The magic is over
Desarrollada como una historia romántica en detrimento de la comedia loca a la que es tan afecto en sus producciones televisivas animadas, el encanto y candor que envolvía a los francos desmadres de un par de adictos a la mariguana en la –por breves lapsos- desternillante Ted (2012), ha desaparecido casi por completo.
Por ello, no es raro que Seth MacFarlane, el creador de una serie de personajes que llevan la imbecilidad gringa como seña de temperamento e idiosincrasia, cambie de registro, apoyándose en el recurso de su ya malgastada y sobreexplotada fórmula, cuya influencia proviene del desopilante universo de humorismo tipo ametralladora, patente perteneciente, en los viejos tiempos, a la escuela Screwball… y más recientemente, a los viejos conocidos David y Jerry Zucker, adalides de la incorrección política en los ochentas y noventas, de la que bebe gran parte de su espontaneidad.
Y en la segunda producción sobre el osito Teddy, sin llegar al nivel de su anterior aventura, en una extraña paradoja, hoy le hinca el diente al ánimo burlón, en cuyas referencias soterradas tunde duro y tupido, entre otras cosas, a algunos gestos de racismo y discriminación de la gentuza de Boston, por todo aquello que considera diferente, raro o diverso al estatus.
Sin duda, los amantes de la coprolalia militante y la escatología desenfrenada añorarán excesos del tipo que practican sujetos impresentables como Peter Griffin, Brian, Stewie, Roger, Stan, Cleveland y una considerable troupe de dañados mentales. En el presente largometraje, un par de viciosos de buen corazón de manera irónica enfatizan permanentemente la propia condición humana del oso de peluche en manifestaciones cochambrosas… y al que las leyes reaccionarias meterán en un dilema. Tampoco es que la historia de MacFarlane se trate de una cruzada a favor de las minorías o las causas perdidas; que quede claro, Ted es caracterizado tan sajón como el que más.
Tendiente a meter con calzador chistes o gags para burlarse de medio mundo o estrellas en horas bajas, la película también manifiesta la dura corteza y temple de Amanda Seyfried y Tom Brady, quienes se llevan un reconocimiento por aguantar vara como los machos, sin verse demasiado afectados en sus alusiones personales, bromas pesadas llenas de la agria leche de MacFarlane, y más en específico, la del turbio asunto que empañó a perpetuidad la imagen de un deportista modelo hoy cuestionado por media humanidad. O el cameo de tinte escabroso de Liam Neeson.
Sin duda, Ted Clubbler Lang se queda a varios años luz del otro monigote de felpa de origen extraterrestre de apelativo Alf, una entidad capaz de sacar de quicio a la humanidad completa si se lo proponía, ser con el que no costaba trabajo simpatizar a pesar de sus excesos y personalidad límite. Y hasta el momento, muy difícil de eclipsar.
Ted 2 (Sin Título en Español)/ D: Seth MacFarlane/ G: Seth MacFarlane, Alec Sulkin y Wellesley Wild/ F en C: Michael Barret/ E: Jeff Freeman/ M: Walter Murphy/ Con: Mark Wahlberg, Amanda Seyfried, Jessica Barth, Giovanni Ribisi, Morgan Freeman, Sam J, Jones y Patrick Warburton/ P: Universal Pictures, Bluegrass Films, Fuzzy Door Productions, Media Rights Capital. EUA. 2015.
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