ENCUADRE
Misterio en su casa
Para quienes pertenecemos a las generaciones que se emocionaron con la producción extranjera proyectada en la extinta televisión pública, hubo una serie semanal que alcanzó la categoría de acontecimiento y que solía reunir a la familia los domingos por la noche con un solo propósito: cagarse del miedo gracias a la deschavetada imaginería de Misterio en su casa, en realidad, dos producciones inglesas que alimentaron al concepto de Canal Trece durante muchos años.
Dada la continua degradación de la propuesta autóctona en la temática de ficción, fue previsible que la industria norteamericana terminara por captar –y en algunos casos, cautivar- a la audiencia de clase media y alta, merced a la calidad superlativa de series que presagiaron una transformación gradual en la acción policiaca. De entre las que me acuerdo con mayor agrado son Hill Street Blues, Luz de Luna, Historia del Crimen, L.A. Law, Policía de Nueva York y la ubicua La Ley y el Orden.
Sembrado el terreno, los beneficios de la cosecha fueron a parar a la industria de cable. Conocida al principio por monopolizar el box expandiendo el concepto pago por evento a nivel mundial, HBO, convertido en un emporio todopoderoso, explotó un mercado restringido convirtiéndose en un medio inaccesible para las modestas clases de este país. Con una producción de calidad ostensible en seriales, documentales y telefilms que elevaron la substancia de sus esfuerzos, han llegado a rivalizar y en algunos casos, a rebasar en interés a la mismísima producción cinematográfica hollywoodense.
Para los afortunados que se pueden costear las opciones Premium, True Detective es un inquietante relato que abreva de la vasta iconografía del film noir, de la novela Hard Boiled y hasta del American Gothic que parece y resucitaron a los matarifes sureños de la familia Sawyer de La Matanza de Texas, todo esto en una imaginativa reactualización de fórmula, que se nutre de las influencias de otras fuentes igual de sádicas, con mención especial para la música elegida; pocas veces varias rolas regionales (mayoritariamente Country pasado de rosca y Rhythmn & Blues) habían sonado tan inquietantes.
La historia abre con una atípica imagen de videotape que inmediatamente le confiere la estética del documental de bajo presupuesto. En realidad, lo que observamos es el registro de un interrogatorio, y la cámara como personaje se convertirá en un sustituto de la memoria. Este artificio propiciará la afortunada manipulación en la multiplicidad de puntos de vista; en el manejo arbitrario del tiempo entre las líneas argumentales de mayor interés y puntualizará las vueltas de tuerca, poniendo énfasis en las mentiras o verdades a medias para evidenciar el tortuoso trabajo de un par de policías en lo que fue la cacería de un asesino serial con tendencias ritualistas, culpable de homicidios de una obscenidad espeluznante.
En un meandro de intenciones cercanas a la epifanía opiácea, se hace evidente la inspiración que supuso la revisión del mórbido thriller coreano Crónica de un Asesino en Serie (Joon-ho Bong), con el que guarda más de una similitud. En rigor, True Detective es tan sólo un rompecabezas que se va armando sobre la marcha, y cuyo sugerente desarrollo nunca pierde fuerza en el rebuscamiento propio del whodunit -¿quién lo ha hecho?-, deudor de la novela policiaca clásica. Claro, es fácil imaginar a doña Agatha Christie, la otrora venerable referencia literaria aplicada al suspenso para tele, revolcándose en su tumba por la cochambre y la coprolalia militante de dos antihéroes machistas y retrógrados a grados insoportables, tan sólo redimidos por su noción de hacer la chamba, incluso aplicando la ley fuga –de ser necesario.
Dada la convincente descripción de un gueto envuelto en sus miasmas de fanatismo y de corrupción de la inocencia, hay algo de manejo de ciertos códigos de terror sutilmente trabajados que vuelve la experiencia más perturbadora de lo que aparenta. Ya instalados en el oscurantismo del sincretismo, la atmósfera malsana recuerda a Corazón Satánico de Alan Parker, con toda su carga fatalista en medio de un clima sofocante y viscoso, como si se estuviera a las puertas del infierno.
Extendiendo sus logros en la ambientación, True Detective alcanza la impactante verosimilitud y la interacción de antipatía-odio-respeto entre dos figuras de la ley, mostrada con el mismo vigor de Mississippi en Llamas, también del inglés Parker. La religión en una advocación macabra, será otra constante tanto en las ceremonias de una secta como en la psique conservadora del detective Marty Hart, caracterizado con una tendencia al atropello consuetudinario que lo vuelve presa fácil de sus pasiones, desmitificación no tan usual en un país que más bien les profesó una descarada admiración en la década de los ochenta, a través de aquella política de la buena imagen puesta de moda por el cine de acción convencional… y ya desmentida en nuestros tiempos, dada la evidente contundencia de sus excesos denunciada todos los días. Quizá el referente de mayor importancia a este aspecto sea Internal Affairs de Mike Figgis.
True Detective no es una mera producción imitadora, ya que posee el temple y la personalidad para erigirse en un destacado thriller, en días en que el asunto criminal no pasa por su mejor momento, al menos en lo que se refiere para aquéllos que se facturan en la industria del cine. Queda para el crédito esa voluntad de echar mierda a diestra y siniestra sin importar el estamento político que se ensucie. Como es usual en trabajos de este corte, algunos capítulos resultarán más intensos que otros, y dónde la acción parece languidecer, un evento inesperado o una sospecha fortuita reanimará el interés del espectador.
Coqueteando con la tragedia y con un final pesimista, es muy probable que la conclusión deje un poco insatisfechos a los cínicos televidentes a quienes va dirigido, pero tanta truculencia y las reflexiones pseudo filosóficas de Rusty Cohle agotan al más dispuesto, además de la resolución climática que parece emprendida por dos policías de Miami Vice y no por los corruptos del principio. No obstante, son ocho capítulos de una intensidad y una visceralidad tal, que la hacen altamente recomendable, protagonizada por dos culeros hasta la médula.
True Detective (Sin Título en Español)/ D: Cary Joji Fukunaga/ G: Nic Pizzolatto/ F en C: Adam Arkapaw/ E: Alex Hall, Affonso Gonçalves y Meg Reticker/ M: T. Bone Burnett/ Con: Matthew Mc Conaughuey, Woody Harrelson. Michelle Monaghan, Michael Potts, Tory Kittles, Kevin Dunn y Alexandra Daddario/ P: Anonymous Content, Lee Caplin, Picture Entertainment, Passenger para HBO. EUA. 2014.