El Evangelio según • Los tratados de Bucareli • Víctor Hugo Pérez Nieto

“…todo realmente para no desencantar a nuestros poderosos vecinos del norte...”

El Evangelio según • Los tratados de Bucareli • Víctor Hugo Pérez Nieto


Los tratados o acuerdos de Bucareli, fueron reuniones secretas entre Álvaro Obregón y el gobierno estadounidense en 1923, para lograr el reconocimiento de dicho país al gobierno emanado de la Revolución Mexicana, a cambio de resarcir los daños causados por la revolución a los intereses norteamericanos y, sobre todo, un tema que ocasionó tanta polémica, que incluso Adolfo de la Huerta, secretario de Hacienda de Obregón al considerar que había puntos humillantes que debía aceptar México con la firma del tratado, decidió renunciar e iniciar la rebelión delahuertista en Veracruz.

El Tratado de Bucareli impidió a México producir maquinaria especializada (motores, aviones, etc.) o maquinaria de precisión, por lo que México no ha salido aún del atraso tecnológico que dicho tratado le causó. Aunado a que durante el periodo entre 1910 y 1930, las guerras civiles y los múltiples golpes militares y rebeliones internas (algunos auspiciados por Estados Unidos y otras naciones extranjeras, como gran Bretaña y Alemania) devastaron a las industrias en México, las reparaciones de guerra frenaron la educación superior, así como la investigación y el desarrollo tecnológico, mientras que la inestabilidad social y política ahuyentaron inversiones extranjeras.

Hasta nuestros días, a México se le ha impedido producir o adquirir armamento fuera de los tratados binacionales de cooperación para la seguridad con EU. Algunos ejemplos son la prohibición de la adquisición de una flotilla de aviones Kfir israelíes en la década de los 80 y, más recientemente, el arrendamiento con opción a compra de unos Sukoi 27 rusos. Nuestras instalaciones estratégicas como pozos petroleros, refinerías y termonucleares están desprovistas de sistemas de protección antiaérea. Todo para no desequilibrar las fuerzas estratégicas regionales. Nuestra fuerza aérea parece más una aerolínea comercial, y los buques de la armada no son más que cáscaras de nuez heredadas de viejos conflictos. No nos queda más que repetirnos hasta el cansancio que “no somos belicistas”, todo realmente para no desencantar a nuestros poderosos vecinos del norte.

La doble moral se da cuando ellos sí quieren instalar misiles en las fronteras de sus enemigos más poderosos, al otro lado del globo terráqueo, para mantenerlos arrodillados, negándoles el derecho de mantener el equilibrio de fuerzas en sus fronteras.

La invasión de Rusia a Ucrania no fue la mejor opción, pero nos sirve para tomarla como ejemplo para nuestra autodeterminación, la mejora de nuestras fuerzas de defensa y la adquisición de aeronaves de superioridad aérea, que puedan ser útiles en caso de un conflicto armado que, como vimos, se puede desencadenar de un día para otro.