martes. 23.04.2024
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Mónica Navarro
18:29
01/09/13

Las nuevas disposiciones o cómo no obtener el pasaporte

Las nuevas disposiciones o cómo no obtener el pasaporte

El objetivo era tramitar el pasaporte para un menor de edad, así que como primer paso decidimos informarnos acerca de los requisitos, mediante una búsqueda en el sitio web de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Luego recabamos los documentos indicados: credencial vigente del escolar, acta de nacimiento en original y copia, identificación oficial de los padres y la presencia del menor de edad y los papás.

Era periodo de vacaciones; las filas eran largas. Como los horarios de las oficinas de Relaciones Exteriores y las de enlace no son compatibles con los de padres que trabajan, optamos por realizar el trámite en sábado. La página en internet señala que atienden de 9 a 2 de la tarde y se pueden solicitar citas por teléfono, pero eso no aplica para la oficina de enlace de León ubicada en Plaza Mayor. Una joven nos informó que el horario de atención es hasta las 12 del día y no trabajan por cita, sino en el orden en que la gente va llegando.

En aquel mes de julio, llegamos y nos tocó el número 20. La recepcionista nos interrogó sobre la documentación y después indicó tomar asiento en una sala de espera, donde ponen una pantalla que repite comerciales y está en modo silencioso. Una hora más tarde, una empleada pasó a revisar la documentación. Cuando llegó a nosotros nos indicó que el acta de nacimiento debe ser presentada en el nuevo formato, y yo llevaba el documento original, que me entregaron en el registro civil hace 17 años, firmado por el oficial del registro, pero no la aceptó. Sólo me repitió varias veces que esa era la disposición, aunque ni en la página de internet, ni en los letreros colocados en la pared, ni por vía telefónica se señala que debe ser el nuevo formato. Sin más, nos retiramos.

El pasado sábado regresamos. Un día antes, llamé por teléfono para confirmar la documentación. Con tono de fastidio, una señorita me recitó que requería el acta de nacimiento en original y copia (nuevamente olvidó indicar que era el formato nuevo), credencial escolar o constancia de estudios, identificación oficial y la presencia de ambos padres o de quien tenga la custodia. Confiada, llegué y casualmente me tocó otra vez la ficha número 20. Pusieron de nuevo la misma serie de comerciales en modo mudo que se transmitía repetidamente en la pantalla de la sala de espera, y nuevamente llegó una empleada a revisar la documentación.

El momento se volvió tenso cuando la revisora me indicó que la credencial de mi hijo no era válida. Para mi fortuna, también llevaba una constancia de estudios y se la mostré, así que salvado el primer obstáculo para este nuevo intento, mi confianza empezó a crecer. Luego nos pidió el acta de nacimiento y saqué el acta nuevecita, con el formato reciente. Ya suponía yo superada la prueba, pero después de mirar dos veces detenidamente mi credencial de IFE y a mí, la señorita dejó salir con voz pausada la frase: sólo falta la identificación complementaria.

¿Qué qué?, gritamos al unísono el padre de mi hijo y yo. ¿Cuál identificación complementaria? ¿Qué es eso? Luego recordé que tenía mi licencia de conductor y se la mostré. Me responde que no es válida, que necesita la acreditación del servicio médico expedido por una institución de salud, o mi certificado de primaria. Los ojos se desorbitaron, el  pulso se aceleró, empecé a sentir que el rubor de la furia llenaba mis mejillas, pero me sobrepuse.

Le expuse a la señorita que había llamado el viernes por teléfono y la persona que me atendió no me habló de ese nuevo requisito, que tampoco se informa en el sitio web. La empleada me dijo que se trata de nuevas disposiciones… y se retiró a continuar la revisión de documentos. 

No vale la pena escribir todas las ideas que pasaron por mi mente, pero a pesar de la frustración y el creciente coraje, entendía que no es la empleada quien decide poner o quitar requisitos; lo son las cabezas, esos jefes que no dan la cara. Pese a que fuimos muchos los rechazados por no llevar nuestro certificado de primaria para tramitar el pasaporte de los hijos, y más de uno la maltrató, el encargado de la oficina jamás apareció y mucho menos defendió a la mujer, que sólo obedecía órdenes.

Así que, haciendo un recuento, he gastado 1000 pesos en pasajes, 300 en comidas, 4 horas de viaje, dos corajes… y aún no obtengo el pasaporte para mi hijo, porque las dos veces que he acudido no he considerado el factor: "nuevas disposiciones”. Sólo me queda anotar que la palabra disposición significa precepto legal o reglamentario, y en tal caso deberían ser por escrito.

Tal vez sea porque ésas no son nuevas disposiciones, sino las últimas ocurrencias de algún burócrata encumbrado.