jueves. 18.04.2024
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La ciudad sin ciudadanos

"...ser ciudadano responsable es el punto crítico que diferencia entre ser parte de las problemáticas o de las soluciones..."

La ciudad sin ciudadanos

 

Cuando la pequeña Violeta se levantó aquella mañana comprobó con terror que su habitación se había quedado sin colores. Las paredes ya no eran amarillas sino blancas, su colcha azul se había vuelto grisácea y todos los libros de su estantería eran una triste y borrosa mancha oscura.

-¿Qué ha pasado en esa habitación? –se preguntó la niña, comprobando con alivio que su pelo seguía naranja como zanahoria y que su pijama aún era de cuadritos verdes.

Violeta miró por la ventana y observó horrorizada que no solo su habitación, ¡toda la ciudad se había vuelto gris y fea! Dispuesta a saber qué había ocurrido, Violeta se vistió con su vestido favorito, ese que está lleno de flores, cogió su mochila de rayas, se puso sus zapatos morados y marchó a la calle...[1]

Este fragmento del cuento titulado La ciudad sin colores, de María Bautista, es un adecuado preámbulo para reflexionar sobre el nivel de nuestro interés ciudadano por el entorno que habitamos, nuestra ciudad.

Este bello cuento infantil nos invita a conocer el interés de una niña por hallar el motivo de que en su ciudad ya no existan colores. Al descubrirlo, la pequeña Violeta manifiesta una atracción y encanto por ocuparse en resolver tan delicado problema, aventurándose para recuperar esos colores.

Igual que Violeta observó un problema en su ciudad, todos tenemos capacidad para observar infinidad de problemas en la nuestra. Algunos se preocuparán por ciertos temas como los árboles, la pobreza, el desempleo, la drogadicción, el incremento del transporte, la basura, la expansión de la ciudad, el manejo de los recursos públicos, la administración de la ciudad, su futuro, entre entre tantos temas de interés público, que reflejan su disfuncionalidad y representan el padecimiento de un cuadro complejo en su salud.

Desafortunadamente no todos los habitantes tienen la sensibilidad y el interés de poner atención a los problemas de su ciudad. De hecho, uno de los problemas es la carencia de ciudadanos que autorregulen y participen activamente en su desarrollo. No es lo mismo ser un habitante más, que un ciudadano responsable por su ciudad.

Los pocos habitantes preocupados conviven además con situaciones a superar. Entre ellas está la prioridad con que deben ser atendidos los problemas o temas de interés, debido a que a cada uno considera que el suyo es el más importante a tratar, dificultad adicional al esfuerzo por ser escuchados por las autoridades correspondientes, que normalmente cierran las puertas.

Cada queja sobre nuestra ciudad, es síntoma de un problema en nuestra sociedad, y por lo tanto requiere atención. Actualmente las redes sociales se suman a la oferta y oportunidad de conocer la diversidad de temas que causan preocupación para ser mejor atendidos, como síntomas manifestados libremente por la ciudadanía.

Sin duda, se deben romper paradigmas y prejuicios para evolucionar en la creación de espacios, foros y mecanismos que garanticen un diálogo efectivo y participación activa de la comunidad, en la mejora de su ciudad. Ésta es una necesidad apremiante de evolución cultural ciudadana.

Cada día vivimos con gran cotidianidad nuestra ciudad; todo avanza con el ritmo conocido, para bien o para mal. La pregunta más frecuente que he escuchado es: ¿Cuándo es el momento para promover los cambios? Tan sólo al escuchar la palabra “cambio” seguramente hay un sector que siente pavor, debido a la alteración de su estado de confort, o por la incertidumbre que representa en su futuro.

Los ciudadanos responsables seguramente tienen mayor seguridad respecto a lograr esos cambios, debido a que cuentan con sensibilidad y valores, por los cual se vuelven actores firmes, congruentes y hasta líderes. En algunos casos, probablemente requieran fortalecer conocimientos y acuerdos para desarrollar sus propias respuestas en beneficio de la ciudad; sin embargo cuentan ya con un interés. Para este sector de la población, la respuesta en cuanto cuándo es el momento de cambiar, ya tiene fecha y se centra en el presente.

Hace unos días estuvo en la ciudad Humberto Maturana,[2] quien aportó factores relevantes para iniciar, mantener, enriquecer y lograr el diálogo efectivo requerido en nuestra sociedad diversa, permitiendo con ello establecer un marco ideal para tratar los temas de interés de nuestra ciudad.

Trasladando un cuestionamiento propuesto por Maturana, al reflexionar sobre la relación entre la población y su ciudad, podemos considerar lo siguiente: ¿Es adecuada actualmente? ¿Qué vale la pena mantener? ¿Qué vale la pena cambiar?

Las respuestas probablemente sean diversas, y todas interesantes. Aquí me limito a reconocer la necesidad de contar con la importancia de una generación de ciudadanos interesados en la ciudad que compartimos, como punto de partida para rediseñar la forma de hacer y vivir en ella, y lograr conjuntamente una ciudad mejor a la que imaginamos en lo individual.

Decidir ser ciudadano responsable es el punto crítico que diferencia entre ser parte de las problemáticas o de las soluciones. Con nuestra postura personal impactamos y marcamos la diferencia en nuestra sociedad. Ciudadanía responsable es sinónimo de bienestar urbano.

La cultura de responsabilidad sobre nuestra ciudad se puede trasladar fácilmente a la responsabilidad en nuestro barrio, nuestro hogar o nuestra empresa. Nos transformamos en responsables cuando reconocemos que los problemas de nuestro entorno no serán resueltos por algún premio Nobel, un filántropo o un presidente, y reconocemos que las soluciones pueden ser satisfechas por nosotros, con nuestra comunidad y con nuestra capacidad de gestión.

Me viene a la mente la experiencia que observo con alumnos de Arquitectura, sobre la evolución en su forma de cuestionar los problemas que deben afrontar. La diversidad de opiniones, la participación, la formulación de cuestionamientos y la calidad de los argumentos, son la única vía para establecer la confianza y los acuerdos de valor necesarios para ir a la siguiente etapa del proyecto en común.

La sed de la ciudadanía por opinar y participar en la mejora de su ciudad, expuesta en las redes sociales y en todo tipo de manifestación, es un área de oportunidad; no debe omitirse o limitar su debida atención.

La integración de ciudadanos responsables y la gestión de sus proyectos a favor de la ciudad será seguramente un reto que debe avanzar paso a paso, poco a poco. Seguramente requerirá ajustes o mejoras, pero no deberá ser limitada o restringida. Al contrario, debe ser promovida adecuadamente, pues representa el acceso a las soluciones de nuestras problemáticas.

El derecho de la ciudadanía, sus atribuciones y sus responsabilidades, son fortalezas de la ciudad para lograr vivir en armonía.

Actualmente el enfoque de Equidad Urbana en el Desarrollo-Ciudades para la Vida, es punto de partida para las reflexiones que se presentan en el Foro Urbano Mundial que, organizado por el Programa Hábitat de Naciones Unidas, se desarrolla en Medellín desde el 5 hasta el 11 de Abril de este año. El valor de las buenas prácticas internacionales es relevante y de referencia, pero solamente eso. Es más importante hacer realidad nuestros sueños en nuestra propia ciudad; deben destinarse más recursos a las iniciativas locales.

Retomando el cuento de “La ciudad sin color”, la nuestra requiere varios personajes como Violeta, para descubrir por qué padece tantos problemas, y para que su belleza sea recuperada por nosotros, los ciudadanos que la habitamos y le damos vida.

 

[1] Fragmento del cuento infantil titulado “La ciudad sin colores”, de María Bautista. http://www.cuentoalavista.com/2012/11/la-ciudad-sin-colores.html

[2] Biólogo y Epistemólogo Chileno, autor del concepto de Autopoiesis, invitado a la Semana de la Sustentabilidad 2014, celebrado en la ciudad de León, Guanajuato.