viernes. 19.04.2024
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El Evangelio según • Zinapécuaro • Víctor Hugo Pérez Nieto

"Una manera simplista y poco sensible para responder a las víctimas de una fallida estrategia de seguridad..."
El Evangelio según • Zinapécuaro • Víctor Hugo Pérez Nieto

El municipio de Zinapécuaro, aunque ya pertenece a Michoacán, colinda con Guanajuato. La cabecera municipal está a solo 6 kilómetros de la línea que separa ambos estados y a 22 kilómetros de la ciudad de Acámbaro.

Los habitantes de los municipios del sureste de Guanajuato que requieren ir a la ciudad de Morelia, necesariamente cruzan por Zinapécuaro, lugar que además cuenta con muchos puntos de interés turístico, principalmente balnearios de aguas termales a los que llegan paseantes de todo el Bajío, como son Atzimba, Las Adjuntas, Los Hervideros, Huingo, y Los Azufres.

Las relaciones entre Acámbaro y Zinapécuaro son estrechas: Acámbaro es en cierto modo el hermano mayor, a donde los michoacanos acude a hacer el supermercado, a visitar al médico, al abogado o al odontólogo, mientras muchos guanajuatenses se matriculan en la preparatoria incorporada a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo que se encuentra en Zinapécuaro y a donde los muchachos viajan todos los días media hora para tener entrada directa a una carrera universitaria en Morelia.

El olvido en el cual nos tiene nuestro propio estado a los acambarenses, nos ha obligado a hermanarnos con la zona del noreste de Michoacán en un tácito apoyo mutuo. Por eso muchos habitantes de los valles abajeños del Bajío le tenemos más aprecio a ciudades como Morelia o Querétaro que a Guanajuato o León.

Es tan estrecho el lazo entre Acámbaro, Guanajuato y Zinapécuaro, Michoacán, que el día de los sucesos del domingo 27 de marzo, los cuáles no necesito detallar porque le dieron la vuelta al mundo y pusieron a este municipio en el ojo internacional por las 20 vidas que cobraron, yo tenía media hora de haber pasado por el palenque del incidente, cuando todo ocurrió. Venía como cada fin de semana lo hago de la ciudad de Morelia, ya un poco demorado por el tráfico, y un azar del destino estuvo a punto de retrasarme aún más, lo cual hubiese tenido consecuencias funestas para mí y mi familia.

La cuestión que me pareció más desagradable fue la respuesta del presidente de la República en su mañanera ante el suceso: “fue una masacre de un grupo contra otro”, con lo cual estigmatizó a los muertos y sus deudos. Probablemente si mi familia y yo hubiésemos pasado media hora más tarde, también nos habrían contado entre las “bajas’ del grupo rival.

Una manera simplista y poco sensible para responder a las víctimas de una fallida estrategia de seguridad.