El Evangelio Según • Macondo • Víctor Hugo Pérez Nieto

“…otros nos quedamos en nuestro Macondo, esperando a que nos lleven las hormigas…”

El Evangelio Según • Macondo • Víctor Hugo Pérez Nieto

Macondo es una tierra imaginaria en cualquier lugar de América Latina, donde ocurren rencores familiares, amores infortunados por mujeres tan bellas que, en vez de morir, se elevan como globobos aerostáticos, y donde también suceden masacres.

Esa lejanía de los macondos del centro urbano neurálgico ocasiona infortunios y alegrías. Entre las ventajas está la dicha de llegar en menos de 15 minutos a cualquier parte, no hacer filas de una hora para comer en algún restaurante, y estar en constante comunión con la naturaleza. Sobra tanto tiempo que hasta se da uno el lujo de trabajar. Pero por otro lado tampoco es agradable saberse olvidado por las autoridades estatales y federales, por los medios de comunicación y lejos de los polos de desarrollo, lo cual fomenta cacicazgos dictatoriales. No es lo mismo el Guanajuato de León o del corredor industrial que el de Xichú, Tierra Blanca o Atarjea, la tierra del olvido de uno de los estados con mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH).

Macondo no está ubicado en un sitio exacto, sino en muchas partes, a veces, incluso, en lugares con un alto IDH, a dónde llega el ferrocarril con su modernidad efímera, porque se sabe que los pueblos y las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.

Tal vez por eso García Márquez no regresó a Aracataca, el primero y más famoso Macondo, y otros nos quedamos en nuestro Macondo, esperando a que nos lleven las hormigas.