martes. 16.04.2024
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Enfermedad o dinero, disyuntiva migrante en Nueva York

Se acostumbran y conservan la calma

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Enfermedad o dinero, disyuntiva migrante en Nueva York
Enfermedad o dinero, disyuntiva migrante en Nueva York

México. Vivir en el extranjero no parece fácil, pero vivir en la ciudad que es uno de los principales lugares de contagio de coronavirus en el extranjero, parece imposible. Aun así, lo hacen… Los que migran, por cualquier razón, se acostumbran y tienen que aprender a conservar la calma.

“Todos los días parecen domingo. Todos vivimos encerrados y salimos sólo al súper, al que solo pueden estar entre cinco y 15 personas, dependiendo el tamaño”, cuenta a Notimex la mexicana María Fernanda Soria Cruz, estudiante de una maestría especializada en Medios, Cultura y Comunicación por la Universidad de Nueva York.

La Gran Manzana se ha convertido en los últimos días en el epicentro de la COVID-19 en Estados Unidos. Según un mapa realizado por la Universidad Johns Hopkins, de los cerca de 8 mil decesos por la nueva cepa de coronavirus en la nación norteña, casi 2 mil pertenecen a Nueva York.

Los índices de enfermos también son alarmantes: poco más de 63 mil contagios registrados en una ciudad que, en palabras de Andrew Cuomo, es el futuro que le espera a otras ciudades de Estados Unidos por la crisis sanitaria.

A la tensión de saber que el sonido usual de las ambulancias ahora se debe a enfermos por COVID-19, se suma la soledad que ha traído consigo la cuarentena; no sólo por no poder ver a los conocidos cotidianos, sino por el abandono de muchos edificios.

“Sí hay tensión. Mi edificio tiene 25 departamentos. Cuando avisaron de la cuarentena, los inquilinos de 21 departamentos se fueron. Entonces sí se siente vacío. Todos los bares y restaurantes van a cumplir dos semanas cerrados”, relata Soria.

Además, agrega la joven, la mayoría de sus compañeros de maestría, los que no son de la ciudad, regresaron con sus familias.

“Yo diría que de mis compañeros de clase todos se regresaron a sus ciudades. Algunos a sus países. Y nos quedamos los chinos, japoneses y yo básicamente”, relata la joven, originaria de Puebla.

Los asiáticos se vieron imposibilitados de regresar a sus lugares de origen, debido a las restricciones de vuelos: no es que quieran quedarse en Nueva York, es que no pueden regresar con sus familias. Su caso es un poco distinto. Podría regresar a su ciudad natal, pero vive con una persona que pertenece a un grupo vulnerable y prefiere no ponerla en riesgo.

Sin embargo, la organización social sigue jugando su papel y en Park Slope Brooklyn, donde vive Fernanda, los jóvenes han tomado la iniciativa de ayudar a las personas mayores y evitar que salgan lo más posible.

La principal forma de ayudar que han encontrado es realizar cada semana todas las compras que requieren los que están en los grupos de mayor vulnerabilidad. Y han sistematizado su apoyo a la tercera edad: en cada cuadra en la que viven jóvenes, se ve el apoyo a todos los ancianos de la manzana.

“La sensación, la mía al menos, no es de pánico. Es de mucha solidaridad. A veces por la tarde salimos a los pórticos a platicar con los vecinos. Hablamos de las notas de Nueva York en los periódicos locales y en nuestros países”, explica Fernanda.

Las preocupaciones para los migrantes en Nueva York son variadas: el aislamiento y la soledad, las dificultades económicas, el tiempo que dure la crisis.

En su caso, la cuestión económica se complica por dos frentes: su reciente despido y la necesidad de pagar las cuotas de la Universidad.

Soria se dedica a dar talleres sobre la migración, el racismo, contra la xenofobia en escuelas primarias, secundarias y preparatorias. Afortunadamente, logró obtener una pasantía para apoyar a migrantes latinoamericanos que se encuentran en prisión y tratan de evitar una deportación.

“Eso sigue en pie si el virus me lo permite”, dice Fernanda.

Y la preocupación también radica en mantener los pagos a la Universidad. Muchos de los compañeros de la joven mexicana ya están molestos por tener que pagar colegiaturas si la universidad está cerrada y las clases sólo son vía virtual.

Así, las consecuencias de la pandemia que ya ha ocasionado más de 10 mil muertes en todo el mundo no sólo derivan de los problemas de salud en un país que la tiene completamente privatizada.

“Con la pandemia y por lo que he platicado con ellos (compañeros de clase), estamos tranquilos... la incertidumbre es más por el tiempo que va a durar. Muchos de ellos viven solos y les afecta el no tener contacto con otra cosa que su computadora. Los chinos están preocupados por sus familias, los latinos por el dinero”, concluye Soria.