Sonidos de Nueva York
The National y Vampire Weekend visitan México
Un par de grupos esenciales del nuevo milenio visitan nuestro país; de sólidas trayectorias en las que mantienen un nivel compositivo y creativo en el que no bajan la guardia, han contribuido a mantener de manera decisiva el gusto por el rock en sus diversas variantes. Ambos se formaron en barrios de Nueva York para dejarse escuchar en el resto del planeta. Reconocen y no ocultan sus elevadas influencias, más bien las aprovechan para fortalecer sus enfoques y buscar nuevos derroteros dentro de los contornos de sus respectivos estilos: por supuesto, en sus sonidos resuenan los gigantes Velvet Underground y Paul Simon.
Los problemas de la Bestia
De las cenizas del grupo punketo Nancy de Cleveland, el compositor y vocalista de tonos gruesos y melancólicos a la vez Matt Berninger, junto con el guitarrista y bajista Aaron Dessner y los hermanos Scott (bajo, guitarra) y Bryan Devendorf (batería), surgió The National, saliendo de la alberca cuando se mudaron a Brooklyn para grabar su álbum debut con el apoyo del gemelo Bryce Dessner (ya parte del grupo), titulado simplemente The National (2001), como para levantar la mano y anunciar una presencia de tristeza contenida, en la línea del slowcore de grupos como Low. Estudiantes distinguidos todos, cimentaron la base de la banda que corría en contrasentido de las tendencias imperantes del revivalismo del nuevo milenio.
Sad Songs for Dirty Lovers (2003) incorporó influencias del country alternativo embalado con un pop orquestal y letras de perdedores reconfortados, ya profusamente potenciado en el EP Cherry Tree (2004) y enfatizando el uso de cuerdas cargadas de lágrimas contenidas en Alligator (2005), su tercer disco largo en el que se asomaba esa característica mirada apesumbrada con ciertos parajes luminosos; fue con Boxer (2007) que lograron abrir las orejas de públicos amplios, procurando que la introspección explotara como en el clásico Fake Empire, buen ejemplo de la propuesta instrumental de la banda ya nutrida con música de viento y un excelso uso de los teclados, así como del amplio rango letrístico tanto desde la perspectiva temática como poética, confirmada con el EP The Virginia (2008), integrado por cortes de diverso origen.
Con ese tono de áspera melancolía confrontada con elocuentes melodías surgidas de narrativas en penumbras, entregaron High Violet (2010), su quinta obra, ya confirmándose como grupo imprescindible del nuevo milenio. Terrible Love va dominando sigilosamente el espacio sonoro, tal como sucede en las relaciones abrasadoras, por más que busquemos el arrepentimiento: Sorrow coloca al frente la gruesa vocal de Berninger, en la tesitura de un Nick Cave reflexivo y de Leonard Cohen apesadumbrado, cobijada por la característica instrumentación austera, por completo puntual, extendida a Anyone´s Ghost y Little Faith.
De la obsesión paranoica expresada en Afraid of Everyone, al romanticismo apenas esbozado en Bloodbuzz Ohio, para de ahí entroncar con una segunda parte que cierra con la bella contención de England y la discreta euforia de Vanderlyle Crybaby Geeks. Uno de los discos de aquel año en el que participaron también Richard Reed Parry (Arcade Fire), Nadia Sirota, Nico Muhly y Justin Vernon (Bon Iver). Continuando con su inclinación a servir como anfitriones de varios invitados, grabaron Trouble Will Find Me (2013) con la presencia de Thomas Bartlett (Doveman), Sufjan Stevens, Sharon Van Etten, Nona Marie Invie y Annie Clark, prestando éstas tres últimas sus voces y acaso buscando reflejos imposibles en los que se pudiera advertirse el origen de los conflictos afectivos.
En tono experimental, presentaron durante seis horas la canción Sorrow en el MoMA, repitiéndola tantas veces como fuera necesario para cubrir el tiempo establecido. Vendrían después varios proyectos personales: Bryan Devendorf, Danny Seim (Menomena) y Dave Nelson (David Byrne y St. Vincent) formaron Pfarmers, firmando los discos Gunnera (2015) y Our Puram (2016); Berninger se reunió con Brent Knopf (Menomena, Ramona Falls) para integrar un dueto llamado EL VY, que generó el apreciable Return to the Moon (2015), y bajo el nombre de LNZNDRF, Bryan y Scott Devendorf unieron fuerzas con Ben Lanz (Beirut) para grabar el homónimo LNZNDRF (2016) y el EP Green Roses (2016).
Volvieron al estudio para entregar el notable Sleep Well Beast (2017), salpicado de tristeza al filo de las banquetas cargadas de culpa, apenas iluminadas por los focos de las licorerías y despertadas por rítmica inquieta y ráfagas guitarreras pronto acalladas por la presencia de la desolación para dejar que, en efecto, la bestia no se despierte más allá del daño irreparable, con la muerte esperando paciente su turno. Después del directo Boxer: Live in Brussels (2018), entregaron I Am Easy to Find (2019), especie de continuación de su entrega anterior pero ahora mostrándose de frente, impulsados por el cineasta Mike Mills y las voces invitadas, entre las que se encuentran Gail Ann Dorsey, Eve Owen y Sharon Van Etten.
Penumbras luminosas: ya es viernes
Retomando la estética del afropop e incorporando matices del ska y el del hip-hop, Vampire Weekend es una banda que gusta de la sutileza en la composición y de la multiplicidad de ritmos acotados. Estudiantes en Columbia, Ezra Koenig (vocal, guitarra), quien filmó un corto que dio título a la banda, Rostam Batmanglij (entrándole a lo que haga falta), Chris Baio (batería) y Chris Tomson (bajo), decidieron unir talentos sonoros expresados en el EP Vampire Weekend (2007), anunciando lo que vendría después con su largo debut, el ya clásico postmilenario también ídem Vampire Weekend (2008), álbum que revitalizó el escenario musical con esa particular dulzura que explota de manera cercana en los tímpanos. Uno de los grandes debuts del nuevo milenio.
Volvieron al estudio para grabar Contra (2010), a partir del cual el agua de horchata sabría diferente y a los primos se les iba a visualizar de otra manera, entre lances de festiva cadencia y superando con creces la prueba del segundo disco. Incorporando sonidos de sofisticada estructuración, articulados en un pop que se eleva sobre rítmica africana y de cierto clasicismo roquero, presentaron el brillante Modern Vampires of the City (2013), su tercera entrega con la que consiguieron ampliar sus márgenes estéticos y, de paso, entregarnos uno de los grandes discos de aquel año, plagado de melodías evocativas y armonías que muestran un par de colmillos cada vez más largos y penetrantes.
Tras la salida de Batmanglij en el 2016, la banda empezó a trabajar en su siguiente álbum, en el que contarían con la presencia de Dave Longstreth (Dirty Projectors), Rechtshaid, Justin Meldal-Johnsen y Danielle Haim; una vez escuchado y disfrutado Father of the Bride (2019), queda claro que la espera de seis años valió aboslutamente la pena. Desde el emotivo inicio con Hold You Now y sus coros infantiles, siguiendo con la efusiva Harmony Hall y las otras 16 canciones que integran este álbum doble, se denota que la capacidad compositiva cobijada por el reconocible estilo se mantiene en elusivos niveles, jugando con sutileza rítmica y melodías evocativas.