Poético reclamo

“Un artista no puede aspirar a serlo si está conforme con su entorno, si tiene una memoria fotográfica que pinta o describe lo que ve, con la coherencia de lo cotidiano y sin la insensatez de la imaginación exacerbada por los hechos. La soledad de la verdad austera no la sufrimos, por fortuna, los poetas…”

 

Poético reclamo

Mis ojos me saben más a ojos en las noches estrelladas y mi paladar ve mejor lo que olfatea cuando está a la orilla del mar. Es así, con una manera poética de denunciar abusos, a través de parábolas e historias contada por terceros, como he logrado más cambios que con demandas legales y el puño cerrado. Siempre he sido enemigo de los narcisistas abusadores que se topa uno a lo largo del camino, y cuando puedo, los evidencio para retirarlos de éste.

Un artista no puede aspirar a serlo si está conforme con su entorno, si tiene una memoria fotográfica que pinta o describe lo que ve, con la coherencia de lo cotidiano y sin la insensatez de la imaginación exacerbada por los hechos. La soledad de la verdad austera no la sufrimos, por fortuna, los poetas.

No obstante, lo que voy a contar es real. Una crónica. Fue el primer choque que tuve contra el poder, siendo todavía niño. No pasaba de 8 años cuando acompañé a mi papá, quien en aquel entonces era el delegado del Sindicato del IMSS en el Puerto de Veracruz, a una marcha que partió de la Avenida Independencia, frente al entonces Café de la Parroquia y que reclamaba democracia sindical. En aquella ocasión, el tristemente célebre doctor Antonio Punzo Gaona envió a un grupo de choque que junto con los granaderos rompieron la manifestación a medio camino. A mi padre se le quisieron ir a garrotazos, pero unas aguerridas mujeres lo defendieron mientras él escapaba. Llovían gases lacrimógenos cuando corrimos hacía el parque Zamora, donde me desnudó y me metió a la fuente para quitarme el escozor del gas pimienta. Quisieron detenerlo y llevarlo preso, pero nos confundimos entre  la multitud. Su pecado fue ser el editor de un periódico de izquierda que circulaba de manera clandestina, El Chaquiste Dorado,  que incomodaba mucho a las autoridades del IMSS.

Desde entonces nació mi resentimiento contra los narcisistas abusivos y mi necedad de escribir.

Poco tiempo después, Cuando Antonio Punzo Gaona, fue secretario general del CEN del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), en 1989 dio a conocer el nuevo Contrato Colectivo de Trabajo. En aquel entonces, 298 de los 500 delegados se opusieron al nuevo Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) por considerar que iba en contra de sus representados. El 20 de octubre de 1989 se llevó a cabo la primera marcha masiva de trabajadores IMSS en la Ciudad de México y los estados, que tenía como propósito la destitución de Punzo Gaona, a quien adornó la desfachatez de asegurar que su jefe era el entonces Presidente de la República y no sus agremiados, ya que había sido el PRI quien le había dado una curul en la Cámara de Diputados. El 27 de octubre se llevó otra marcha nacional. Luego, una huelga de hambre. El 01 y 03 de noviembre de 1989 se dieron la tercera y cuarta movilización de los trabajadores del IMSS. Finalmente, el 09 de noviembre el doctor Antonio Punzo Gaona tuvo que renunciar a la dirigencia sindical frente a las protestas. La modificación al Contrato Colectivo del Trabajo sólo se pospuso.

Ésta fue la última vez que se dejó sentir el peso de los trabajadores sobre los líderes charros, ya que años después, bajo el cobijo del PAN, otro secretario general, Valdemar Gutiérrez Fragoso, cebado igualmente por una diputación, ahora blanquiazul, cedió al sistema neoliberal el Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP) del IMSS. En aquella ocasión, ante el albazo ya no hubo una movilización efectiva y todos los delegados doblaron las manos.

La situación contemporánea ha cambiado: ahora el SNTSS no pertenece ya al partido político en el poder ni tuvieron para sus dirigentes las siempre esperadas diputaciones plurinominales, lo que le dificultaría al actual gobierno la revisión contractual en octubre del 2019 con los cambios requeridos para la unificación del sector salud, por lo cual, Andrés Manuel López Obrador ya sacó su as bajo la manga con la creación de un nuevo sindicato “democrático” y la consecuente división de los trabajadores, muchos de los cuales, con razón o sin ella, se sienten agraviados por el actual SNTSS, quien es el que conserva el control del CCT.

La estrategia de formar otro sindicato en lugar de democratizar el que ya existe para construir un sindicalismo de cara a la sociedad y los trabajadores, me parece sospechosa, por no decir mezquina y desafortunada.

Si se les escucha y se leen las propuestas de los integrantes del recién formado Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores del Seguro Social (SNDTSS), pareciera que tienen razón, pero es difícil que a este viejo velador lo duerman con una charla para robarlo, mucho menos recordando mi experiencia con el sindicalismo que desde niño relacioné con represión, garrotazos y gas pimienta.

Tengo una fe inquebrantable en la estupidez humana, y no me fío de nada ni de nadie, por eso jamás me decepcionan mis predicciones de que los que llegan son peores que quienes les ceden el lugar. Basta leer “Rebelión en la Granja”.

Don Quijote de la Mancha fue un personaje de ficción; en el México real sólo hay charros multicolores.

Mientras tenga prebendas del gobierno en turno, es imposible que un sindicato sea imparcial en su lucha por los trabajadores, aunque afirme lo contrario.

Hoy, estos nuevos sindicatos que surgen y pretenden agruparse, serán como la vieja CTM (ya expulsada de la Confederación Sindical Internacional por malas prácticas en contra de sus agremiados, contrarias a los principios y valores de los trabajadores), pero ahora controlada por Napoleón Gómez Urrutia a través de la Confederación Sindical Internacional Democrática (CSID). Un cuchillo que no corta, una vela que no alumbra, el coloso de Rodas bajo las aguas. Pólvora mojada contra el nuevo sistema.

Y, ¿qué tiene que ver la lírica con todo esto tan mundano? Percibí algo de justicia poética en que sea ahora el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social quien convoque nuevamente a marchas de protesta y quien probablemente ahora si quiera rescatar de los socialistas, el RJP que algún día cedió a los neoliberales para transferirlo a las abusivas AFORES. Algo que desde hace algún tiempo nos debe y ha venido procastinando por estar ceñido a un partido, y que esperamos, por el bien de los trabajadores IMSS, no vuelva a suceder.

Solo sin maíz en el pico canta el gallo, y los pollos acudimos a su llamado. Unidos somos más fuertes y estaremos al pie del cañón en defensa de nuestros derechos ganados a pesar de los garrotazos, el gas lacrimógeno y la sangre derramada.