El reconocimiento de Guanajuato a personas como Tesoros Humanos Vivos

“…los conocimientos y técnicas relacionadas con la música, la danza, el teatro y la artesanía tradicional están en peligro de desaparición…”

El reconocimiento de Guanajuato a personas como Tesoros Humanos Vivos

De acuerdo con la UNESCO, “el patrimonio cultural inmaterial infunde a las comunidades, grupos e individuos un sentimiento de identidad y de continuidad, mientras que su salvaguardia es garantía de creatividad. Sin embargo, una gran parte de los conocimientos y técnicas relacionadas con la música, la danza, el teatro y la artesanía tradicional están en peligro de desaparición debido a la disminución del número de quienes las practican, el desinterés creciente de los jóvenes y la falta de fondos;[1]  de ahí que se establecieron directrices para la creación de sistemas nacionales de Tesoros Humanos Vivos. “Los Tesoros Humanos Vivos son individuos que poseen en sumo grado los conocimientos y técnicas necesarias para interpretar o recrear determinados elementos del patrimonio cultural inmaterial.”[2] El Gobierno Federal, a través de la Secretaria de Cultura y en coordinación con los organismos estatales, ha generado la convocatoria sobre el tema para actualizar el Centro de Invetigación y Documentación (CID) “Alberto Beltrán”.

Este recinto tiene sus orígenes primero en la Dirección de Arte Popular, dirigida en su creación por Alberto Beltrán (1971), y que se transformaría en la Dirección General de Culturas Populares a cargo de Rodolfo Stavenhagen en 1978, año en el que se inicia el Centro de Información y Documentación que para 1980 ya formaría parte del organigrama de la institución. Es en 1982 cuando Guillermo Bonfil Batalla impulsa la creación del Museo General de Culturas Populares e incorpora al CID. Por diversas circunstancias el acervo cambió de sede, lo que provocó el inadecuado manejo de las colecciones, incluso pérdida de material, hasta que en 1993 regresa a la sede del Museo General de Culturas Populares, para que 2005 se le denomine así en honor a Alberto Beltrán. En 2015 la Secretaria de Cultura incluye a la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, desde donde a través del CID se resguarda, preserva y difunde la memoria documental y audiovisual de estas culturas.

Este 2021 es el segundo año en que se emite la convocatoria En Guanajuato. En esta ocasión se amplió la fecha de recepción de postulaciones y los resultados fueron dados a conocer por el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato a través de su cuenta facebook [3]  justo el día del natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, Día nacional del libro y también Día del cartero, el pasado 12 de noviembre. Diez personas recibieron tres tipos de distinciones. Cabe resaltar que el requisito para participar en la convocatoria, además de los señalado por la UNESCO en la definición de Tesoro Humano Vivo, implicaba el ser postulado por una comunidad, tener más de 65 años y contar con la nacionalidad mexicana.[4] 

Entre las tres personas que recibieron la distinción como “Tesoros Humanos Vivos” están dos oriundos de Cañada de Juanica de Tierra Blanca, Gto., en la región Noreste del estado.  Aurelia Ramírez Félix, de 101 años de edad, fue distinguida por su conocimiento en medicina tradicional; y Atanacio Ramírez Félix, de 92 años, por tradición oral. Junto con ellos, Felipe Rodríguez Rodríguez (94 años) de La Tapona, San Felipe, Gto. de lo recibió por danza. La distinción incluye un premio económico y el financiamiento para un proyecto de difusión que permita transmitir su conocimiento a las nuevas generaciones.

Las otras siete personas recibieron sólo la distinción y un premio menor, tres más como “Portadoras y guardianas del Patrimonio Cultural Inmaterial de Guanajuato”, también del municipio de Tierra Blanca, Ma. Carmen González Félix de la comunidad de El Guadalupe por Medicina Tradicional y de Cieneguilla, Virginia González Álverez por Cocina Tradicional, la primera con 80 años y la segunda con 67. Sandalio Ángel Perrusquia, de San Bartolomé Aguas Calientes con 66 años y de Apaseo El Alto, lo recibió por técnicas artesanales (Mascarería). 

Cuatro personas más fueron reconocidas por su “Conocimiento y preservación del Patrimonio Cultural Inmaterial local”: Juana Andrade Ramírez con 83 años de Guanajuato, Gto. en técnicas artesanales (cartonería); J. Concepción González Carranza, 78 años, de Santo Tomás Huatzindeo, Salvatierra; Alcia Méndez Juárez, 78 años, de Celaya, en técnicas artesanales (cartonería) y Alfredo Díaz Mosqueda, 70 años, Guanajuato, Gto. en técnicas artesanales (alfarería).

Centrándonos en la Región Noreste, en el municipio de Tierra Blanca, es importante recordar que ahí se reconoce la llegada de población otomí en 1536. Es en la comunidad de Cieneguilla donde la población reconoce la sede de la Congregación Indígena Otomí de San Ildefonso. Las distinciones otorgadas a las cuatro personas de este municipio representan la relevancia de su conocimiento del medio, primero por la práctica asidua desde el hogar y hasta el recurrir a las especialista en medicina tradicional como Aurelia o Ma. Carmen, o bien, el preparar alimentos con especies locales como los insectos llamados “Tantarrias”[5] o el uso del condimento “azafrán”, que no es el conocido en medio oriente, sino unas semillas de un árbol local que se usa para pintar y dar sabor a uno de los caldos que se ofrecen en las mañanas durante las fiestas organizadas por las mayordomías.[6]  En la entrega anterior prometí continuar hablando de los “huesos de gigante”, referencia que existe entre la tradición oral tanto en Victoria como en Tierra Blanca, particularmente en El Guadalupe. Ma. Carmen González Félix comentó que antes iba a buscarlos al pie del monte para poder utilizarlos en sus preparados de hierbas y curar. Virginia, además de cocinera tradicional que ha llevado el sazón de la región hasta Europa, particularmente España, también practicaba la cestería. En la foto con que se ilustra esta columna yo porto un sombrero de cintilla o tornillo que ella hizo. Lo más curioso es que las mujeres artesanas que hacían cestería, con sólo verlo sabían quién lo había hecho. Con eso me refiero a que en este municipio la gente todavía transmite su cultura, ya sea participando en las mayordomías, utilizando las plantas para curarse, contando historias, produciendo artesanías o recorriendo sus caminos de manera cotidiana, identificando los lugares, recordando los sucesos. Esto todavía se vive en la zona, igual que la migración, tanto a la zona industrial de Querétaro como la internacional a diferentes partes de Estados Unidos. Por ello es importante impulsar el conocimiento y orgullo de compartir la sabiduría de todos a quienes se ha distinguido en esta ocasión como portadores de patrimonio inmaterial, para que cada año sea más grande el techo financiero, se enteren más personas y los municipios de involucren impulsando convocatorias similares desde lo local. Junt@s es mejor.

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Maricruz Romero Ugalde. Etnóloga, Profesora de la Universidad de Guanajuato adscrita al Departamento de Estudios Sociales, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Campus León e integrante del Cuerpo Académico: Agua, Energía y Cambio climático.

 

[1] https://ich.unesco.org/doc/src/00031-ES.pdf

[3] https://www.facebook.com/InstitutoEstataldelaCulturadeGuanajuato/posts/10159917673103217

[4] https://cultura.guanajuato.gob.mx/index.php/2021/08/09/convocatoria-tesoros-humanos-vivos-guanajuato-2021/

[5] En otros lugares se les conoce como “chinches pedorras” de manera coloquial y viven, predominantemente en los mezquites.

[6] https://www.actauniversitaria.ugto.mx/index.php/acta/article/view/1453/pdf_194