La casa del horror

“El ser humano es arrojado a un lugar, un tiempo y una familia determinados que no son de su elección, y el sentido de la vida consiste en dar utilidad a esa caída en determinado tiempo y espacio a pesar de las circunstancias…”

La casa del horror

 

El ser humano es arrojado a un lugar, un tiempo y una familia determinados que no son de su elección, y el sentido de la vida consiste en dar utilidad a esa caída en determinado tiempo y espacio a pesar de las circunstancias. No podemos elegir muchas cosas, pero estamos equipados con la capacidad de la acción para cambiarlas. Esto lo digo porque mucha gente cree que soy un antisistema-conspiracionista (me lo han hecho saber a través de correos y llamadas, sobre todo ahora que se acercan los tiempos electorales y hay mucha preocupación por todos quienes vertimos opiniones críticas al gobierno que por cierto, difícilmente remontará en la opinión pública como para poder ganar otra elección).

No es que sea antisistema, pero la postura más cómoda y segura para mí sería quedarme callado ante las injusticias. Ser un espectador más y nadar con la corriente, cosa tampoco muy conveniente porque la corriente tarde o temprano termina en una cascada que desembocará hacia el desfiladero. Serían faltas éticas no dedicarle columnas a personajes como Alfredo Castillo, el enamoradizo Virrey de Michoacán quien se fue de luna de miel a las Olimpiadas; Gerardo Ruiz Esparza, el titular de Comunicaciones y Transportes; Luis Videgaray Caso, el aprendiz más caro del mundo; Javier Duarte, el cleptómano guasón; Roberto Borge, el hijo pródigo; Carmen Salinas, la Márgara Francisca (un amigo diputado me confesó que le sustituyeron el de “La Corcholata” por este apodo más moderno en el Congreso); y un largo etcétera de deidades aztecas que nos ha heredado para el anecdotario este sexenio.

Con respecto a la Secretaría de la Función Pública, dependencia que dirige Arely Gómez González, en sustitución de Frodo Bolsón, quien ocupó el cargo luego de varios años de estar inactiva la dependencia, se puede decir que es un organismo creado para desviar la atención de los grandes desfalcos, inflando cifras a través del sacrificio de burócratas de bajo perfil para poder justificar su existencia. Parte del circo mediático orquestado para que la gente no se pregunte por los cohechos de OHL y Odebrecht. Dicha secretaría se encontró mucho tiempo en desuso, incluso en el sexenio pasado intentaron desaparecerla por costosa, ineficaz y tendenciosa, hasta que hace algunos  meses (en 2015 para ser exactos), que ya no se pudieron ocultar las sinvergüenzadas del gobierno y el descontento social, emergió de la tumba está institución, como un zombie bailando Thriller, al que el presidente le concedió la vida para que avalaran legalmente que él no había tenido conflicto de interés en La Casa Blanca (sí, sólo para eso resurgió, aunque usted no lo crea), obviamente, con los amigos del presidente en el performance, comenzando con Virgilio Andrade (un bufonesco personaje sacado de “el señor de los anillos”), quien luego le cedió el escenario principal de la coreografía a Arely Gómez.

Ellos, que fueron quienes se hicieron de la vista gorda con los desvíos de los Duarte (César y Javier), Roberto Borge, Alfredo Castillo, Ruiz Esparza, ya que estaban al frente de dependencias en el Poder Judicial, hoy son los encargados de joder y hacerle la vida miserable a médicos, maestros, enfermeras, etc, para salvarle el pellejo al presidente y su camarilla ante la opinión pública.

Ante esto, ¿cómo se puede estar a favor de un sistema, que bien lo describió Vargas Llosa como “la dictadura perfecta” y que incluso muchas dictaduras tradicionales envidian e intentan emular?

Y así, recién salida de la tumba, la Secretaria de la Función Pública se acerca con pasos torpes. Amenaza y espanta a los trabajadores, con la música de Michel Jackson de fondo, mientras los de arriba ríen, ríen a carcajadas del nuevo monstruo de feria que trabajará para ellos, en la nueva “casita del horror” a la que fuimos arrojados sin deberla ni temerla el resto de los empleados federales.