Mónica Navarro
01:32
10/02/14

La patrona y el permiso de fin de semana

La patrona y el permiso de fin de semana

Su voz me resultó molesta desde el primer momento. Era aguda y atiplada como la de una chismosa de radionovela. Su ropa cara, su joyería de bisutería y su maquillaje no lograban embellecer a la horrible mujer que me tocó ver y escuchar mientras esperábamos mesa para comer. Ella externaba a una amiga su molestia, causada porque la chica del servicio doméstico había tenido la osadía de pedir dos días de descanso.

En pocos minutos conocí la desgracia de la pobre empleada doméstica, quien por 500 pesos a las semana trabaja para una patrona que no aprecia que la chica está obligada a vivir en el cuarto de servicio y atender a la familia, desde el amanecer hasta terminada la cena.

La mujer se quejó que por una fiesta familiar la chica, quien solo tiene permiso de salir el sábado a las 4 de la tarde para regresar el domingo a las 7 de la noche, se atreviera a pedir tal permiso, y sólo le fue concedido junto con la notificación de que se le descontaría el día.

Solidaria con su amiga, la interlocutora dio ejemplo de cómo son abusivas las mujeres del personal doméstico, ya que ellas les regalan ropa, (claro, la que planean tirar o donar; no se trata de ropa nueva que compren) de que el servicio come y duerme en la casa y, por supuesto, sin pagar renta.

Afortunadamente me tocó ocupar una mesa, porque la indignación iba creciendo y usted, amable lector, pensará que yo estaba de chismosa, pero aunque no me hubiera interesado la charla de las dos mujeres, ellas hablaban con un volumen suficientemente alto para ser escuchadas más allá de dos metros. Eso me dejó claro que no se avergüenzan y, lo que es peor, no saben que son una explotadoras.

Tal vez las tiendas de raya no existan ahora, pero cada vez regresamos a condiciones de trabajo más terribles. Si usted pensaba que ser empleado de una tienda de autoservicio o de un supermercadito de esos que hay en cada esquina, es terrible debido a los turnos rolados, la responsabilidad que hay sobre los empleados y el salario mínimo que perciben deberá dar un vistazo a las condiciones de vida de las trabajadoras domésticas que trabajan en casas de personas adineradas.

Algunos patrones exigen los ridículos uniformes de trabajador doméstico, las hacen dormir en cuartillos llenos de ropa para planchar, y a pesar de que las mujeres trabajan entre 12 y 14 horas al día, a sus patrones les parece que el salario mínimo es suficiente. Sume a esto que aunque no les pagan como niñeras se toman la libertad de dejarlas a cargo de los hijos cuando sus agendas sociales lo exigen, lo cual suele suceder muy a menudo. Ellas tienen que cuidar a los hijos de los patrones, aunque no pueden ver a los propios de lunes a viernes. Además no tienen prestaciones, no hacen antigüedad y cuando se pierde algo en casa, son las primeras sospechosas y el juicio inmediato dictamina culpabilidad.

Lo más triste es que, además de que la parte explotadora se siente noble por corresponder con 500 o 600 pesos a la mujer a quien roban su semana, despojan de su familia y muchas veces humillan, la empleada doméstica se marcha agradecida por el dinero que recibe.

Sé que no todos los casos son iguales, pero éste me tocó hoy.