Solos contra el teatro

Solos contra el teatro

En un taller de actuación tomado con Julieta Egurrola, una de las actrices con gran experiencia en la escena nacional y cercana al método del maestro Luis de Tavira, mencionaba que el monólogo o unipersonal no lo podemos catalogar como teatro, porque para una escena deben existir un mínimo de dos actores o actrices. Dentro de aquellos atavismos del teatro setentero en México de protesta colectiva u orgías pánicas dirigidas por Arrabal y Jodorowski, donde el teatro era invadido por un gigantismo entre lo absurdo y lo clásico, solo había espacio para enormes puestas donde lo numeroso de los elencos y lo gigante de las escenografías era el punto prioritario. Quizá la puesta que le dirigió el mismo Alejandro Jodorowski al actor Carlos Ancira, Diario de un Loco, puso al monólogo en primer plano de la escena nacional.

En la actualidad es difícil no encontrar un actor o actriz experimentado sin algún unipersonal en su carrera o con la firme y valiente decisión de crear alguno. Como actor, he tenido la experiencia de montar un par de unipersonales y varios sketches de monólogos para varios proyectos escénicos, y debo compartir con sinceridad el enorme reto y responsabilidad que representan. Por otro lado, la recompensa de poder llevar a cabo sin compañía un acto escénico, trae consigo una de las satisfacciones más redondas que puede tener un teatrista en su oficio y pasión.

La Coordinación Nacional de Teatro del INBA lleva casi una década con el Festival de monólogos o unipersonales. Año con año he sido testigo de puestas con mayor calidad y alcance. Este año, el noveno Festival de Teatro a Una Sola Voz trae consigo los demonios del devenir contemporáneo de la humanidad: el desamor, la soledad, el racismo, la violencia, la miseria e injusticia como los ejes temáticos de las ocho puestas que han girado por las principales ciudades de la república.

Debo hacer mención de las tres obras que a mi parecer presentaron las propuestas más contundentes o mejor logradas. En primer término, Nüremberg de Uruguay, la hiperrealista obra del actor Santiago Sanguinetti, sobre el racismo de un cabeza rapada neonazi que lleva a lo mas alto de la verosimilitud y persuasión al espectador por sus dotes actorales y el excelso trabajo, inmaculado y conmovedor.

Sobresale también Kame Hame Ha,  un texto potente del dramaturgo Jaime Chabaud, con la acertada dirección de Jesús Jiménez, que impulsan una eficiente actuación corpórea de Esteban Castellanos, arropado por elementos escenográficos mínimos y objetos que ayudan al actor a mostrar al público un personaje fanático de Dragon Ball Z, el Sayiayin, un adolescente asesino de catorce años inmiscuido en el narcotráfico, los asaltos con violencia y los secuestros, una cruda radiografía de la realidad de nuestra juventud en el país.

Por último, Hurt  de Astekeria Teatro, aunque abusando de elementos como la barbie al inicio de la obra, excediendo para mi gusto de la improvisación con el público participe y su eterno baile de Gloria Trevi. Logra provocar y sorprender; el uso de la multimedia es tal vez el mayor acierto de un unipersonal muy sui generis sobre una mujer herida por el desamor.

Catorce ciudades organizan en conjunto con el INBA Teatro a Una Sola Voz, y han creado de este festival una muy agradable costumbre de ver los mejores trabajos de monólogos en el país y de Sudamérica a un bajo costo. Podemos concluir que fue todo un éxito en su sede de León, pues pude ver un teatro María Grever con excelentes entradas, de un público sensible y generoso ante la oportunidad de ver a uno solo contra el teatro.

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