Los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, cineastas independientes y hacedores de historias crudas, tienen la fascinación de presentar a personajes tan ordinarios como la vida misma.

En esta ocasión presentan en Deux jours, une nuit (Dos días, una noche) a una Marion Cotillard muy alejada de esos hermosos y producidos anuncios de Lady Dior. La ganadora del Oscar interpreta a Sandra, una mujer clase media, quien ayuda a su esposo Manu (Fabrizio Rongione) con los gastos de la casa y de sus dos hijos. Recién dada de alta de una depresión; acaba de ser despedida de su trabajo como empleada de una fabrica, después de que sus colegas decidieran entre ella y un bono.

En esta historia con los pies en la tierra y severa, vemos recorrer a Sandra – abatida y desalentada– las calles de su ciudad para solicitar a sus colegas que renuncien a su bono y así ella pueda mantener su trabajo en dos días y una noche (dramón anunciado, conste).

La punzante y despojada interpretación de Marion Cotillard la hace merecedora de una nominación a los premios de la Academia de este año como Mejor Actriz –también recordemos que está en la lista A de Hollywood–, aunque es probable que no gane, pues se enfrenta a la sublime Julianne Moore. Al filme no le alcanzó para ser nominada a Mejor Película Extranjera.

No es una cinta fácil. Es un drama con muy poco de comedia negra y sin una gran producción. De hecho, se filmó en once semanas, con un presupuesto de €7.000.000, y tal vez nos ponga en el mismo estado de animo que el personaje protagonista, pero hay quienes aman que un filme los ponga a pensar y les confronte con su realidad.

Lo hermoso está en como la cámara sigue a Sandra, con tomas muy largas y muy de cerca. Aquí tenemos una historia donde se ponen las cartas sobre la mesa y se retrata la compasión, la esperanza y humanidad en tiempos actuales, en una ciudad cualquiera.

Twitter: @_victoriaovando