miércoles. 25.06.2025
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Analizan escritores en el FIC el impacto social de las fronteras

Analizan escritores en el FIC el impacto social de las fronteras

Guanajuato, Gto. Las fronteras, su impacto social y el papel que han desempeñado al dividir no solo territorios, sino a los seres humanos, fue el tema que abordaron los escritores Fernando Iwasaki, Sergio González y John Gibler en la mesa de análisis “La dura línea: fronteras de países en situación de violencia”.

“Hay fronteras que no son visibles pero abren zanjas oscuras” dijo –parafraseando a Vallejo- el novelista, filólogo e historiador peruano Fernando Iwasaki, en referencia al racismo, la homofobia o el machismo, que también son fronteras. “Las más vergonzosas, las más  terribles son aquellas que separan a los miembros del mismo país”.

En el encuentro realizado en la Universidad de Guanajuato (UG) en el marco de la edición 42 del Festival Internacional Cervatino (FIC), Iwasaki compartió que por ser miembro de una familia con raíces peruanas, japonesas e italianas, el choque con otras culturas no representó para él un conflicto.

Centró su reflexión en el concepto de frontera como una línea invisible que separa a las personas y limita la comprensión y solidaridad. Recordó que durante años escuchó hablar de violencia y matanzas en lugares recónditos de Perú, pero fue hasta que Sendero Luminoso cometió un atentado terrorista en la ciudad de Lima cuando la sociedad peruana reaccionó, al sentir comprometida su seguridad.

En el mismo sentido, el periodista mexicano Sergio González Rodríguez se refirió a la inseguridad en México, “la crisis de violencia empezó en la frontera, y no se controló”, lamentó el autor de Huesos en el desierto, uno de los textos en los que aborda los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.

González Rodríguez llamó a reflexionar sobre la despersonalización y la normalización de la violencia, sobre todo en zonas fronterizas, donde  hay una desestabilización de las instituciones, y eso se refleja en índices elevados de criminalidad.

Se refirió también a la migración transcontinental, “uno de los fenómenos que cambian radicalmente la faz de la cultura, porque trae consigo también la destrucción de las culturas locales, el desarraigo, la pérdida de los lazos comunitarios”.

Consideró que al adscribirse a localidades que no son las suyas, las personas entran en una zona de enorme extrañamiento frente a sí mismas y al entrar en contradicción con la localidad a la que llegan, crecen los elementos de barbarie.

Sin embargo, las personas sobreviven, se adaptan, crean cultura. “Hemos visto un enorme crecimiento de manifestaciones culturales en la frontera”, recalcó.

Por ello, planteó rescatar el valor de la cultura como un elemento que permite una visión crítica de nuestra realidad para fundamentar un mejor futuro.  “Que la persona recupere su memoria, su estatuto de persona a partir de su memoria, de su lenguaje, de su historia, de todo lo que tiene que ver con su comunidad”.

El tercer participante de la mesa de diálogo fue el periodista estadounidense John Gibler, quien radica en México desde el 2006, que ha enfocado su trabajo a los conflictos sociales que surgen en zonas marginadas del país.

Gibler reveló que su exposición estaba centrada en el análisis del concepto de frontera a partir de la obra de Foucault, pero al enterarse del ataque a normalistas de Ayotzinapa decidió enfocarse en esta, que calificó de “una muestra del terror, la frontera del horror”.

Compartió con el auditorio, integrado en su mayoría por estudiantes, los testimonios que recabó entre los involucrados en la matanza de seis estudiantes y la desaparición de 43 normalistas en Iguala, Guerrero.

Autodefinido como un periodista que cree más en la honestidad que en la neutralidad,  Gibler calificó de “una táctica de Estado de contrainsurgencia” el ataque a los normalistas de Ayotzinapa.

Al final de las intervenciones, se abrió una sesión de preguntas y respuestas, en la que los escritores abordaron el papel de la sociedad civil frente a estas problemáticas.

“Hay un déficit de sociedad civil. Falta ser capaces de organizarnos para hacer frente a estos hechos”, concluyó Iwasaki.