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Sara Mata
16:41
10/11/16

Al volver de Hábitat III

"Hace tres semanas concluyó la tercera cumbre mundial del Hábitat, reunión convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que se celebra cada 20 años ... "

Al volver de Hábitat III

Hace tres semanas concluyó la tercera cumbre mundial del Hábitat, reunión convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que se celebra cada 20 años y que tiene como antecedentes las de Vancouver en 1976 y Estambul en 1996.  

Enfocada como estoy desde hace una década a los estudios urbanos, me forjé la oportunidad de acudir a la cita del 17 al 20 de Octubre en Quito, Ecuador. Lo hice como estudiante de posgrado en urbanismo y vinculada a movimientos y organizaciones sociales con trabajo en hábitat.

Vivir una cumbre mundial es una experiencia de saturación de ponencias, declaraciones, seminarios, exposiciones y eventos de los que resulta arduo obtener un resumen. Lo intentaré, sin embargo, porque creo que es una forma de contribuir  a que algunos de los grandes debates político-intelectuales engarcen con problemáticas urbanas concretas que vivimos.

Lo primero que hay que situar es que a una cumbre mundial siempre tiene un espacio oficial y varios espacios alternos que oscilan entre la academia, los movimientos sociales y las instituciones no gubernamentales de escala supranacional. Al primero, llamado Hábitat III, concurren gobiernos nacionales, delegaciones de funcionarios públicos mezcladas con diplomáticos y representantes de fuertes intereses privados, de negocios o corporaciones regionales o globales; en el caso de Quito, se desarrolló en un recinto urbano que formaba la Casa de la Cultura Ecuatoriana y un parque aledaño. En este espacio se concluyeron negociaciones para emitir la llamada “Nueva Agenda Urbana” (NAU). Como es obvio, lo que ocurre ahí es lo que generalmente reportan los medios de comunicación.

Un espacio académico que en esta ocasión cobró protagonismo local y en redes sociales, fue el lanzado a iniciativa de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede Ecuador,  que convocó a un Hábitat 3 Alternativo, basado en especialistas de universidades de América Latina, algunas estadounidenses y europeas. Convocó también a representantes de organismos civiles y gobernantes de ciudades.

Entre los movimientos sociales y las OSC´s hubo dos espacios de convocatoria menor en número de asistentes, pero ricos en temáticas y actores sociales que postulan y ejercen críticas a los patrones de urbanización mundial, excluyentes y segregadores.  Las reuniones del “Foro social de resistencia” tuvieron como sede la Universidad Central del Ecuador, y las de la Coalición Internacional del Hábitat (HIC), un hotel de la ciudad.

Lo que tienen en común todos estos espacios es, primero, enmarcar una serie de discusiones y diálogos y finalmente producir ciertos documentos o declaratorias, que en teoría, al menos en el evento oficial, guiarán a los países a conducir las políticas sobre las ciudades a una gestión más incluyente, sustentable y democrática.

Por tanto, importan el tipo de ponentes, speakers, que se citan a cada espacio, pero también el tipo de procesos deliberativos que escenifican y, naturalmente, las declaratorias finales que producen. Hay que decir que en una convocatoria de tal envergadura, es común que los programas oficiales y alternativos estén colmados de personajes de grandes ideas o mejores experiencias, que expongan con vehemencia lo que han estudiado, gobernado o resistido por años.  También es común que en los programas se cuelen participaciones repetitivas o con poca sustancia.

Sin ánimo de profundizar en cada documento, sino en alentar a su lectura y estudio, la Nueva Agenda Urbana (NAU) puede consultarse aquí (Buscando en su navegador, asegúrese de ver el documento final adoptado). Consiste en 175 declaraciones de principios y compromisos que se condensan en 22 páginas. Aunque tiene unos apartados sobre implementación y mecanismos de aplicación y seguimiento, a partir de los parágrafos 81 y siguientes, su lectura es casi idéntica a los principios y expectativas, con llamados a gobiernos y agencias de las propias Naciones Unidas a aplicar diversos instrumentos y acuerdos mundiales, pero sin cuantificaciones o cualificaciones esperadas de la aplicación de la NAU.

 El “Manifiesto de Quito” fue el documento final de Hábitat 3 Alternativo y pueden verse los videos de su lectura a cargo de Jordi Borja, en YouTube. Se trata de un documento más compacto, cinco páginas, que cuestiona la representatividad y utilidad de las cumbres ONU-Hábitat. La representatividad, porque como se ha dicho, el evento oficial está hecho de representantes de Estados nacionales y sus burocracias centralizadas con la práctica ausencia de parlamentos y gobiernos locales, es decir, de los gobiernos de las ciudades, cuantimás de los pueblos y territorios sobre los que navega la NAU. Como dice el Manifiesto, cuando éstos logran hacerse escuchar, lo hacen desde posiciones marginales. El documento completo puede leerse aquí.

En consonancia con esta crítica, el Manifiesto de Quito señala que los cientos y formidables compromisos expuestos en la NAU pasen a ser asumidos por gobiernos nacionales que poco lidian con los problemas urbanos y sobre todo que no haya mecanismos de exigencia de los mismos, o de sanción en caso de incumplimiento. Como quedó evidenciado en numerosas ponencias y estudios que se generaron para la ocasión, la carencia de información de orden local, es decir: a nivel de ciudades de diferentes tamaños y no sólo agregada por países, hace casi imposible valorar cuáles y en qué medida de los compromisos del Hábitat II (Estambul) se han cumplido veinte años después, al llegar a Hábitat III (Quito). Aquí pueden consultar una de estas evaluaciones: The Habitat Commitment project.

Finalmente, la declaración de HIC en Quito, se tituló “Hacia un hábitat de derechos humanos” y puede leerse aquí. HIC es un movimiento y organización mundial de más de 400 miembros creada a instancias de la primera y segunda cumbres Hábitat, por lo que es una organización acreditada y testigo de la evolución de los debates relativos a los asentamientos humanos por más de cuatro décadas. En los últimos años ha enfocado parte de sus esfuerzos a promover el “derecho a la ciudad” por lo que la cita en Quito dio pie para reafirmar “su compromiso a seguir luchando y haciendo incidencia por el derecho a la ciudad dentro de un hábitat de derechos humanos, que permita la realización del ‘buen-vivir’ (sumak kawsay) para todas-os, de manera independiente y más allá del proceso Hábitat y la autorización de los gobiernos. Seguimos buscando soluciones reales basadas en las comunidades y centradas en la gente para enfrentar las múltiples crisis a las que se enfrenta el hábitat humano”.

Para quienes llevamos una temporada involucrados en asuntos sobre las ciudades hay realmente pocas nociones o realidades que resultaran realmente novedosas en ésos cuatro días de ponencias y discusiones, no obstante es notorio ver el crecimiento de conceptos como ciudades resilientes, smart cities o la tendencia de aplicación de los big data a la gestión de áreas urbanas.

En encuentros multitudinarios como el de Quito, probablemente la mayor riqueza es conocer de voz de sus protragonistas, que usualmente en grupos pequeños viajan desde cualquier rincón del mundo para contar cómo han luchado por tener una vivienda adecuada, cómo se han organizado para defenderse de desalojos en zonas de renovación urbana, qué herramientas informacionales o de redes han desplegado para que la voz de los habitantes se haga escuchar en planeaciones de grandes proyectos urbanos, o cómo se activan sectores de la población, por ejemplo, para promover los transportes no motorizados o los transportes masivos incluyentes.

Entre el tipo de acciones que pude conocer en el marco de Habitat III, me gustaría compartir las cinco siguientes:

  • La primera, es una de las experiencias de producción social del hábitat emblemáticas en América Latina: el cooperativismo de vivienda por ayuda mutua del Uruguay. Es un proyecto de formación de núcleos de familias que aportan horas de trabajo semanal para la construcción de su vivienda, contratan asistencia técnica para los proyectos arquitectónico, financiero y social de sus conjuntos y conservan la propiedad colectiva de sus viviendas lo que da seguridad a las familias y evita la especulación sobre el valor de las casas. Uno de los principios es privilegiar el valor de uso por sobre el valor de cambio de la vivienda.
  • La COCEAVIS es la Coordinadora centroamericana autogestionaria de vivienda solidaria. Está en cinco países centroamericanos y desde 2010 trata de expandir la experiencia uruguaya de cooperativismo de vivienda. Atiende a familias que usualmente no pueden acceder al mercado formal de vivienda y, por lo tanto, impulsan proyectos de acceso al suelo urbanizado y también hacen incidencia en política de vivienda y hábitat.
  • El taller popular de urbanismo de Villeneuve de Grenoble es una experiencia de activación vecinal ocurrida en 2012 en uno de los grandes conjuntos urbanos más emblemáticos de los años setenta en Francia. Fue una experiencia en principio de resistencia a un proyecto oficial de renovación del conjunto en que los residentes veían amenazado un importante parque pero que lograron modificarlo gracias a la aplicación de un modelo de organización comunitaria inspirado en el sociólogo norteamericano Saul Alinsky.
  • SueloUrbano.org es una plataforma abierta y colaborativa de información que promueve una gobernanza del suelo urbano responsable, inclusiva, sensible a problemáticas de género, transparente y con rendición de cuentas. Promueve el conocimiento de instrumentos de suelo y apoya la transferencia de conocimiento con herramientas de crowdsourcing y sistemas de información geográfica.
  • En Quito cinco experiencias del Programa de cooperación internacional de la Junta de Andalucía que en conjunto con el Instituto Metropolitano del Patrimonio rescatan edificios o construcciones históricas y las refuncionalizan para vivienda popular. Uno de ellos es el ex Hotel Colonial cercano a la Plaza de Santo Domingo, un lugar emblemático de Quito. Ese conjunto, que también colinda con un teatro antiguo, se convirtió en un conjunto de 27 viviendas de interés social que están por ser asignadas y habitadas.

 

Otro sitio refuncionalizado es la Casa del Penalillo; este sitio fue una especie de mesón o dormitorio para familiares que visitaban a personas recluídas en el penal García Moreno –en si mismo un edificio patrimonial cuya función de cárcel ahora ya ha sido sacado de la ciudad. La construcción era precaria pero el lote de buenas dimensiones, aunque enclavado en una topografía complicada por un desnivel de más de 10 metros entre una calle y otra en las que está ubicado. El sitio se eligió en 2001 para reubicar a pobladores de una zona de riesgo y se realizó un concurso de diseño arquitectónico para proyectar y construir 36 viviendas de interés social que desde el 2006 ya están habitadas.

La Casa Ponce y Casa de los siete patios son otros dos ejemplos de habitación popular en zonas históricas que también pude recorrer y resultan inspiradores para dar viabilidad a grandes casonas históricas cuyo destino en el siglo XXI no necesariamente tiene que ser espacios comerciales, estacionamientos o restaurantes, sino conservar su función habitacional y retener población en zonas céntricas.

En resumen, haber tomado parte de Hábitat III y sus Alternativas es muy estimulante para quienes nos interesamos de los asuntos de la ciudad no obstante resulta contrastante con la forma en que se enfocan los problemas urbanos en mi región. Considero que el primer reto local es revisar la agenda urbana de León y de Guanajuato y comenzar a nombrar las contradicciones e insuficiencias que nuestros modelos de planeación y gestión nos han dejado desde que los adoptamos, y la forma en que no hemos podido oponer eficaces instrumentos a los dictados e intereses de los mercados de suelo, de la construcción de infraestructuras o de las industrias extractivas del valor de lo que se produce en las ciudades guanajuatenses.

Lo segundo es abrirnos a conocer experiencias de producción social del hábitat, a reconocer a los grupos que están produciéndolas localmente aunque aún no se nombren así y en alguna medida promover su reproducción a partir de modelos ya experimentados.

Finalmente, y en consonancia con lo que globalmente se ha señalado, creo que debemos construir mejores datos, o enfocar mejor los que ya producimos, para que nos probemos si los objetivos de nuestras políticas urbanas están redundando en ciudanes más incluyentes y sustentables, más democráticas y vivibles, habitables.