sábado. 20.04.2024
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Las pinturas rupestres de Arroyo Seco en Victoria • Maricruz Romero Ugalde

Las pinturas rupestres de Arroyo Seco, Victoria - Foto, Maricruz romero Ugalde
Las pinturas rupestres de Arroyo Seco, Victoria - Foto, Maricruz romero Ugalde
Las pinturas rupestres de Arroyo Seco en Victoria • Maricruz Romero Ugalde

El estado de Guanajuato destaca en el país por la forma en que cumple, en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con el Artículo 2 de la Ley Federal sobre Monumentos  y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, que a la letra dice “Es de utilidad pública, la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos arqueológicos…”,[1] ya que funciona como un fideicomiso, es decir, lo administra con un esquema diferente, en el que incluye la colaboración de diferentes dependencias estatales, en la lógica de que un sitio arqueológico abierto al público puede llegar a ser un eje de desarrollo humano integral local. En el año de 2001 cuando se firmó el Acuerdo Marco de colaboración entre el INAH y el Gobierno del Estado de Guanajuato, al que después se sumaron los municipios de Pénjamo, Abasolo, San Miguel de Allende y Ocampo, donde están funcionando los sitios arqueológicos de Plazuelas, abierto al público en 2006; Peralta (en Abasolo, abierto en 2008), Cañada de la Virgen (San Miguel Allende, abierto en 2011);  y El Cóporo (Ocampo, que se abre en 2012). Es hasta 2018 cuando Arroyo Seco[2] —ubicado en el municipio de Victoria–, único por sus características, abre en 2018 sus puertas, incluyendo un centro para visitantes y los senderos para recorrer el cerro de la Zorra. Desde 2021 el denominado “Complejo B” en el cerro de la Tortuga es accesible al público.[3]

'El Guardián', formación de piedra que resguarda el panorama en Arroyo seco - Foto, Maricruz Romero Ugalde
'El Guardián', formación de piedra que resguarda el panorama en Arroyo seco - Foto, Maricruz Romero Ugalde

Antes de la pandemia, el turismo era una de las ramas económicas más próspera y significativa en todo el mundo; para México siempre estaba en el segundo o tercer lugar de aporte de divisas compitiendo con las generadas por el petróleo o las remesas. Ahora se requiere de incentivarlo, para lo que el difundir las características de los sitios arqueológicos del estado pudiera ser una opción.

Hoy les compartiré un poco de la experiencia de la visita reciente al único sitio abierto al público, donde los vestigios son pinturas rupestres que datan de antes de nuestra era y hasta el siglo XIX, y en el que además se pueden observar monolitos que parecen proteger el lugar.

En Arroyo Seco, Victoria - Foto, Maricruz romero Ugalde
En Arroyo Seco, Victoria - Foto, Maricruz romero Ugalde

La información la he obtenido de tres fuentes: el centro de visitantes, el pequeño folleto que te regalan al entrar, y la guía de Eleazar, quien trabaja para la institución desde su apertura.

Es muy fácil llegar a Arroyo Seco siguiendo la señalización desde la cabecera municipal de San José Iturbide se toma el camino que dice a Tierra Blanca-Santa Catarina.  A partir de Tierra Blanca se continúa rumbo a Victoria y en 16 kilómetros llegas al lugar, está antes de la localidad de Victoria.

En esta región del Noreste los lemas de cada uno de los municipios te invitan a conocerlos desde una perspectiva particular. Para el caso de Victoria, al entrar al límite municipal un letrero dice “Donde la historia se vive y la tradición se canta”. La cabecera municipal en documentos históricos se identifica como Xichú de Indios o San Juan Bautista de Xichú.

En la zona destaca en primer lugar la orografía.  Se entra a un pequeño valle en el que las montañas tienen nombres descriptivos: Cerro Grande, donde está la comunidad del mismo nombre, el cerro Pelón, La Zorra y la Tortuga, por mencionar los más relevantes para esta pequeña descripción.

La vegetación se caracteriza por huizaches, mezquites, nopales, órganos, pitayos y cerca del río, el arroyo seco, los nogales se erigen como amos y señores, en comparación con algunos pirules que comparten la zona.

Al llegar al sitio el espacio de estacionamiento antecede a la entrada del Centro de Visitantes donde está la recepción. En esa entrada Eleazar nos recibió con gel en mano e indicándonos el lugar de los sanitarios. Parece ser frecuente que los visitantes lleguen directo al servicio. Tanto los trabajadores como los visitantes deben llevar puestos los cubrebocas. La cuota que pagan los adultos es general; no hay descuentos. La ruta de visita incluye siempre que te acompañe un guía. Esta dinámica permite que escuches la información y al mismo tiempo se cuide que el sitio se conserve al caminar sólo por los senderos y respetar plantas, muros y abrigos rocosos. La visita inicia con la visita a la exposición donde se contextualiza el sitio en relación con las pinturas rupestres en el mundo. Se ubica el lugar vinculándolo con los otros sitios arqueológicos en el estado, y conoces el tipo de poblaciones que habitaron la zona desde la época precuahtémica (guachichiles, guamares, pames, chichimeco Jonás, entre otros) hasta el siglo XIX. Prácticamente reconoces que hay dos zonas que recorrer el cerro de la zorra: el “Complejo A” y el de la tortuga o “Complejo B”, separados por el río. El primero recibe el nombre por la presencia del animalito; el segundo por la forma de tortuga que se distingue desde la parte más alta del cerro de la zorra, que es un marcador astronómico, ya que por ahí pasa la luz de los equinoccios de primavera y otoño. Como parte de la introducción se proyecta un video. Después inicia el recorrido; es importante cubrir la cabeza, ya que se camina alrededor de 2 horas si visitas los dos complejos. Una vez que atraviesas el río, antes de iniciar la subida al cerro de la Zorra impacta la figura de piedra que parece una persona, a la que llaman “El Guardían”. Para promover una actitud de respecto entre quienes visitan el lugar, se invita a pedir permiso para iniciar la subida.

Las pinturas dominantemente son rojas, naranjas y, en menor medida, negras. Las blancas son consideradas de la época colonial. Las formas varían desde geométricas, antropomorfas y lo que pudiera ser marcadores de tiempo. El símbolo que caracteriza al sitio, una especie de águila “quebrantahuesos”, se admira a la mitad del recorrido. ¿Cómo es posible que se hayan conservado las pinturas? En primer lugar se considera que la ubicación del diseño implicó el conocimiento del lugar, además, del tipo de materiales de la pintura, donde el “aglutinante” pudo ser desde líquido hemático -sangre- hasta sábila o nopal en combinación con diferentes minerales como el óxido de hierro o la calcita. Ahora, con la intervención de especialistas se protegen, incluyendo pequeñas cenefas en los muros rocosos, para que con las lluvias el escurrimiento sea por los lados y así evitar la caída directa del agua en las pinturas.

Nos comentó Eleazar que en el municipio de Victoria hay otros sitios con pinturas rupestres. Éste fue identificado por el arqueólogo Emilio Bejarano en 1973 y desde entonces lo han intervenido investigadores como Gloria Blancas, Ana María Crespo, Luz María Flores y Carlos Miramontes, por mencionar a los primeros que trabajaron en el sitio. Esto ha permitido conocer sus características, aunque falta trabajo paleontológico que pudiera esclarecer la idea local de los “huesos de gigante”, de lo que seguiremos platicando la siguiente semana. Junt@s es mejor. Visitemos la zona.




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Maricruz Romero Ugalde. Etnóloga, Profesora de la Universidad de Guanajuato adscrita al Departamento de Estudios Sociales, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Campus León e integrante del Cuerpo Académico: Agua, Energía y Cambio climático.

 

[1] http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/131_160218.pdf

[2] https://cultura.guanajuato.gob.mx/index.php/arroyo-seco/

[3] https://www.inah.gob.mx/boletines/10148-el-sitio-rupestre-arroyo-seco-en-guanajuato-duplica-su-recorrido-con-la-apertura-de-nueva-seccion