Guanajuato, Gto. “Me quedo con las ganas”, respondió el diputado Luis Ernesto Ayala Torres al hecho de que su partido –Acción Nacional- haya determinado que sea una mujer la candidata al gobierno del estado.
En el Congreso del Estado huele a año electoral: diputadas y diputados preparan el siguiente salto.
Terminada la rueda de prensa sobre los acuerdos de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, Ayala Torres fue abordado por representantes de los medios. Se queda con las ganas de ser candidato a gobernador, dijo, pero aclaró que “hay más mujeres”. No dio nombres, pero Libia Dennise, al menos formalmente, no es la única opción femenina panista.
El pastor de la bancada panista aseveró que lo declarado en enero por el dirigente nacionalde su partiro, Marko Cortés, y el estatal, Eduardo López Mares, respecto a que “toca mujer”, generó polémica. Ante la insistencia, su frase fue concluyente:
“No hablemos de esperanzas; hablemos de realidades”.

 

El que quiere democracia en el ojo ajeno

En el contexto de una confrontación entre la mayoría morenista en Sinaloa y el rector de la Universidad Autónoma de esa entidad, el diputado cuatroteísta Ernesto Prieto plantea que sea la comunidad la que elija al titular de la rectoría general de la Universidad de Guanajuato.

Que sean los votos de trabajadores, estudiantes, docentes e investigadores, es la propuesta que ya entró a la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales.

Ya le respondió el rector general, Luis Felipe Guerrero Agripino: hay un procedimiento en el que el Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno de la institución, designa a quienes designan al rector; y es un tema que debe resolver la comunidad universitaria.

La mayoría panista seguramente rechazará la propuesta. Por lo pronto, el diputado de un partido que no tiene dirigencias municipales, que tuvo un cuestionado proceso de elección de dirigencia estatal, y que plantea candidaturas basadas en encuestas y no en asambleas, ya ganó reflectores en su afán de “democratizar” a una autónoma universidad pública.

En ambos casos, la importancia de llamarse Ernesto.