Los siguientes dos partidos de la jornada resultaron equilibrados, como se esperaba en un caso pero no en el otro, donde había un claro favorito que terminó batallando más allá de lo esperado.

Aguas turbulentas

Los Bills de Búfalo, más unidos que nunca después del colapso de uno de los suyos en el partido frente a los Bengalíes, recibieron a los Delfines de Miami, rival divisional contra quienes tienen una larga historia. El partido arrancó según lo esperado con dos anotaciones de los anfitriones en el primer cuarto: un pase de Allen a Knox y una carrera de Cook tras una intercepción, coronaron sendas ofensivas que mostraban la contundencia mostrada a lo largo de la campaña, en tanto los de la Florida no encontraban hilvanar jugadas a la ofensiva y tampoco podían contrarrestar el diseño de ataque de sus rivales. Todavía el segundo cuarto inició con un gol de campo para poner 17-0 la pizarra, en lo que parecía ser un partido de trámite.

Pero reaccionaron los visitantes y se dedicaron, con ofensivas dinámicas pero que se quedaban en la orilla, a meter goles de campo, aprovechando incluso una intercepción: como no queriendo, anotaron nueve puntos sin respuesta por conducto de un efectivo Sanders, y ya enfilados en su travesía oceánica, los Delfines lograron otra intercepción y llevaron el balón hasta las diagonales gracias a la recepción de Gesicki, empatando sorpresivamente el score al hacer buena la conversión de dos puntos. Los de azul, sin embargo, aprovecharon un último suspiro y retomaron la ventaja hacia el final del primer medio con un gol de campo de Bass para poner el marcador 20-17.

La segunda mitad prometía, sobre todo después del emparejamiento logrado por la visita. Un error por bando generó puntos para los dos: primero los del estado de Nueva York soltaron la pelota y Sieler se encargó de llevarla hasta la zona final para los Delfines, quienes devolvieron el regalito con una intercepción que derivó en un gol de campo. Los anfitriones ampliaron a 10 puntos su ventaja gracias a una elusiva avanzada aérea que culminó con la recepción de Davis,  pero respondieron pronto los visitantes de la misma forma con carrera de Wilson Jr. después de avanzar 75 sufridas yardas, acortando a 3 puntos la diferencia y poniéndolo en una circunstancia de incertidumbre. 

En efecto, el partido entró en una zona de alta tensión con las consabidas fricciones que suelen presentarse en este tipo de partidos entre equipos que comparten una prolongada historia: las defensivas se comportaron a la altura de la angustia y detuvieron en dos ocasiones a los ataques, la última de ellas, producida por la de Búfalo, resultó definitiva para cerrar el marcador final de 34-31 en un gran partido que resultó ser mucho más equilibrado de lo que los números de la temporada regular anticipaban.

Sobre los hombros gigantes 

El partido en la ciudad melliza de Minneapolis empezó con todo: los Vikingos de Minnesota arrastraron la pelota 75 yardas para inaugurar el marcador con estirada del propio Cousins desde la última frontera, pero los Gigantes de Nueva York devolvieron la cortesía emparejando los cartones con acarreo de Barkley, como diciendo que estaban puestos para lo que fuera, como lo mostraron pronto con pase de Jones a Hodgins para darle la vuelta al marcador en su siguiente posesión, después de contener el ataque vikingo. Ya en el segundo cuarto, aumentaron la ventaja con gol de campo y los de casa reaccionaron con atrapada de Osborn para dejar el marcador 17-14, antes del fin de la primera mitad. Un muy agradable intercambio de puntos.

El complemento empezó con todo, igual que la parte inicial: los neoyorkinos recibieron la pelota y se la llevaron en solo seis jugadas hasta la zona de anotación con atrapada de Bellinger tras recibir pase de Jones, jugando con discreción pero efectividad. La respuesta fue inmediata: Smith coronó paulatina ofensiva para recibir la pelota en la región decisiva del campo y acercar otra vez a los de casa, que lograron emparejar el marcador con gol de campo de Joseph, ya empezando el cuarto episodio: partido nuevo con poco más de diez minutos por jugarse y un equilibrio de esos que detonan emociones de ambos lados. 

Pero vino una contundente ofensiva de los Gigantes para adelantarse en el marcador de nuevo, otra vez vía acarreo de Barkley, que más el punto extra, modificó el tablero en 31-24. Tuvieron la pelota dos veces más los del color púrpura pero no lograron anotar y terminaron por despedirse de la temporada en su casa, mientras que los de Nueva York avanzan para enfrentar al mejor sembrado de la Conferencia, mostrando con qué le pueden hacer frente. Como se esperaba, resultó un encuentro equilibrado con dos equipo cuyas aspiraciones básicas eran llegar a estas instancias pero que, en el caso del ganador, puede ir creciendo.