León, Gto. La doctora Cristina Solano estudió Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de México. Posteriormente cursó en el Imperial Collage de Londres la maestría en Óptica Aplicada y el Diploma de miembro del Imperial Collage con la tesis: “Design of Microscope Objectives,” dirigida por Prof. Mike Kidger. 

Se doctoró en la Universidad Laval en la ciudad de Québec, Canadá, con una tesis sobre “La Sensibilitation des Couches de Gelatine Utilisees pour le traitment des Images et la Holographie Conventionelle et Polarisee, ″ asesorada por los Profesores R. A. Lessard y P.C. Roberge.

Se incorpora al Centro de Investigaciones en Óptica en 1986, donde ha realizado trabajos de investigación en el grupo de holografía. Recientemente colabora en la coordinación de divulgación en el CIO, donde concentra sus esfuerzos en transmitir el interés por la actividad científica a niños y jóvenes. Por esta el SPIE (International Society for Optics and Photonics) le otorgó en febrero pasado un premio que la codea con los más reconocidos científicos internacionales.

Doctora, ¿dónde nace ésta vocación por enseñar ciencia a niños y jóvenes?

-Primero porque soy mamá, y me di cuenta al hablar con otras mamás, que hay una actitud cerrada a la ciencia. Los padres dicen: -Yo nunca pude, tú no vas a poder-. Es como darles permiso a fallar. Las personas no tienen interés por la ciencia. No entienden que no sólo es un desprecio a las matemáticas o a la ciencia; es un desprecio a todo el conocimiento. Las personas sólo se preocupan por el dinero; y esto es muy triste para la sociedad porque no nos lleva a nada.

Yo recibí muchos apoyos para poder desarrollar mis estudios. Entonces después de recibir tanto, quise devolverle algo a la sociedad. Después de quince años en los que trabajé aquí, propuse una actividad de divulgación y me dieron la oportunidad.

Tuve una maestra de álgebra en segundo de secundaria, y otro gran maestro de física y química en la preparatoria. Siempre un buen maestro es capaz de despertar vocaciones. Pude estudiar ingeniería, pero no me animé a ser la tercera mujer en toda la facultad, así que me fui por la física. Era mucho más plural.

Háblenos de la etapa en que usted hace sus estudios

-Vivíamos en la ciudad de México, pero mi papá era de Costa Rica, así que decidió regresarse. Estudiaba en la Facultad de Ciencias de la UNAM y debí abandonar en el segundo año.

Pasando un año, mi novio fue por mí; nos casamos y  tuve que acabar mi carrera sacando materia por materia. Un transcurso de mucho trabajo y muchos problemas económicos. ¡Pero con muchas ganas! Ya después nos fuimos a Inglaterra con beca de CONACYT, hice una maestría en Óptica Aplicada, y de ahí  a Canadá, también por beca, a hacer el doctorado.

¿Cómo mejorar la enseñanza de la ciencia en las aulas?

-Creo que a los maestros les hace falta hacer experimentación. La realidad es que la enseñanza tradicional es muy aburrida para los niños. Hay libros que vinculan la física con superhéroes. Es asunto de cambiar las cosas y hacerlo más atractivo. Debe haber juego; es donde se aprende más.

Mi papel como divulgador estimular la receptividad de los niños. No se les pretende dar un curso con base en el programa escolar, el chiste es que ellos vean algo que es parte de su vida y lo apliquen.

¿Se le han acercado para ofrecerle algún apoyo a su programa?

-No; el trabajo de divulgación no se reconoce como el de investigación. No hay quien aplauda esta labor. Me la he estado jugando y he decidido hacerlo por gusto. Es difícil que se enteren de lo que hacemos porque no es algo reconocido. Desgraciadamente, incluso los propios investigadores no la toman como algo prioritario.

¿Cómo recibe la condecoración de SPIE?

-Me da mucho gusto, porque decimos: -¡Miren, se está reconociendo, ayúdenos!-. Pero ha costado mucho trabajo obtener apoyos.

¿Cosechará su labor?

¡Claro que sí! No se cuando, pero no me importa, estoy segura que sí. He conocido gente que dice: Yo decidí dedicarme a la ciencia gracias a este programa.