miércoles. 24.04.2024
El Tiempo

El síndrome de Ma Baker

“En épocas no muy lejanas, la madre era la fuente de cariño más importante del pueblo latinoamericano…”

El síndrome de Ma Baker

Todos nos preguntamos a qué se debe el aumento de la criminalidad en México, sobre todo en los últimos 18 años. Si lo analizamos con detenimiento, es más o menos el tiempo en el que surgió la primera generación de jóvenes, luego de que se implementaron en México las políticas neoliberales más extremas.

¿Pero qué relación tiene el neoliberalismo con la criminalidad? Papás y mamás debieron salir a trabajar y dejaron a los hijos a cargo de estancias infantiles, vecinos o, en el mejor de los casos, abuelos.

No es necesariamente la mujer quien debe hacerse cargo de la educación y el cuidado de los niños en casa. También puede hacerlo el hombre, pero alguien debía impartir los valores y la forja moral a los que la educación pública no está obligada, ya que en las escuelas se va a aprender español, matemáticas, física, pero por lo regular no se enseñan artes ni las reglas de conducta y comportamiento, que forman  ciudadanos socialmente compatibles y funcionales, y que antes se aprendían en el seno familiar.

En épocas no muy lejanas, la madre era la fuente de cariño más importante del pueblo latinoamericano que, desde el Rio Bravo hasta Tierra del Fuego, considera muy grave que le insulten a su madre, que la humillen y la devalúen, lo que no sucede con la figura paterna. Esto es por una cultura mariana heredada de los españoles (y en México, con mayor arraigo, guadalupana).

Para poner un ejemplo de matriarcado podría hablar del caso de Juchitán Oaxaca, pero ya está muy manoseado, por lo que pondré uno al otro lado de continente:

Los Mosuo, en China, han permitido que el sistema matriarcal florezca y perdure. Dicha estructura social es el legado de una época en la que era frecuente que los padres murieran en guerras, vivieran como nómadas o fueran monjes budistas.

En la sociedad mosuo las mujeres son las propietarias de la tierra y de los bienes familiares. La herencia se transmite de madre a hija. Los varones viven en la casa de su madre y sus hermanas. El apellido de la mujer identifica los lazos de sangre y el linaje familiar.

Como en otras comunidades matriarcales, no hay violencia; son comunes el buen trato y la hospitalidad. Entre los mosuo no tienen ninguna palabra para los conceptos de «asesinato», «guerra», «violación» o  «cárcel». El clan está formado por una mujer, sus hijos, su madre, sus hermanos, sus hermanas y los hijos de esas mismas hermanas. No existen los maridos.

La característica de la familia latinoamericana es la de una sociedad mixta: machista aunque no patriarcal, ya que el padre carece de autoridad real frente a los hijos, con algunos rasgos matriarcales importantes para la representación del poder. Por eso, en el momento en que la madre se ausentó del hogar, vino toda una disfunción social.

El problema actual está ocasionado por la ginecocracia, al querer copiar a las sociedades occidentales consumistas. La mujer sale a trabajar, el hombre también, y los chicos se quedan sin una figura de guía. La educación que proporciona el Estado sólo crea analfabetas funcionales que en casa no resuelven ningún problema y, lo que es peor, el amor de la madre que no se ha hecho cargo de sus hijos, aun así los justifica y arropa cuando delinquen, produciéndose el que llamo “síndrome de Ma Baker”, una famosa madre estadounidense que engendró, crío y protegió a toda una familia de delincuentes juveniles.

Aunque fue duramente criticado, tuvo razón el presidente López Obrador cuando pidió que “las madrecitas nos ayuden con sus hijos” como un eje para disminuir la delincuencia. Aunque para eso él nos deberá ayudar a mejorar sustancialmente la economía familiar, para que papá o mamá pueda quedarse en casa a criar mexicanos con valores. De lo contrario, el problema seguirá empeorando, y Ma Baker llorando a sus hijos caídos.