Encuadre

Erotismo de segunda división

La permanencia de una película en la cartelera de la ciudad y por un espacio considerable (tres semanas de exhibición), muchas de las veces no obedece a sus valores cinematográficos; más bien ello suele ocurrir por su ausencia o carencia, lastimosamente.

Tal parece ser el caso de The Loft, una coproducción entre Bélgica y Hollywood, refrito de una película del realizador Erik Van Looy realizada en su tierra natal y que no se ha visto por estos lares, que sirvió como puerta de entrada al Stablishment, en una modesta repercusión que quita espacios a la buena producción nacional. Y todo por el cuestionable gusto que profesa la masa leonesa por el cine chatarra.

Desconozco las virtudes que supuso el antecedente de Loft (Bélgica. 2008), realizada por el mismo autor y para el caso americanizado, una muestra comprobable de los rancios clichés, estereotipos y convenciones del thriller que se asume en una vena erótica de baja estofa y que suelen estar presentes sin el menor atisbo de imaginación. Quizá la sugerencia hacia un asunto sexualmente perturbador sea en parte culpable de su sostenimiento más allá de la semana de rigor.

Completamente instalada la corrección política como una línea de pensamiento que domina incluso en la creación de cine, qué lejos e irrepetibles han quedado las calenturas del mítico Joe Eszterhas, guionista de Flashdance, Basic Instinc, Sliver, Jade y Showngirls. Si bien elucubraciones hacia lo sexual entre lo simbólico y lo mórbido, algunas de sus películas rayaron en la perversión softcore, no del todo achacable a su tecla. Claro, sin la moralina redentora que supura la cinta del director belga.

Presenta dos líneas argumentales que pudieron derivar en una historia de mayor interés, las que tocan de reojo la desconfianza y el contagio de la paranoia en un grupo de yuppies involucrados en un crimen. Por el contrario, los realizadores deciden jugar al meandro del gato y el ratón en la búsqueda del asesino de una famélica rubia, perpetrado en el penthouse del título y adquirido como refugio para correrías sexuales.  

Acudiendo a la ayuda de un lenguaje videoclipero agotado, la historia trata de convencernos que estamos ante cinco hombres furiosos y decepcionados de sus propios matrimonios, clase media alta carente de valores y empatía por la humanidad, que uno termina por cuestionar los lazos de “amistad” y “fraternidad” de una bola de culeros, pero sin el pathos de los personajes delineados por la pluma de Eszterhas que los acerca a una condición humana.

En otro asunto, es casi imposible suspender la incredulidad debido a la inverosimilitud subrayada en los diálogos y su traducción en el subtitulaje, con líneas francamente planas, derivativas y sin posibilidades de réplica en una trama que se desarrolla por inercia. Claro, no existen actores que puedan imprimir convicción ante tal parloteo intrascendente, por lo que no es raro el distanciamiento que experimenta el espectador con la propuesta del filme.

Misógina como pocas, The Loft escatima la presencia de mujeres, cuya imagen se deteriora en cada escena, caricaturizadas como arpías amargadas y sin personalidad más allá de sus reclamos. Al menos las reacciones ante el descubrimiento de la infidelidad de sus compañeros resultan justificadas, para pasar a la casi completa desaparición del metraje, en una reducción a la categoría de accesorios para el caso de aquellas de presencia potable y psicología de pirujas. A estas alturas, del erotismo prometido no queda nada, ya que la producción se decide abiertamente por la trama criminal, sin ningún atisbo de inteligencia y/o manejo del suspenso.

Hacía tiempo que no se exhibía un filme abiertamente contrario a la condición femenina con sus dosis de machismo recalcitrante. Como es fácil de prever, las tensiones entre la manada las resolverán los machos alfa, pelo en pecho y lomo plateado, porque hasta a la mismísima policía se la estereotipa sin agregar mayor sustancia, inmovilizando la precaria noción de la acción.

Aburrida además de timorata, Van Looy saca la vuelta a la escenificación de las secuencias de cama que servirían para una hipotética elevación de la temperatura, y quedan arrumacos vistos desde la perspectiva del voyerismo vigilante con estética de cámara de seguridad. Si la vida retratada de estos seres impresentables tuviera algún lazo con la realidad, bien merecido tienen su calvario por andar de nalgas-prontas.

No obstante sus constantes insinuaciones a temas cachondos, la película se desarrolla sin entrarle de lleno a describir los efectos de una pasión ilícita, dado el marco antiséptico en que se desarrolla. Si habría qué calificarla de algún modo, la etiqueta más conveniente sería la de una chaqueta mental, donde incluso cabe la redención de una puta de altos vuelos a través del sentimiento amoroso.  

Sin buscar profundizar en el lenguaje de las dobles intenciones, la virilidad puesta en duda, las posibilidades del sexo clandestino de una jauría en busca de un subterfugio como contrapeso de la normalidad castrante o donde los lazos sentimentales ya importan un bledo, de otra cosa estaríamos hablando. Mal anda la temática adulta en los cines de la ciudad con esta clase de desperdicios.

The Loft (El Penthouse)/ D: Erik Van Looy/ G: Wesley Strick y Bart de Paw basado en la película Loft/ F en C: Nicolas Karakatsanis/ E: Eddie Hamilton/ M: John Frizzel/ Con: Karl Urban, James Mardsen, Wentworth Miller, Eric Stonestreet, Matthias Schoenaerts, Isabel Lucas y Rachel Taylor/ P: Dark Castle Entertainment, Woestijnvis, Anonymous Content para Universal Pictures. Bélgica-EUA. 2014