CRÓNICA
'Harto de superhéroes, el público busca hoy la Biblia'
El homenaje del GIFF a Darren Aronofsky
Con lentes de carey y camisa gris, elegantemente casual, el director Darren Aronofsky, legendario autor de Pi, el orden del caos –su ópera prima presentada en 1998- declara sin inmutarse que el público “está fastidiado de películas acerca de superhéroes como Superman o Batman, que aplaudió los últimos cincuenta años. Hoy las figuras de la Biblia son los que busca la gente. Por eso mi nueva propuesta será sobre el Arca de Noé”.
Predicando como si fuera un nuevo San Pablo, desde un Aerópago improvisado bajo la bóveda solemne del teatro Juárez, Aronofsky agrega, micrófono en mano: “Pienso que estamos hartos de las historias de Hollywood. En estos tiempos ya no vienen al caso; la sociedad de este milenio necesita otras tramas. Creo que el género bíblico despierta mucho interés y ha estado olvidado más de medio siglo”.
Periodistas de todos los medios nacionales, muchos corresponsales y curiosos que nunca faltan, escuchan atentos, sin perder detalle, al autor de filmes como El Cisne Negro, quien reitera: “Es Importante rescatar historias bíblicas para llevarlas nuevamente al cine. Yo presentaré a Noé –Noah, en inglés- y sé que Ridley Scott está trabajando en Moisés; tengo gran expectativa para saber cúal será la propuesta de esa historia”, agrega irónico, con una sonrisa sesgada.
Aronofsky recurre a sus propios recursos de actor para hablar con los periodistas. Recuerda que los temas bíblicos no son nuevos. “Son historias que en todo el mundo se cuentan a los niños. Todos las sabemos. Pero esto muestra también por qué el tema tiene una enorme riqueza. A pesar de que tiene muchos elementos difíciles de llevar a la pantalla, el objetivo de directores y productores es presentarlos con el respeto que merecen.”
Se refiere a su película Noé, que está en su etapa final de producción, y recuerda que el rodaje fue muy complicado y le dejó grandes lecciones, no sólo por los grandes presupuestos que requirió. También fue complejo debido a su compromiso profesional con el tema religioso.
Se explica Aronofsky: “En lo personal, no creo que mi estilo cambie por el hecho de hacer Noé. Toda mi vida he trabajado en temas que encuentro interesantes para mi propia conciencia. Noé es una de ellas. Hasta ahora no percibo cambio en mi sentido personal del cine. Como he dicho, me gusta hacer películas acerca de historias en las que creo”.
En suelo mexicano, en pleno GIFF, Darren no desaprovecha la ocasión para hablar generosamente de los directores mexicanos estrellas: Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro. Narra una anécdota: “Cuando se hacía Gravity, yo tenía gran curiosidad para ver cómo iba a trabajar Alfonso (Cuarón) en su complicada propuesta de realizar el filme en tercera dimensión. Cuando vi la película me inspiró un enorme respeto”.
Con honestidad también se refiere a Guillermo del Toro. Admite que no pudo ver su película más reciente, Titanes del Pacifico: “estaba totalmente ocupado en mi trabajo sobre Noé, pero he visto otras obras suyas, y Guillermo es otro director cuyo trabajo me encanta. Me parece que es otro gran director”.
En el teatro Juárez se agolpa el respetable local, atento y sin perder detalle de este estadunidense, nacido en Brooklyn, vestido con una camisa gris, o negra, sin afectaciones. Amable y, se diría, muy franco. Ahí está Susana Velasco, responsable del área de prensa del GIFF, en su posición estratégica. Todos, desde las 8:45 están pendientes de las luminarias del cine nacional que han pasado por la alfombra roja. Alfombra que por cierto será histórica, gracias al cuidado escrupuloso de Laura Morales Aguayo. Allá se ve a Carlos Zarate, Tenoch Huerta, atrás viene Tessa La, tras ella Ximena Ayala, y a un lado del micrófono Dolores Heredia, conductora de la ceremonia de homenaje.
Por supuesto que es imposible pasar por alto en la crónica del evento a la señora Sarah Hoch, con un deslumbrante vestido de gala blanco de corte imperial, quien ha llegado a la hora precisa, del brazo de Aronofsky, quien viste jeans negros y tenis de New Balance. El personaje es muy condescendiente con los periodistas, pero parece tener alguna aversión para quienes fingen serlo. Apenas llegó, hizo evidente que no tenía ningún interés en posar para los medios acreditados ni accedería a permitir que lo fotografiaran con celulares. Tras el homenaje se disculpó, agradeció y aseguró a quienes no pudieron preguntar, que habría más oportunidades de entrevistarlo.
Al inicio de la ceremonia de homenaje, Dolores Heredia toma la palabra en un breve y discreto discurso. Luego se presentó un video con la sinopsis fílmica del homenajeado. Para dar la bienvenida, Sarah Hoch, que provocó un aplauso y ovaciones del respetable. Después Aronofsky se puso de pie para dirigirse a todos. Dijo que estaba muy contento, muy agradecido, que realmente se conmovió y emocionó con el video. Confesó estar encantado de haber venido al GIFF. Recordó su primera visita a México a los 18 años, cuando en auto cruzó la frontera y recorrió la costa del pacifico. Acto seguido, Sarah Hoch le entregó el reconocimiento oficial.
Antes del homenaje, en el ambiente cálido habitual este verano en Guanajuato, los representantes de los medios de comunicación de todo el mundo presentes, y la multitud de curiosos, apretados bajo la bóveda solemne del teatro Juárez, hablaban de las películas de Darren Aronofsky, el legendario director de cine, su ópera prima Pi, el Orden del Caos, realizada en 1998, en la que a partir de la vida de un matemático crea una fascinante atmósfera, en una película catalogada como homenaje al movimiento underground norteamericano. La composición de la banda sonora es de Clint Mansell, su colaborador habitual en el resto de sus películas. Ésta, realizada en blanco y negro con presupuesto de solo 60 mil dólares, hizo a Aronofsky ganar el premio al mejor director, del Festival Sundance.
En el 2006 Aronofsky insistió en mostrar su talento para incomodar la conciencia del estabilishment, con una de las más grandes realizaciones de todos los tiempos: La Fuente de la vida. Antes, en 2000, realizó una audaz y tremendista adaptación de una novela de Hubert Selby Jr., Requiem por un Sueño, calificada como clásico de culto. Lux Aeterna, la banda sonora de esta cinta, bien valió El Golden Globe para el músico Clint Mansell y El León de Oro para Aronofski. Dos años después hizo El Luchador, en la que mostró su capacidad para apartar artificios y efectismos en una narración y dirección delicada y rotunda, cuyos personajes conmovieron a todos los públicos del mundo, y Aronofski ganó nuevamente el León de Oro del Festival de Venecia en 2008.
Los doctos lectores cinéfilos recordarán la última realización de Aronofsky: Black Swan (El Cisne Negro), thriller psicológico con el que saltó a las nominaciones para el Oscar. La estética y la puesta en escena son impecables, con actuaciones pasionales que crean un ambiente que atrapa, se vuelve poesía visual y desgarra muchas emociones del público, en un marco de nuevo Lago de los Cisnes.
Mientras, las muchachas del voluntariado del GIFF batallan con las vallas, que irritan a turistas, visitantes y curiosos, afuera y dentro del Teatro Juárez. Después, al terminar el homenaje y a manera de rúbrica, se proyectó El Luchador.