperanza en que México avanzaría en su carácter democrático y que despegaría hacia un crecimiento y un desarrollo en todos los ámbitos, tanto en lo político como en lo social, electoral, financiero, empresarial,  educación, salud, en el respeto a los derechos humanos, en seguridad y en el impulso a todos los sectores productivos; considerábamos que todas las decisiones estarían caracterizadas por la honestidad, la transparencia, la ética y el beneficio para los mexicanos de todos los niveles socio-económicos.

Es obvio que esta esperanza se desmoronó desde los primeros días y las primeras semanas, porque ha estado actuando usted como un eterno candidato que tiene que mantenerse firme en su campaña, para que las estadísticas electorales sigan al alza a favor de su partido. Una de las decisiones que más me ofende es el reparto de dinero a los adultos mayores, a los jóvenes que supuestamente están construyendo el futuro, y otras dádivas. No es que de por sí quiera que se deje a los adultos mayores en el desamparo; sencillamente me opongo a ese reparto (como muchísimos mexicanos más) porque nuestros impuestos tienen un uso completamente erróneo, pues es como lanzar los recursos, que todos los mexicanos hemos aportado con nuestro trabajo y nuestros impuestos, a un barril sin fondo.

El reparto que usted convirtió en “un derecho” está muy mal planeado pues, como una contraparte indispensable, no existe plan alguno para promover sobre todo el desarrollo, y por lo tanto el crecimiento. Es casi como lanzar monedas al aire. No se trata de una manera productiva de poner a trabajar los recursos de todos; simplemente lanza los recursos económicos, sin posibilidades de que regresen. No hay inversiones, no hay apoyos para la inversión interna y externa, no se están creando empleos permanentes, empleos con prestaciones que realmente beneficien a las personas a lo largo de su vida, que sean productivos y que aseguren una vejez digna. Señor presidente, está acabando con nuestro país y todo lo justifica con las mismas frases, los mismos lugares comunes, una y otra vez.

Al inicio de su mandato lo escuchaba en sus conferencias matutinas en Palacio Nacional, pero al paso del tiempo resultó totalmente repetitivo su discurso, y ahora prefiero escuchar un resumen; me preocupa el tiempo invertido por parte de las personas, las instituciones y los medios de comunicación, por ejemplo, las televisoras que trasmiten en vivo todas las conferencias, o bien que repiten las frases más significativas del día. Las frases son las mismas: burlarse de los adversarios, de los conservadores, etc., seguir polarizando a la ciudadanía en ese estilo lento, lento, lento, aburrido, cansado y una mirada irónica,[1] sarcástica, burlona.

Una muy relevante actividad profesional es la que ha desplegado Luis Estrada (Spin, Taller de Comunicación Política) quien, con su equipo de trabajo ha realizado un minucioso análisis de las conferencias de prensa de cada mañana. Semanalmente, desde el inicio de su gestión, señor presidente, Estrada presenta resultados cuantitativos y cualitativos, con el fin de sopesar el tipo de discurso que usted ha estado dirigiendo cada mañana.[2] 

Una característica preponderante en sus discursos es la visión maniqueísta que refuerza cada que habla ante un micrófono: chairos y fifís, conservadores y liberales, honestidad y corrupción. Siempre las mismas palabras, que supuestamente van conformando una nueva manera de gobernar. Pero tengamos en cuenta que, como lo han postulado muchos filósofos a lo largo de la historia, los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro pensamiento. Esto es: su gran pobreza de lenguaje hace referencia al contenido, un contenido hueco que a miles de personas nos ha cansado, pero que funciona en el mercado electoral, para que los beneficiados con sus dádivas sigan convencidos de seguir consumiendo un producto determinado. Como cuando nos han repetido millones de veces por día que seremos felices si consumimos la chispa de la vida o el detergente que nos salva o el súper que ofrece más baratas. Es lo mismo en este mercado; lo que importa es el consumo, aunque se mienta, aunque usted esté llevando a nuestro país a la ruina.

El medio es el mensaje, la repetición es el recurso que ha empleado, y el maniqueísmo le ha estado funcionando, a pesar de que justamente el reiterar “mis adversarios son muy malos y nosotros somos muy buenos” representa una visión muy pobre, que habla mal de usted. La vida no es blanco y negro solamente; eso demuestra su cerrazón a escuchar a los otros y a saber entablar un diálogo con el diferente, un principio ineludible de los Derechos Humanos y de la Educación para la Paz, de la cual usted debería ser un ejemplo.

Me lamento ahora de haber votado por una persona que es ciega y sorda ante los que no piensan como usted. Tengo 66 años, desde los 20 me he dedicado a la educación y a la comunicación, ámbitos que postulan justamente el principio del diálogo con respeto a la dignidad del otro, del que piensa diferente,[3] el respeto a la dignidad del ser humano cualquier que sea su condición, y usted, justamente hace lo contrario: burlarse de los demás.

No podemos pedirle peras al olmo. No me estoy refiriendo a que un presidente debe hablar como un académico de la lengua pero, como mencioné en otro artículo,  no le exigimos ser un todólogo, sino acercarse y escuchar a los expertos en cada ámbito del conocimiento. Si usted no cuenta con un lenguaje adecuado, propio y preciso, esa característica en su manera de comunicar no es tan importante si usted supiera escuchar, supiera dialogar con el diferente y fuera respetuoso de las diversas visiones, que existen inevitablemente en cualquier sociedad y país del mundo.  

Por otra parte, la multicitada frase de que los conservadores no quieren perder sus privilegios y que han robado, etc., etc., no tiene fundamento, pues hasta el momento no hay personas encarceladas, fuera de Rosario Robles, a quien se le está castigando —según mencionan analistas– por su traición partidaria, más que por la estafa maestra. ¿Por qué no ha encarcelado a quienes robaron? Eso demuestra que sus palabras no tienen sustento en los hechos. En las familias se dice que La palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Espero que en algún momento usted dé muestras de respeto y actúe con el mismo, pero también en coherencia con el Estado de Derecho. Encarcele a los rateros y deje de polarizar a México; su actitud nos está haciendo mucho daño.

Decir encarcele a los rateros significa también que debió encarcelar a quienes hicieron malos manejos en las guarderías, en los fideicomisos, en los programas e instituciones que simplemente ha desaparecido, dejando en el desamparo a madres de familia que trabajan, a científicos, a artistas, etc., y ha estado encaminando a México hacia un personalismo y autoritarismo que sólo le beneficia a usted, pero que nos perjudica a la enorme mayoría.

Podría escribir páginas y más páginas sobre los gravísimos errores cometidos por su gobierno en el manejo de la pandemia. ¿Y qué decir de la educación? La ha tenido completamente olvidada, pues no se acerca a los expertos en educación formal, no formal e informal, y simplemente deja que pase y pase y pase el tiempo. Los costos serán muy altos por tener una generación no educada. Nos lamentaremos profundamente por ello.

Podría seguir refiriéndome a muchos otros errores que usted ha cometido, sin embargo, solo quiero decirle que, como muchos mexicanos, estoy arrepentida de haber votado por usted. El Diccionario Panhispánico puntualiza que arrepentirse significa Lamentar haber hecho o dejado de hacer algo y volverse atrás en una decisión. Así es, lo lamento mucho y deseo volver atrás en mi decisión.

Afirma el dicho que “De hombres es equivocarse; de locos, persistir en el error”. Ojalá pronto aprenda usted a escuchar al diferente, y humanice su discurso y su comportamiento. De la vida aprendemos a no persistir en el error.

 

 


[1] Quiero puntualizarle que durante la pandemia, cada que usted mentía diciendo que se estaba aplanando la curva, cada que minimizaba la cantidad de contagios y fallecidos, cada que rechazaba el uso del cubrebocas, todas esas mentiras pronunciadas con una sonrisa burlona (con la que quizá usted quería despertar la confianza, no entiendo su objetivo) eran para mí una herida en mi mente y mi corazón. Como ciudadana común y corriente, y en un periodo como contagiada de covid-19, yo sentía que usted se estaba burlando de mí, de todos los enfermos de covid, de las familias de los muertos. No puedo olvidar ese rostro de “no pasa nada”. Ha sido usted demasiado imprudente, ha sido inhumano

[2] Por mi formación profesional, para mí ha sido también desesperante y abrumador estar escuchando, señor presidente, que cada que usted habla, emite un vicio en el habla, comete muchísimos errores, muchos, muchos errores en el habla como el “dequeísmo” y otros demasiado graves para una persona con estudios de educación básica. Dicen que el medio es el mensaje, pero aquí no cuentan los barbarismos que usted pronuncia en cada frase: importa el contenido que mantiene hipnotizados a muchos mexicanos. 

[3] En el manejo de la comunicación también hay una enorme deuda. En octubre de 2018 vi en la televisión una entrevista que le hizo Gabriel Sosa Plata, en el programa Media 20.1, a Jesús Ramírez Cuevas donde el futuro encargado de la Comunicación afirmaba que los gobiernos anteriores solo permitían monólogos en los medios, y que la 4T promovería un manejo democrático de la información multidireccional, de ida y vuelta, para procesar la polifonía de voces. Además, al respecto Jesús Ramírez garantizaba La apertura al debate público de los temas nacionales, pero también el uso al derecho de réplica y al derecho de las audiencias, una promesa francamente olvidada, porque usted, presidente, lo que hace es denostar a los medios de comunicación y adjudicarles calificativos falsos, con su amañado discurso saturado de lugares comunes. No existe el respeto que prometieron a la polifonía de voces.