RIGOLETTO

Crónica de una ópera triunfal

Pese a la gran tradición cultural de León y su carácter epónimo de ciudad culta por excelencia, en cuestiones de ópera tenemos pocos antecedentes. Por eso los nervios, las preocupaciones y algunas tensiones eran marco natural a la mise-en-scéne de Rigoletto, en nuestro Teatro Bicentenario. Finalmente la noche del viernes una ovación cerrada, con el público de pie, entusiasta, complacido, cerró la función corroborando las mejores tradiciones leonesas. El éxito se repitió el domingo.

Rigoletto es la primera ópera producida totalmente en León, y formará parte de la temporada de ópera para el 2014, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

A la primera llamada la expectación era tanta que el aire podría cortarse en el ambiente. El lobby del Bicentenario, había reunido para esta, su sexta producción de ópera, a una cantidad impresionante de público, por cierto muy elegante, tanto local como de otras ciudades de Guanajuato, de estados vecinos y del Distrito Federal, que aguardaba feliz entre copas de vino y canapés, la tercera llamada para tomar asiento en la sala del recinto, prácticamente lleno.

Esta cronista experimentó esa sensación que eriza la piel cuando asisto a la ópera en Bellas Artes y ansiaba volver a sentirlo en esta mi ciudad adoptiva. De pronto se abre el telón y perdí la noción de lo que pasaba, fuera de lo que escuchaba y veía en el escenario del gran teatro leonés. Podría haber considerado detalles con afán crítico, como demasiados actores en escena, algunos sin comparsa verosímil, o acaso un par de modelos (no se les veía la actoralidad) cuyo papel nada indicaba, o que estaban ahí simplemente por alguna recomendación.

Mención especial acreditaron el tenor Ramón Vargas, director Artístico de la Ópera de Bellas Artes, y el público absorto por completo en las interpretaciones del barítono George Petean, y de la soprano María Alejandres, ambos magníficos en sus papeles de la historia de Rigoletto, el bufón jorobado de la corte de Mantua, que maneja todas las acciones encontradas que la gente puede llegar a mostrar: el poder del insulto a través de la palabra lanzada al pueblo o el amor desmedido, como el que sentía por su hija, su figlia, como dice la partitura.

En los tres actos de la obra merece también destacar el mérito de la soprano María Alejandres, quien hizo el papel de Gilda, con tanta pasión que gradualmente fue ganando la aprobación del respetable. Sabe María manejar su voz excepcional, con tal disciplina opacaba a otras. Pero el mérito conjunto fue agradecido generosamente por el público, que en cualquier silencio aprovechaba para aplaudir y ovacionar a los artistas.

Sin paralelo la sincronía armoniosa de los personajes principales y la orquesta, dirigida por Mario Conti con el coro del teatro Bicentenario. El tenor Arturo Chacón sobresale con su interpretación bellísima de La Donna e Mobile, a tal punto que el elegante público seguirá el ritmo de sus notas con movimientos de la cabeza y el cuerpo. Imposible dejar de mencionar en toda crónica respetable al talento leonés Roberto Mosqueda, quien acaba de regresar luego de una provechosa estadía en Israel, teniendo a su cargo en Rigoletto a la comparsa más destacada de la puesta.

Apenas acaba el tercer acto, el público se puso de pie para premiar con una gran ovación el talento desplegado por George Petean, que tiene el papel de Rigoletto. Arturo Chacón, quien hace al Duque de Mantua y María Alejandres, llegarán a escuchar varios ¡bravo, bravo!, como señal de que el trabajo artístico siempre es bien recibido y recompensado cuando hay pasión y entrega.

El mérito es finalmente de todo el conjunto, encabezado por Enrique Singer, como director musical; Víctor Zapatero como director de iluminación; Vestuario de Carlo Demichelis y Elena Gómez Toussaint; escenografía de Atenea Chávez y Auda Caraza.

Es un muy buen principio, estoy segura que madurará y todos aplaudiremos de pie. Espero verla de nuevo y que mi ser se estremezca; este grupo leonés tiene todo para triunfar.

Aplausos para el esfuerzo del Teatro Bicentenario.