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09/05/18

Contrapesos de poder

“…quizá llevará tiempo pasar del dicho al hecho respecto a aquello de que la voz del pueblo es voz divina…”

Contrapesos de poder

En un país tan convulso como México, que ha arraigado el presidencialismo como una manera de ejercicio de poder y de administración pública, se ha logrado contrapeso en la toma de decisiones a través del Congreso de la Unión, conformado por la Cámara Baja (diputados federales) y la Cámara Alta (Senado de la República) que supone, a su vez, un diálogo continuo entre quienes ostentan el poder público y la ciudadanía.

Hay quien sostiene que esa es una tesis de un gobierno dividido y lo traducen de una manera coloquial: el Presidente propone y el Congreso dispone; lo que es lo mismo en el nivel estatal: el Gobernador propone y en el Legislativo dispone.

De otra manera se encarnaría un autoritarismo que, a estas alturas, generaría la visión única, no de la mayoría de los ciudadanos, sino de una mayoría que logró una visión y un proyecto entre otras opciones. No es lo mismo la mitad de los ciudadanos más uno.

En esta elección que se avecina se estará resolviendo, además de la elección del Presidente de la República, la renovación del Congreso de la Unión. En Guanajuato se renovará al gobernador y al Poder Legislativo. Los dos poderes que gobiernan a una ciudadanía y que merecen tener un contrapeso para evitar el autoritarismo.

La doctora María Amparo Casar, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, establece una reflexión interesante: “qué características institucionales pueden acercar a los sistemas presidenciales a tener gobiernos más estables, más eficientes y más socialmente responsables. Lo mismo puede decirse del dilema que plantean: ¿cómo lograr el balance o resolver la tensión entre los peligros que supone una presidencia que raye en la autocracia y una que se quede entrampada en la inmovilidad y la ineficiencia?”.

Interesante la interrogante que sale del libro Los frenos y contrapesos a las facultades del Ejecutivo, la función de los partidos políticos, el Judicial, el Legislativo y la Administración Pública que edita, justamente, la UNAM.

 De ahí que en los niveles nivel federal y estatal se presente un panorama interesante. El puntero en la elección federal, Andrés Manuel López Obrador, convocó a la ciudadanía a darle una mayoría en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados para dar reversa a las reformas que, a su ver, no sirven, y hacer nuevos planteamientos. Busca, pues, un poder absoluto.

En Guanajuato el escenario apunta a que el PAN podría perder ese poder absoluto y la próxima legislatura pueda hacerse pluripartidista, con la aparición de cinco o seis legisladores de Morena y quizá uno más del PT. El PRI bajará sus votos y hay quien no ve a José Huerta Aboytes como un preclaro opositor legislativo, dados sus antecedentes. El PAN perderá curules y el PVEM conservará sus sitios. Es un escenario considerando cómo se ven las cosas al día de hoy.

Aquí es donde vale la pena reflexionar si el voto que usted dará libremente, contribuirá a que los gobiernos federal y estatal logren el poder para generar reformas que contribuyan a mejorar el desempeño económico, y que eso repercuta en su mejor calidad de vida y en la eficiencia de los gobiernos.

Imagínese un Congreso de la Unión con una mayoría que siga el dictado (de ahí la palabra dictador) del Presidente de la República en turno.

O bien, imagínese una mayoría apabullante en el Congreso local, donde se escuche lo que dicte la voz (de ahí la palabra dictador) para el Gobernador del estado.

El investigador Bruce Ackerman, en su libro La nueva división de poderes, establece: “es indispensable tener en mente que en los sistemas presidenciales ocurre una de dos situaciones: o la separación de poderes genera buenas políticas, políticas coherentes y responsables ante el electorado porque hay armonía en las relaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo o, la ausencia de  gobierno unificado produce buenas políticas como resultado de la competencia institucional y de buen debate público”. 

En México no está ocurriendo ninguno de los dos supuestos, y quizá llevará tiempo pasar del dicho al hecho respecto a aquello de que la voz del pueblo es voz divina y, ojo, no se trata de convocar a una revolución, sino a una evolución política. No veo que el sistema de partido quiera salir de su zona de confort. Así las cosas.

PD Dejo un beso y un abrazo a mi mamá, quizá mi única lectora fiel que, aunque se piense que no, aún tengo madre.

(*) El autor es periodista que ha publicado en la prensa local, nacional y extranjera. Es analista político y editor en el portal Platino News, Noticias para la Nueva Generación

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Correo: [email protected]