lunes. 15.04.2024
El Tiempo

Lealtad a ciegas

“…es propia del reino de las bestias, por su carencia de raciocinio…”
Lealtad a ciegas

La lealtad “a ciegas” es propia del reino de las bestias, por su carencia de raciocinio. Un perro o un caballo pueden ser leales a ciegas porque son de naturaleza servil.

La lealtad se define como la devoción de cualquier persona con un Estado, gobernante, comunidad, persona o causa, incluido el nacionalismo del nazismo o del fascismo.

Hay lealtades que son definidas erróneamente como “ilimitadas” en sus alcances, y fracasan cuando chocan de frente con los límites de la moralidad.

Un proyecto que exige lealtad a ciegas raya en el estanlinismo, donde el que no coincidía al pie de la letra con las ideas del líder supremo, era enviado a los campos de trabajos forzados de Siberia. Así, 20 millones de personas, incluidos ingenieros, músicos y poetas, murieron en los gulags por no ser suficientemente abyectos. Entonces los comunistas debían ser leales a ciegas, aunque la lealtad fuera hacia personas o causas que no eran dignas de ella.

La lista es larga y no incluye nada más al comunismo: maoísmo, estanlinismo, troskismo, fascismo, nazismo. Todos ellos exigieron lealtad a ciegas y obligaron a sus seguidores a cometer crímenes atroces.

Hoy día, tal vez sea Corea del Norte el mejor ejemplo de un pueblo sometido al servilismo. Kim Jong-un tiene sus propias versiones de Gulags para los ciudadanos que no muestren la fidelidad suficiente hacia su persona.

Afortunadamente, López Obrador  aclaró que no quiere lealtad a su persona, sino al proceso de transformación. Pero el esquema de fondo en la petición de Lealtad a ciegas, luego de las renuncias de personajes claves en el gabinete como Germán Martínez, Carlos Urzúa y recientemente Jaime Cárdenas, no cambia, porque él se asume como la única transformación plausible para el país y para la encarnación de la nueva historia de México. Sin importar los hechos que hayan propiciado estas renuncias y que seguramente, más que una lealtad a ciegas, corresponden a una lealtad a sus propias convicciones de no traspasar los límites de la ética.