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54 MUJERES [VII]

The Shaggs, el peor grupo del mundo • José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador
The Shaggs, El peor grupo del mundo
The Shaggs, El peor grupo del mundo
The Shaggs, el peor grupo del mundo • José Luis Justes Amador


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Y aunque pienses que es “malo”, tienes que admitir que es malo de una manera que te interpela personalmente, que te pide que repienses lo que “bueno” y “malo” significan.
Lindsay Zoladz en Pitchfork

 

 

Por lógica matemática, en un mundo en que el porcentaje masculino es infinitamente mayor al de mujeres, tanto las cumbres como las simas deberían estar ocupadas por hombres. La siempre contradictoria historia del rock’n’roll resulta una excepción que tiene un nombre propio que destaca por encima (o mejor en este caso por debajo) de todos: The Shaggs y su “Philosophy of the world”, que está incluido en primer lugar en cualquier lista que se precie como el peor grupo y el peor disco de la historia.
 

 


 

Hay grupos que tienen un instrumentista arrítmico o un cantante que desafina o unas letras deleznables, pero The Shaggs lo tenían todo al mismo tiempo. Y, sin embargo, nadie que haya escuchado completo el “Philosophy of the World” puede quedar indiferente ante su influjo. ¿Cómo se puede pasar de afirmar que “no pensábamos que estuviéramos preparadas para grabar nada” a que Lester Bangs, uno de los críticos icónicos de la historia de la música, en un artículo titulado “The Shaggs: Better Than the Beatles (and DNA, ¿Too)”, escribe que suenan “perfectas” —“No pueden tocar pero tienen actitud, que es de lo que se trata el rock’n’roll desde el primer día”?

 

Kurt Cobain muestra su playera con la portada de The Shaggs
Kurt Cobain muestra su playera con la imagen de The Shaggs

 

Y, por si fuera poco, su historia es triste y, en contra de lo que suele suceder, tampoco tiene final feliz. Y comienza mucho antes de que las tres hermanas Dorothy “Dot”, Betty y Helen Wiggin nacieran. Su abuela paterna le había leído la mano a su padre Austin Wiggin y le hizo tres profecías: que se casaría con una mujer de cabello rubio, que tendría dos hijas después de que ella hubiera muerto, y que sus hijas montarían un grupo que lograría la fama. Como la primera y la segunda se habían cumplido, Austin confió ciegamente que la tercera también había de ser cierta, y puso todo su empeño para cumplirla.

Austin se puso manos a la obra y sacó a sus hijas adolescentes de la escuela para que aprendieran tocar instrumentos y compusieran letras para el grupo que, según él y las profecías de su abuela, saltaría a la fama. Según Dot, Austin “era disciplinado. Era obstinado y podía ser temperamental. Él dirigía. Nosotras obedecíamos. Y lo hicimos lo mejor que pudimos”. Hasta que en 1968 dieron su primer concierto en el ayuntamiento de Freemont, un horrible primer concierto en el que incluso, además de la indiferencia, se encontraron con latas de cerveza y otros objetos arrojados al escenario. Diez años antes del punk.

A pesar del desastre, Austin continuó obligándolas a ensayar y a componer, hasta que tuvieron todas las canciones que entrarían en el mítico “Philosophy of the World”. Con dinero propio, el padre prensó mil copias del disco, de las que sólo llegaron a sus manos cien, ya que el encargado de maquilarlas se fugó con el dinero y el resto de los discos —si es que llegó a fabricarlos–. Esos cien restantes apenas fueron tocados en unas pocas emisoras locales sin ninguna atención ni éxito. Esa escasez, además, hace que cuando uno de los discos originales de The Shaggs, al salir a la venta o subasta, alcance precios exorbitantes.

A las hermanas Wiggin el sonido de lo grabado les pareció horrible. Una de las poquísimas críticas originales, por no decir la única, que tuvieron al publicar el disco, era clara: “La música de The Shaggs, cuyo sentido de la melodía y la calidad brillan por su ausencia, es arrítmica, torpe y disonante, naive, casi siniestra en su primitivo infantilismo… Pero el intenso impacto que provoca es difícil de olvidar”. La experiencia de oír el disco por primera vez entero es imposible de reducir a palabras. Lo único que surge son preguntas que se resumen en una: ¿qué es esto?

La única manera de expresarlo es apretar play para empezar a escuchar “Philosophy of the world” con esas guitarras fuera de ritmo y desafinadas, una voz que comienza a cantar eso de “los ricos quieren lo que los pobres tienen, los pobres quieren lo que los ricos tienen”, mientras una batería intenta lograr algo parecido a un ritmo. Y a partir de ahí sumergirse en una aventura sónica de poco más de media hora de la que, como los buenos libros, uno sale siendo diferente a como entró. Si el lector logra superar el segundo corte del disco “That Little Sports Car”, que incluye un solo de guitarra que hasta un manco superaría, con toda seguridad puede llegar al final del álbum.

A pesar de que estaba claro que nunca iban a llegar a ser, ya no famosas sino ni siquiera musicalmente competentes, The Shaggs siguieron tocando en las ferias de su ciudad natal y los alrededores y en asilos. El grupo acabo por disolverse el mismo día de 1975 en que Austin murió a la cuarenta y siete años, el mismo día en que, según Helen, habían logrado tocar una versión de “Philosophy of the World”, la canción, de un modo convincente.

¿Cómo llegaron entonces a ser famosas? Porque en tres generaciones diferentes, tres músicos diferentes hablaron de ellas. El primero, el siempre descubridor de discos extraños Frank Zappa, a principios de los años setenta en sus programas de radio llamados “Dr. Demento”, en el que puso un par de canciones del disco de The Shaggs que no se molestó en explicar cómo había conseguido.  En los años ochenta, dos de los músicos de NRBQ lograron la redición del disco original en Rounder Records, a un precio bastante más asequible que el original, logrando que incluso la revista Rolling Stone lo considerara el regreso del año. Y en los noventa, en un gesto sincero que incluía llevar una camiseta con la portada del disco, Kurt Cobain las incluyó ¡¡¡en el número 5!!! de su lista de cincuenta grandes discos.
 

 


 

Solo regresarían a los escenarios para la edición de 2017 de Solid Sound Festival, curado por Wilco, con un público numeroso y entregado que coreaba las canciones que cantaban las dos hermanas supervivientes, ayudadas por una banda que previamente había desafinado sus guitarras, una baterista enloquecida intentando no seguir el ritmo, y una cantante de apoyo replicando los gallos del disco original. Tal vez al final sólo al final y de una manera irónica, la abuela había tenido razón: The Shaggs habían logrado ser un grupo popular, conocido y reconocido.

PD: Dan para una película (los rumores indican que desde 2018 está en preproducción), pero el éxito o el fracaso de The Shaggs han dado hasta ahora para un musical Off-Broadway que podía titularse sino “The Shaggs: Philosophy of the world” y una obra de teatro independiente en Francia, llamada como el nombre del grupo.

 

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