Querer

Laura Fernanda Meraz

Es tan sencillamente complicado hablar del amor. De este sentimiento sublime y hermoso por sobre todos los sentimientos.  Destello divino en lo humano y legado supremo de Dios a los hombres para sublimar la perpetuación y experimentar una partícula celestial sobre la tierra como enamorados eternos.

En términos de filosofía, el amor es una virtud que representa todo el afecto, la bondad y la compasión del ser humano. Es descrito como las acciones encaminadas a buscar el bien de otros, con fundamento en las compasiones hacia los demás y hacia nosotros mismos, dictadas por el afecto.

El término amor, que viene del latín, se aplica a una vasta serie de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional, de intimidad, del amor romántico o la convivencia emocional pura, asexual, del amor en la familia, el amor platónico, hasta la profunda devoción del amor religioso, que se clasifica como estado del alma y de la mente, identificada con Dios mismo o con la fuerza que mantiene unido el universo.

Las emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas, llegando con frecuencia a ser irresistibles. El amor en sus diversas formas actúa como importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a su importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las artes creativas (cine, literatura, música).

Desde el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece ser un estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación de la especie mediante la reproducción.

Pero, ¿qué pasa en la tierra? Este sentimiento se contamina y pervierte con la esencia humana como acaso sentimiento doloroso. En el hombre existe mala levadura –dijo San Francisco de Asís-  y esto desata pasiones de posesión, control, y hasta odio que suele  transformar a hombres y mujeres en demonios recalcitrantes y odiosos.

Estos días, manifestaciones amorosas, en todas las formas imaginables, saturan escaparates, medios de información, centros comerciales, espectaculares publicitarios en todo mundo, desde 1840, cuando Esther A. Howland, tuvo la idea de poner a la venta cartas de amor y tarjetas con dibujos de San Valentín, adornadas con corazones y figuras de  Cupido, que intercambiaban jóvenes estudiantes enamorados en su colegio Mount Holyoke College, de Worcester, Massachusetts.

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Desde hace muchos años en Europa se asociaba el Día de San Valentín, fiesta cristianizada del paganismo, cuyo origen en la antigua Roma era la adoración del dios del amor, Cupido, que a su  vez procede de la mitología griega en la que se llama Eros. En esta celebración se pedían los favores del dios con regalos y ofrendas para encontrar al amor ideal.

Al desarrollarse el cristianismo se asignó esa fecha para conmemorar a San Valentín, un sacerdote que en el Siglo III oficiaba en Roma. El emperador Claudio II había prohibido casarse a los jóvenes romanos, en una ley marcial que consideraba que los hombres  solteros sin familia eran mejores soldados y tenían menos ataduras.

El padre Valentín consideraba injusta la medida y celebraba clandestinamente misas en las que casaba a jóvenes enamorados (por lo que surgió como santo patrón de estos). Cuando el emperador se enteró y debido al gran respeto que se tenía al padre Valentín en Roma, lo llamó a palacio y, aconsejado por el gobernador de Roma, llamado Calpurnio, lo mandó a la cárcel, como escarmiento para los cristianos.

Al cumplir la orden, un oficial de la guardia imperial, Asterius, con la idea de ridiculizar al sacerdote y someterlo en público, le desafió a curar con los milagros que proclamaba a una hija suya, de nombre Julia, que era ciega de nacimiento. Valentín aceptó y, en nombre de Cristo, le devolvió la vista.

Esto impresionó a Asterius y a su familia, que se convirtieron al cristianismo. El emperador Claudio, al enterarse enfureció y ordenó someterlo a la ejecución y al martirio el 14 de febrero del año 270. La joven Julia, agradecida, plantó un almendro de flores rosadas junto a la tumba del sacerdote. Por esto el almendro es símbolo de amor y amistad duraderos.

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Actualmente es complicado encontrar el amor ideal; el número de divorcios y la violencia en el noviazgo van en aumento. Esto se atribuye en parte al tiempo excesivo que pasamos abstraídos, ajenos al trabajo y a la creatividad por meter las narices a través de las redes sociales en la vida personal de parientes, compañeros, amigos y conocidos. Como en todo, no hay que generalizar pero muchos de quienes se quejan por esto son personas que acaso  fueron lastimadas o ignoradas, sufren de mal de amores frustrados o sus vidas están vacías, carentes de amor y andan por ahí alimentando su pesar por la felicidad ajena. Porque también hay que considerar que hay un esfuerzo real de muchos por vivir el amor.

En las en las redes sociales también encontramos muchas páginas dedicadas a estimular el amor universal y muchos llenamos nuestras portadas con mensajes positivos. Eso mismo debemos aplicarlo en la vida diaria con nuestra familia, con la gente de la calle, con quienes no nos agradan. Hagamos una pausa. Recapacitemos con tolerancia, aprendamos a escuchar y a no imponernos por encima de los demás. Así comenzaremos a expresar amor y nuestra frecuencia se elevará. Así es. Este sentimiento grandioso tiene el poder de frecuencia más alto de toda la energía en el Universo, nos sentimos mejor, alegres y por lo tanto no nos enfermamos. Pero eso lo descubrimos cuando dejamos de enojarnos. Estamos acostumbrándonos a vivir lejos de la competencia y la agresión como sentimientos normales. La prisa cotidiana nos impide percatarnos de las señales del amor. Pausas, miren a los ojos, den las gracias y sonrían, extiendan un afectuoso apretón de mano –total,  con gel anti bacterial en el bolsillo no habrá problema-.  

La vida cambia celebrando a diario el 14 de febrero, el día de San Valentín, el día de los enamorados, el día del amor y la amistad. Un día ordinario regalen globos, flores, besos, pasteles. Los detalles hacen florecer el amor. El aroma de las flores también eleva la frecuencia del espíritu humano, los chocolates nos hacen generar endorfinas –las enzimas del placer- y de paso nos ayudan a enamorar a la persona con quien compartimos todos los momentos del día a día o a sus amigos. Repliquen con una sonrisa a una mala cara o agresión. Cada uno es libre de sentirse como quiera vivir.

Sólo es mi teoría personal; pueden probarla o no. Para mí los verdaderos hombres son los que demuestran el amor sin miedo a su mujer, son cariñosos y detallistas, sonrientes y valientes. Cuando encuentres uno no lo dejes ir  atrápalo con amor y calor, no necesitas más, la conquista mutua y la alegría recíproca. Ambas don fundamentales para que el amor viva latente; aunque se presenten desavenencias, siempre se superaran si hay amor. Aprovechemos positivamente las redes para mantener las amistades. Dejarse llevar por chismes o intrigas que usualmente se convierten en teléfono descompuesto, despiertan furias de los inseguros que rompen amistades valiosas. Caer en ese juego es lamentable, poco inteligente. Lo mejor es superarlo, no enredarse en situaciones ajenas; hay que evolucionar y avanzar.

 El amor no debe ser manchado  con epítetos ni adjetivos ñoños. Sólo los egoístas y mediocres no saben verlo; lo verán algún día. El amor siempre se las arregla para conectar de nuevo a los seres humanos, porque nuestra esencia está en el amor, representada con el corazón que late en todos y cada uno de nosotros, aunque no queramos. Tan tan.