Andamos en Catar • Día dieciocho: Goles al borde y penales de angustia • Fernando Cuevas

Los primeros dos partidos de cuartos de final terminaron en drama profundo, definiéndose hasta los penales en parte causados por goles de último momento. Las dos selecciones tradicionalmente más fuertes de América frente a dos sólidos conjuntos europeos.
De los balcanes a la amazonia
Con esa eterna obligación de ganar, Brasil mandó al campo a la que quizá es su mejor alineación posible, mientras que Croacia hacia lo propio con sus hombres, quienes desarrollaron un partido inteligente desde el arranque, presionando a los cariocas desde la salida en lugar de solo esperar atrás, estrategia que los hubiera condenado a caer por varios goles. Aún así, el primer disparo de los brasileños con relativo riesgo apareció rápidamente a los cinco minutos, bien respondido con una descolgada por la banda derecha, carril habitual para los de cuadros rojos, que terminó en paseador servicio por el área. Vinieron momentos de presión para el arco croata que terminaron resolviendo entre la defensa y el arquero, alejando paulatinamente el riesgo que fue a la baja a partir de la media hora de partido.
Para el segundo lapso, apenas nos acomodábamos y el arquero croata salvó un cercano autogol para después salvar a su puerta en otro par de ocasiones cuando parecía que los pentacampeones rompían el cero: dominaban pero les faltaba mayor conexión para generar peligro de manera más continua, mientras que la media de los balcánicos, comandada por Modric, mostraba la necesaria plasticidad para sostener el juego elusivo del rival y de vez en vez mandar a sus delanteros a generar algunas distracción adelante. Fue hasta los minutos finales, con varios cambios para ganar en dinámica, que se presentaron otro par de ocasiones para los sudamericanos que se difuminaron en las manos del cancerbero, imposible de vencer al momento.
En el primer tiempo extra, los croatas tuvieron una opción clara pero el disparo se fue por arriba, mientras que los brasileños bordaron fino por el centro y Neymar inauguró el tanteador, driblando por fin al portero, y abrió la gran posibilidad para el pase de su equipo. Pero enfrente, un equipo que sabe jugar en desventaja y a cinco del final, Petkovic disparó a portería y tras un ligero desvío, el balón se coló en el arco para culminar una enfática descolgada del conjunto europeo. Todavía Casemiro tuvo la opción de evitar los penales pero falló su tiro y la definición de los once pasos arrancó con gol de los croatas y falla de los brasileños: al final, la figura de Livakovik resultó esencial para que sorpresivamente la gente de los Balcanes derrotara a los amazónicos 4-2 en la serie, brindando una de las batallas más memorables para su selección, doctorándose en series de penales y demostrando porqué son los subcampeones del mundo. Brasil, otra vez, a remar para jugar con el estatus del eterno favorito.
Batalla recurrente
Larga historia de enfrentamientos cruciales entre Argentina y los ahora llamados Países Bajos: los europeos golearon 4-0 en Alemania ’74 y los sudamericanos ganaron el partido decisivo 3-1 en el 78’; en 1998, Holanda triunfó 2-1 en cuartos; en el 2006 compartieron grupo en cuyo partido empataron a cero y en el 2014, los argentinos triunfaron 4-2 en penales para llegar a la final. Ahora, otra vez en cuartos y con un cúmulo de presiones y declaraciones extra-cancha, se veían las caras con una albiceleste que salió a controlar las acciones desde el inicio, manejando la media cancha y de pronto lanzándose al frente, si bien no con la contundencia y frecuencia necesarias, acaso con un par de disparos; los neerlandeses no se terminaban de acomodar en el campo. Al 35’ apareció el genio: Messi conduce viendo hacia un lado y filtra pase al otro, como si tuviera ojos por todas partes y Molina finiquita la obra con buen recibimiento intencionado. No hubo mucho más en la primera parte, salvo otro disparo de la Pulga pero con la pierna menos buena.
La segunda mitad vio ajustes de los entrenadores, el más joven y el de mayor edad del torneo, pero la tendencia continuó durante los primeros minutos; un tiro libre de Messi que pasó cerca y no mucho más, hasta que un penal se convirtió en el segundo tanto de los sudamericanos, cobrado impecablemente por el rosarino. Todo parecía cómodo para los argentinos pero parece que no aprendieron la lección frente a los australianos: a falta de veinte minutos, el asunto marchaba más o menos en calma y al 75’ empezaron a crecer los roces y el excesivo protagonismo del juez español, poco ayudado por los jugadores. La tensión creció al 83’, cuando Weghorst remató de cabeza con sentido venenoso y puso el descuento para los de naranja, que en el dramatismo total, lograron la igualada al excesivo décimo minuto de compensación en jugada de pintarrón, culminada por el propio Weghorst.
Ya con un sinfín de tarjetas amarillas, ambas bancas involucradas en broncas contra los de adentro y un ambiente hostil, los argentinos se repusieron al golpe de verse empatados sobre la hora y jugaron mejor los tiempos extra, generando cuatro llegadas con una de ellas quedándose angustiosamente en el poste, justo poco antes del silbatazo que mandaba la definición al territorio de los penales, con Dumfries recién expulsado. Ahí fueron los argentinos quienes lograron ganar con anotación final de Lautaro Martínez para dejar el marcador 4-3 y de paso recuperando la confianza perdida en partidos previos. En el terreno actitudinal, no fueron buenos ganadores unos ni buenos perdedores otros entre burlas e insultos, dejándose llevar por la excesiva presión que implicó un partido de esta envergadura, si bien se espera que las reacciones se orienten hacia el reconocimiento del rival. Ya lo revisarán con calma, vale suponer. Uno de los partidos con mayor carga emocional del certamen.