Alejandro Jodorowski, el mago del tarot de la vida
Dios no existe, te mueres, te pudres, no hay más. Esas fueron las palabras, que escuchó de su padre, y marcaron para siempre el destino de este cineasta, mimo, marionetista, teatrista, escritor, psicomago, guionista de comics, tarotista, que en resumidas cuentas se autodefine como un poeta o, mejor aún, un ser humano.
Irreverente en su juventud prolija en miles de peripecias y aventuras estrafalarias para gritar, cuestionar al mundo y buscar respuestas. A sus ochenta años dejó a un lado su actitud revolucionaria y trabajó en una re-evolución poética, una metamorfosis que parte de uno mismo para cambiar al mundo. Un mundo en el que nadie está satisfecho y sólo se puede cambiar a partir de nosotros mismos.
Este hombre es prueba vivencial de su corriente filosófica acerca del cambio a través del pensamiento. Estancarte te lleva a la muerte, afirma. La experiencia de vivir la vida al límite en todos los ámbitos, enfrentarla y aceptarla como aprendizaje personal, es determinante para enfrentar el sufrimiento, dominar el miedo, descubrir los talentos propios y esforzarte para sacarles provecho.
Alejandro Jodorowsky Prullansky tiene 84 años de edad; nació el 17 de febrero de 1929. Estuvo hace pocos días en el Festival Internacional de Cine de Morelia, donde exhibió su último largometraje, en el que expone su perspectiva de la relación con su padre, humanizados ambos. Muestra su alma en esta película donde habla sobre su niñez en su lugar de origen, Tocopilla, Chile. No veo ninguna diferencia entre desnudar el cuerpo y desnudar el alma, he ahí que está en plena honestidad, desvestido en plena poesía, con La Danza de la Realidad. El cine para él es sagrado. Debe servir para abrir conciencias, conjugar presente, pasado y futuro, para salvar al mundo o al menos intentarlo.
Una fuerte influencia que marcó crucialmente su evolución fue el circo. En uno de ellos huyó para siempre de su familia y su pueblo. Fue discípulo del genial mimo Marcel Marceau, recorrió países de Asia y Europa, y así llegó al florido y espinudo –como definió su paisano Pablo Neruda- México.
México le abrió el camino de la consagración, le puso en bandeja de plata la conquista del teatro con su Movimiento Pánico del Absurdo, al lado del director español Fernando Arrabal. Lo sedujeron sus plantas de poder y los viajes místicos, peyote, hongos, semillas de la virgen y marihuana. Pasó muchos años entre chamanes, curanderos y brujos en mercados públicos del Distrito Federal. Los ensayos teatrales, temporadas exitosas y polémicas por sus desnudos y grotescas realidades. Tomó el movimiento hippie, que esos años florecía aquí, como un forcado los cuernos de un toro. Montó obras teatrales con grupos de rock en vivo, que dieron origen al performance y lo guiaron al arte que fue para Jodorowsky el trampolín a la fama universal, el cine.
Fando y Lis, su opera prima en 1968, le ganó respeto y presencia en las esferas intelectuales del país. El Topo, filmado en 1970, una cinta preñada de imágenes aberrantes, desconcertadoras y sorprendentes. John Lennon, cuando la vio, quedó tan sorprendido que se propuso distribuir la película en Nueva York, exhibiéndola durante meses en salas de cine de Manhattan. Bajo el auspicio de George Martin, productor de los Beatles, realizó La Montaña Sagrada, su película más controvertida. Durante la filmación invadió con prostitutas desnudas y vestidas de monja las iglesias del centro de la ciudad de México, filmó una imagen de paidofilia frente a una capilla y organizó un desfile de animales desollados en pleno zócalo, frente a catedral. Trabajando para Jodorowsky, actores y artistas invitados a la filmación consumían drogas abiertamente, fuera de control. Al finalizar el rodaje, el Estado Mayor Presidencial llegó a la casa de Jodorowski y lo llevó ante el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, quien le pidió la cinta original de La Montaña Sagrada. Al día siguiente, a primera hora, Alejandro Jodorowski huyó de México con su película y familia y no volvió en quince años.
De México se fue a París, estudió a fondo del Tarot de Marsella y ahora da lecturas gratuitas los miércoles. Así inició una labor de sanación holística, a la que llamó Psicomagia, combinación de chamanismo, teatro, matemáticas y psicología. Se dedicó a escribir y ha publicado obras como El Maestro y las Magas, Psicomagia, Cabaret Místico, La Danza de la Realidad, Psicogenealogía y El Tesoro de la Sombra. Sus ediciones le han hecho ganar millones de lectores y seguidores en todo el mundo.
Regresó a México en 1988 para filmar, con expertise y criterio más maduro, Santa Sangre. En esa ocasión aceptó una entrevista en el noticiero mañanero de Televisa, Hoy Mismo, en el que recordó cómo quince años antes destruyó y quemó un costoso piano frente al poderoso Tigre Azcárraga, a quien acusaba, hace cuarenta años, de idiotizar a los mexicanos con indignos programas de televisión y estigmatizantes comerciales cada diez minutos.
Este hiperactivo artista se dedica también a invadir con filosofía que escribe en su blog jodorowskiano, plano-creativo y redes sociales de Twitter y Facebook, en las que tiene cerca de un millón de seguidores. Recientemente organizó en ellas una exitosa colecta para costear la filmación de La Danza Realidad. Con todos tiene contacto constante y activo, como adolescente octagenario.
Jodorowsky tuvo encuentros efímeros con celebridades artísticas hoy legendarias como Pablo Neruda, a quien no soportaba por su ego excesivo de gran poeta. Con Federico Fellini, durante una filmación en Italia, se vieron con mucho gusto gritando sus nombres, se estrecharon en un gran abrazo, en eso comenzó una fuerte lluvia y jamás se encontraron de nuevo. En León Guanajuato, durante un scouting de locaciones para, El Topo, a finales de los sesenta, en el Restaurante Rincón Gaucho se encontró con el autor del libro Las enseñanzas de Don Juan, Carlos Castaneda, con quien tuvo encuentros que impulsaron al chileno en su camino espiritual.
Este personaje polifacético siempre tiene una buena respuesta a cuestionamientos ortodoxos. Eso es algo obvio para este viejo lobo de mar que ha logrado comprender que hay algo en nosotros, nuestro ser esencial, que todos tenemos un tesoro interior, somos dignos de respeto, tenemos un potencial increíble, y que cuando despierta nuestro tesoro y se expande, nos volvemos creadores de nuestra realidad.
Cual sea el credo o religión del lector o espectador, puede uno comprenderlo, leer sus libros o navegar por sus redes, y dar respuesta a lo que merodea por la cabeza y hace recordar: Cesa de definirte: concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario”. Alejandro Jodorowsky.