ENCUADRE
El año de la comedia y otros choros de cine
Pase lo que pase en las semanas restantes entre el mes de noviembre y diciembre, en el conteo anual sobre la producción fílmica exhibida en la salas de nuestra ciudad, el 2015 quedará grabado como el dominio del espectáculo con visos humorísticos; un fenómeno que ya se presagiaba desde el período anterior y que se confirma con los 38 títulos que acreditan un predominio, por otra parte, justificable, ante las intenciones evasivas del espectador leonés y obviar la realidad local y la más terrible nacional.
Por ello, no resulta extraño que de toda la gama de registros genéricos, los filmes con mayor permanencia en sala hayan sido los trabajos protagonizados por Ben Stiller (Una Noche en el Museo 3), Kevin James (Héroe de Centro Comercial 2) y Adam Sandler (Pixeles). Otras aproximaciones interesantes resultan ser Vacations con su tratamiento de humorismo verbal vulgar heredero del National Lampoon que comparte con el fiasco que supuso la producción de Judd Apatow, La Entrevista.
A la comedia manufacturada en otras latitudes, como es usual, les fue de la patada en la recaudación en taquilla, no obstante sus valores por encima del formulismo hollywoodense. La francesa Chicos y Guillermo ¡a comer! y El exótico hotel Marygold 2, apenas permanecieron una semana en cartelera. La sorpresa resultaría ser la coproducción internacional Héctor y el Secreto de la Felicidad, que conectó con el público de manera inesperada, al resistir 5 semanas en cartelera, quizá debido al carisma de Simon Pegg, su figura estelar. Ni el propio Johnny Depp se escapó de la quema con la menospreciada Mortdecai.
La aportación mexicana al humorismo queda de manifiesto con los 11 productos que encontraron acomodo en la cartelera. Incluso, pudo llegar Milagro en Praga, una coproducción financiada en parte por República Checa y Eslovaquia. A la mala de Pedro Pablo Ibarra, se significa como la comedia de mayor impacto en la ciudad, con sus cinco semanas de proyección. Incluso, cineastas no proclives al ejercicio de estilo convencional, como Hugo Rodríguez (Nicotina), su propuesta Ella es Ramona resistió por espacio de tres semanas. Cosa contraria ocurrió a la en verdad jocosa y desmadrada Eddie Reynolds y Los Ángeles de Acero, que apenas pudo sobrevivir dos semanas en la ciudad. El alejamiento de los espectadores por las propuestas autóctonas empezó a manifestarse con mayor fuerza a partir de Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando de Manolo Caro, un realizador que genera la impresión que sus comedias clase-medieras-intrascendentes empiezan a manifestar signos de agotamiento.
Como no se veía en años, el código terrorífico levantó la mano por el género de corte fantástico, dominando el mercado local con 26 películas, en un abierto dominio de parte de las producciones hollywoodenses, cosa natural, por otra parte. Lo que ya no es tan natural es que incluso se hayan logrado colar dos filmes insólitos, de clara vena autoral y que buscan, a su modo y a su manera, través de un trabajo mimético y de deconstrucción de las convenciones orgánicas, subvertir la imaginería del terror para presentar visiones atípicas. It Follows, como todo aquello que se atreve a ir a contracorriente de lo establecido, apenas aguantó dos semanas en cuatro pantallas; y el canto a lo macabro de The Crimson Peak, del estimable Guillermo del Toro, ya en cartelera.
El estilo denominado Found Footage, por otra parte, se vuelve a hacer presente con un vigor inusitado (La Horca, The Vatican Tapes, Demoniaco, Archivo 253, Actividad Paranormal: La Dimensión Fantasma), con una variante interesante que implica el manejo subversivo de las redes sociales (Unfriended); como también presente está el asunto de la posesión sobrenatural, sin llegar a los niveles por todos conocidos (Invocando al Demonio, Cuernos, Dónde se esconde el diablo y La Noche del Demonio 3), churros derivativos que si algo manifiestan, es una declarada falta de recursos o una inventiva medianamente interesante. Es a través de este imaginario que la producción fílmica japonesa, por regla ausente en León, vuelve a pasar lista con la enésima aventura de la saga Ju-On: Owari no hajimari, aunque el logro sólo haya sido posible por dos semanas y en una sola pantalla de Cinemex. Un estreno de corte clandestino, dirían por ahí.
Corrientes cinematográficas que en el pasado reciente parecían enterradas en el panteón de los géneros muertos, el cine de magia y espada reaparece en su conocida clave de fábula, deudora de la iconografía disneyana (En el bosque, Cenicienta) por mucho que presuman un sano distanciamiento, mientras la ciencia ficción incursiona en la resucitación de un icono de la violencia extrema (Terminator) o creando nuevas entidades robóticas (Chappie), a la par de las visiones del universo apocalíptico que se ciernen de nueva cuenta sobre la testa de una humanidad reducida y de instintos crueles o despiadados (Mad Max, Fury Road, Snowpiercer), a la vez que el hombre en su ideal platónico vuelve a viajar a la vastedad del espacio (The Martian)… Entre la evasión pura o dura y el realismo descarnado, el cine de desastre se divide entre el contagio de las emociones superficiales del gran espectáculo (San Andreas) como en la recreación dramática de los mineros chilenos atrapados y con escasas posibilidades de supervivencia (la coproducción Los 33 de la mexicana Patricia Riggen)
Los relatos dramáticos siguen estando dentro del gusto de las “mayorías”, como lo demuestra la considerable cantidad de historias que pasaron por la ciudad (23 a la presente fecha). Así, la de mayor longevidad en cartelera fue The Longest Ride, seguida muy de cerca por El Secreto de Adaline. Menor fortuna tuvo el poderoso alegato social Dos días, una noche de los hermanos Jean Luc y Pierre Dardene, filme que apenas se sostuvo por quince días en una sola pantalla; al espectador local los galardones de prestigio parecen importar un bledo al ver cine. Muy difícil para la propuesta de autor competir en estas condiciones.
En un curioso viraje, hasta dos recreaciones de acento evangélico tocaron puerto leonés, en específico Cuarto de Guerra de Alex Kendrick y Do you believe? realizada por el desconocido Jon Gunn. A las propuestas de convicción y mayor interés tampoco les fue muy bien, como el discreto desempeño de Foxcatcher, entre lo mejor del año. Bueno, ni la recia contrincante de Birmand, Boyhood de Richard Linklater, estrenada con un año de atraso, pudo superar el clásico semanazo, ya ni siquiera por la explotación del morbo. La biografía fílmica al menos tiene el mérito de la corrección académica, confirmándose tanto en La Dama de Hierro como The Walk. La hazaña deportiva tuvo espacio en dos filmes claramente artesanales: Southpaw sobre el devenir de un boxeador irritante y el choro políticamente correcto a favor de las minorías de McFarland, USA, a años luz del estremecedor e inquietante filme de Bennett Miller.
Tanto el thriller en su acepción híper-dinámica como el cine de gánsteres y estilo noir, no viven sus mejores momentos. En su conjunto, apenas llegan a las 38 producciones con una calidad dramática a la baja. El cine protagonizado por superhéroes vestidos estrafalariamente sigue a la cabeza, mientras corrientes de mayor inteligencia ven su aceptación popular disminuir. Entre lo más destacable del año emergen The Drop, intenso drama delincuencial de poca monta, la psicotronía visual de Kingsman: The Secret Service además de la intensa The Gift, el sorprendente debut de Joel Edgerton en la realización. La mirada colectiva prefiere subproductos al estilo de Rápidos y Furiosos 7, con ocho semanas en cartelera. Sorprenden las siete semanas que se granjeó la producción regiomontana Los Jefes, un narco-thriller mexicano, muy lejos de las virtudes de Heli del guanajuatense Amat Escalante, que tuvo un desempeño más discreto que su directa competidora. Ni siquiera su galardón en Cannes logró motivar al público de la región, quizá por su crudeza y violencia sin concesiones.
La mirada documental se sostiene contra viento y marea, una vertiente que compite en intensidad e interés contra sus competidoras de ficción. El problema es que dicha producción no es la que llega a la urbe, sino filmes considerados menores. Es de agradecer la programación de La Sal de la Tierra, aún con las objeciones de un buen número de periodistas, el acercamiento a la vida del crítico de cine Roger Ebert en Life Itself y del emotivo montaje a Kurt Coabin que se hizo en Cobain: Montage a Heck. Breve y toda la cosa, las aristas documentales bastaron para que constatáramos los extremos a los que puede llegar: de la grama del Camp Nou en el asunto terrenal del fútbol en Los Sueños del Barza a la espiritualidad revelada del mormonismo en Meet the Mormons, tercer subproducto religioso del año.
Las ganancias que genera el público infantil hacen que la animación mantenga una consistencia y una presencia nada desdeñable. Generalmente su auge suele estar situado en la temporada veraniega, en el periodo vacacional, dominando con talante monopolista la oferta cinematográfica. En este segmento, resaltan la animación autóctona Un Gallo con Muchos Huevos, compitiendo a la par con las mega-producciones de Hollywood y la nueva incursión mexicana de Don Gato y su Pandilla, esa célebre creación de Hanna-Barbera, los adalides de la animación televisiva de bajo presupuesto. Japón se vuelve a hacer presente con apenas un título de su vasta producción genérica y no de las mejores, Dragon Ball Z: La Resurrección de Freezer decepciona y permanece sólo tres semanas en pantalla. Por el contrario, Pixar vuelve por sus fueros y elabora lo que es la mejor película con Intensa-mente. Bob Esponja: Un Héroe Fuera del Agua confirma la popularidad de una figura televisiva que dando el salto al cine, no ha perdido ni un ápice de su hilaridad, gracias en gran parte a sus secundarios de lujo. En esos raros caminos, México se alía con la India para pergeñar Guardianes de Oz, con escasa repercusión tanto de crítica como taquilla. Ni los más obsesos por el género le prestaron la mínima atención.
De los géneros restantes, poco que hablar: dos decepcionantes incursiones al universo bélico (Sniper y Fury); cuatro elaboraciones en clave de musical, dos de ellas dignas de mención (Whiplash y Straigh Outta Compton, dejemos por la paz a Annie), el erótico de baja estofa que resulto en tremendo hitazo, 50 Sombras de Grey; terminando con la aventura que resucita, one more time, dinosaurios híbridos por una ciencia transnochada (Jurassic World) o el esfuerzo humano contra la adversidad por la conquista de la cima del mítico Everest. Esfuerzo titánico a la par por la conquista de derechos civiles de parte de la cultura afroamericana, retratando con convicción las inhumanas condiciones de segregación, pobreza y clima de linchamiento en Selma, en la única película histórica del año y fruto del talento de su propia comunidad... A ver que nos depara el futuro próximo.