Gordon Lightfoot, folk con aroma de maple

Gordon Lightfoot

Un homenaje para este gran iluminador de la música popular

 

Gordon Lighfoot (1938-2023) fue uno de los impulsores del folk para su encuentro con el pop. Su fluido y cercano discurso para retratar las vivencias cotidianas, así como sus composiciones de pronto reconocimiento con base en su guitarra de doce cuerdas y su vocal de barítono, lo fueron colocando en la palestra del movimiento sesentero, encabezado por Bob Dylan y conformado por muchos otros músicos cercanos a la poética libertaria de aquellos años, como Pete Seeger. Originario de Ontario, fue promovido por su madre, que conocen como nadie a sus retoños, para que se introdujera en el mundo de la cantada, que empezó a desarrollar en la escuela, el coro eclesial, algunos recintos y la radio local de Orillia, su tierra natal; además aprendió a tocar el piano y la batería. 

Se fue a Toronto y de ahí a Los Ángeles para seguir estudiando, ahora un poco de jazz orquestal, y empezó a cantar para comerciales y discos de prueba, denotando la influencia de Stephen Foster, Pete Seeger y The Weavers, entre otros. Regresó a Toronto en 1960 y empezó a cantar en diversos locales y tras aparecer en la televisión, fue producido por Chet Atkins para grabar sus primeros sencillos ((Remember Me) I'm the One Negotiations/It's Too Late, He Wins) y formó un dueto con Terry Whelan que rindió un fruto llamado Two-Tones at the Village Corner(1962), álbum grabado en vivo.

A partir de su viaje a Europa a mediados de los sesenta, empezó a ganar una notoria reputación como compositor, al punto de que sus canciones fueron interpretadas por gente como Elvis Presley, Johnny Cash y Bob Dylan, ni más ni menos, Eric Clapton, Neil Young, Paul Weller, Grateful Dead, Ian y Sylvia Tyson, Peter, Paul & Mary, Richie Havens & Spyder Turner, Judy Collins, Barbra Streisand y el Kingston Trio, entre otros. Por fin, y aunque lo terminó a finales de 1964, Lighfoot! (1966) apareció tiempo después cual carta de presentación con Early Mornin’ RainI’m Not Sayin’ y Ribbon of Darkness, que hizo famosa Marty Robbins, como muestras de su consolidado talento para la melodía y hasta dándose el tiempo de incluir un trío de versiones. 

Su segundo disco se tituló The Way I Feel (1967), ya con banda completa que incluyó a Charlie McCoy y Ken Buttery, parte del grupo que tocó en Blonde on Blonde de Dylan, quien se volvió fan del canadiense, y mantuvo el nivel de su predecesor con canciones de corte más accesible como If You Got it, la más vibrante canción titular en nueva presentación y la celebratoriamente emotiva y de reconocimiento histórico Canadian Railroad Trilogy, encargada por la CBC para festejar el centenario del gigante de maple.  

En tono más orquestal y con lograda elaboración, continuó con Did She Mention My Name? (1968), en plan interrogativo sobre finales no necesariamente felices, expresados en alguna última vez como The Last Time I Saw Here) y acerca de disturbios sociales, en este caso los ocurridos en Detroit en 1967, retomados en Black Day in July, discurriendo junto a PussywillowsCat Trails con su nutrida instrumentación, y Does Your Mother Know con su dosis de misterio. Cerró la década con Back Here on Earth (1968), country en sentido tradicional, y Sunday Concert(1969), grabado en el Massey Hall de Toronto.

Empezó con brillantez los años setenta vía If You Could Read My Mind (1970), originalmente publicado como Sit Down Young Stranger, en el que regresó al nivel de su debut, apostando por la inmediatez en la composición de clara tendencia folkpop, y en  la sencillez, que no simplicidad, para la propuesta letrística: ahí están como ejemplos la canción titular y Approaching Lavneder; vendrían el luminoso Summer Side of Life (1971), enfatizando el característico sonido de las cuerdas del countryfolk, tal como se deja escuchar en la canción ídem y la abridora Degrees and Getting Colder, junto a Cotton JennyTalking in Your SleepMiguel y Cabaret, en reflexivo cierre. 

Con Old Dan’s Records (1972) se decantó aún más por el country con todo y el pedal Steel y empezó a incorporar notas de rockpop: ahí están You Are What I Am y el corte homónimo, regresando a las viejas obsesiones creativas; en este mismo año, sacó Don Quixote (1972), en referencia al ingenioso caballero de la Mancha y con una mención hacia algunos sitios significativos: Alberta BoundChristian Island y Ode to Big Blue, apreciados a través de la belleza de una lluvia refrescante. Por su parte, Sundown (1974) representó un merecido logro comercial, integrado por varias canciones que lograron posicionarse en el gusto colectivo, como la titular (inspirada en la relación que sostuvo con la corista Cathy Smith), Somewhere U.S.A., la entusiasta High and Dry y Carefree Highway, armonizadas con lucidoras interacciones instrumentales y vocales en iridiscentes texturas. 

SUEÑOS VERANIEGOS EN ARMONÍA SOLITARIA

Cold on the Shoulder (1975), funcionó como una continuación de su predecesor, si bien no alcanzando el mismo nivel pero con algunas canciones memorables como Rainy Day People y la que le dio el nombre al álbum; concluyó la década con Summertime Dream (1976), acaso su último gran disco tejido con sus doce cuerdas y otras de carácter eléctrico que se fusionaban en cortes como el optimista Race Among the RuinsI’d Do It Again y las baladas Spanish Moss y I’m Not Supossed to Care, gravitando alrededor de la descriptiva y sensible The Wreck of the Edmund Fitzgerald, retomando el naufragio de esa embarcación y la pérdida de 29 vidas; le siguió Endless Wire(1978), justamente tratando de extender el cable creativo con piezas como Daylight Katy y Hangdog Hotel Room.

Ya sin el brillo de su etapa anterior, continuó grabando algunos discos como Dream Street Rose (1980), focalizándose en la temática marítima y con un mayor énfasis en el country; el consistente Shadows (1982), que incorporó con mayor frecuencia el uso de teclados y sintetizadores, potenciando el sentido armónico y abriendo nuevos frentes en el estilo del canadiense, que trascendió a Salute (1983), su siguiente álbum con pulida producción ya más dirigida a una estética decididamente cuidada, sin ensuciarse el overol, salvo en un par de cortes; concluyó los ochenta con East of Midnight (1986), en esta orientación más pop un poco descafeinado dirigido a públicos adultos, si bien con los infaltables apuntes de sensibilidad melódica.

Para los años noventa y después de haber comentado su retiro, volvió a sus territorios folk y country electrificado con Waiting For You (1993), dedicados a su esposa e hijo, al que le seguiría A Painter Passing Through (1998), con la presencia de Daniel Lanois y una vertiente decididamente country, para posteriormente hacerse presente en el siglo XXI con el revitalizador Harmony (2004), haciendo honor a su título con piezas de fina manufactura, mientras navega por ríos de luz asumiendo los errores cometidos y buscando la compañía de las nubes. 

Después de una larga ausencia en las grabaciones por problemas de salud entre otras circunstancias, apenas paliada con el directo All Live (2012), integrado por grabaciones entre 1998 y el 2001 otra vez en el Massey Hall, produjo Solo (2020), en el que regresó a sus orígenes con guitarra en mano y con la voz saliendo de su experimentada y doliente garganta, compartiendo unas últimas canciones tan logradas como las que presentaba cinco décadas atrás. 

Un artesano de pequeñas y hermosas obras folk con barniz country y pop que permanecerán como su legado sonoro que tanto influyó en el softrock setentero: amores rotos y recuperados, eventos históricos, tramas en torno al océano, cotidianidades familiares y vínculos afectivos. “Murió sin haber compuesto una sola canción mala y siempre deseaba que duraran para siempre”, dijo Bob Dylan, quien también declaró en un entrevista a finales de los sesenta, haber intentado emular el estilo de Lighfood en su disco John Wesley Harding pero sin conseguirlo. Que descanse en paz este gran iluminador de la música popular.