jueves. 12.06.2025
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RESEÑA

Carmina Burana, una obra de arte total

Llenó nuestros sentidos en el Teatro del Bicentenario

Carmina Burana en el Teatro del Bicentenario
Carmina Burana en el Teatro del Bicentenario
Carmina Burana, una obra de arte total

Conforta a todos el sol puro y fino;
está de nuevo radiante la cara del mundo,
hacia el amor se apresura el corazón del hombre,
y sobre un pueblo feliz, reina el dios de la juventud”.
(Canto 4, “El sol conforta a todos”, Carmina Burana.)

La primavera está en casa.  Los días en que el calor ahuyenta al invierno han llegado y la sensualidad aparece con su caluroso y exuberante aliento que trae flores y fragancias.

El viernes 11 de marzo se presentó en el Teatro del Bicentenario la obra Carmina Burana, del compositor alemán Carl OrffEn cantata escénica de cantos goliardos es una obra escrita para orquesta, solistas y coro, participaron la Camerata de Coahuila, la soprano Anabel de la Mora, el tenor Efraín Corralejo y el barítono Carlos Sánchez. Además, el Coro Juvenil del Conservatorio de Celaya, el Coro de Niños del Valle de Señora y Mezquite Danza Contemporánea.

Carmina Burana es una colección de textos goliardos de los siglos XII y XIII, y no significa otra cosa que: “Canciones de Bura (Beuern)”; Carmina significa canciones y Bura es la forma latinizada de Beuern, Alemania, lugar donde se encontraba el convento benedictino (Benediktbeuern) que resguardó hasta 1803 los cientos de textos de origen medieval y pagano, escritos hace 8 siglos, que a la postre fueron seleccionados y musicalizados magistralmente hace 8 décadas por Carl Orff.

Es importante saber que los autores de estos textos fueron los goliardos; poetas errantes de los siglos XII y XIII que cantaban y escribían en latín vulgar, alemán semi-moderno y francés arcaico.  Hay partes de la obra cantada en estos idiomas.

Los goliardos fueron sacerdotes errantes y estudiantes pobres; desde mi opinión, los primeros estudiantes libertarios de la Edad Media. Rebeldes no nacidos de la ideología sino de la actitud de gozo hacia la existencia, a través de su vida viajera y sus cantos paganos, que son una mezcla juvenil, violenta y paródica, de alabanza a la primavera y al amor, al vino y a las pasiones,  y al mismo tiempo una crítica y sátira a todas las clases sociales, especialmente a quienes ostentaban la corona y vestían ropajes eclesiásticos. Sin duda algo muy osado en la Baja Edad Media.

Los cantos son sencillos, arrebatados, sin trabajo literario ni erudición. Muchos de ellos están escritos en tono de juego. Son como un grito al viento sobre lo que se desea, lo que se siente, lo que se anhela y se padece, lo mundano.  Dejan clara la diferencia entre lo sagrado y lo profano.

Y lo más importante: los cantos reflejan una vida dominada por la implacable Rueda del Destino, así es que el primer y último canto de la obra están dedicados a la Fortuna Imperatrix Mundi, la parte más conocida de la obra.

En mi interpretación, Carl Orff diseña una obra ritual con distintos niveles de profundidad; Carmina Burana puede entenderse mejor cada que nos aproximamos a ella.  Es una obra que desde el comienzo sorprende, no importa cómo haya sido el anterior acercamiento a ella.

Algo que me llamó mucho la atención: El Coro de Niños de Valle de Señora cantando en latín textos goliardos y paganos, frente a un director de orquesta, en un escenario como el Teatro del Bicentenario es una imagen, sensación y experiencia que no olvidarán jamás.  A partir de ese momento la obra ya cambió sus vidas, aunque no tengan mínima idea de lo que están cantando —y que si lo supieran, muchos de ellos no lo cantarían. 

Me imagino que esta obra volverá a cambiar la vida de alquien nuevamente: es probable que alguno de estos niños se dedique a la música, y cuando en un futuro recuerde sus inicios cantando Carmina Burana en el Teatro del Bicentenario y se entere de lo que cantaba, la obra tomará otro sentido, uno muy diferente al que tuvo cuando se acercó por primera vez, como nos ha pasado a muchos que la hemos escuchado.

Carmina Burana de Carl Orff es una obra de arte total, no solo por la música en sí, sino por todos los elementos integrados en un ritual: musical, escénico, teatral, coral, escenográfico y dancístico.

“El alma está embriagada.
Tú estás embriagada, oh Diosa mía, sobre mis besos.
Las ruedas del Universo; Tú las has mirado.
Dos instantes y todo está hecho”

Enrike Romero Guzmán
20 de marzo de 2022.