Una mala combinación alimenticia puede producir una carencia de vitaminas o minerales que se manifiesta a través de síntomas o sensaciones de ansiedad, apatía, desgano, irritabilidad, nerviosismo, falta de atención e, incluso, depresión.

Por ser una parte esencial para la vida, la alimentación debe estar diseñada para generar bienestar pero, en ocasiones, resulta contraproducente y afecta el desarrollo cotidiano; es decir, el estado de ánimo.

Consuelo Boy Ayala, nutrióloga de la Unidad de Medicina Familiar No. 56, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en León, Guanajuato, comentó que a consecuencia de los malos hábitos alimenticios, cada vez más mexicanos padecen de sobrepeso u obesidad. Y en muchos casos estos padecimientos acarrean enfermedades crónico degenerativas, como la diabetes. Hay cada vez más jóvenes que presentan estos padecimientos y la prevalencia aumenta considerablemente en la edad adulta.

Señaló que “en la actualidad se le está dando la importancia que realmente tienen tanto el aspecto nutricional como el psicológico; nos habíamos concentrado en curar y lo que tratamos de hacer actualmente son intervenciones oportunas; no curar, sino prevenir”.

Más de la mitad de la población mexicana presenta algún factor que contribuye a enfermedades cardiovasculares, en gran parte por el desbalance alimentario, como consecuencia de estrés, depresión, hipertensión, grasas elevadas en la sangre y tabaquismo, entre otros.

El IMSS cuenta con módulos de atención para orientar a los derechohabientes sobre las consecuencias que provocan los desórdenes y problemas alimenticios. Asimismo, en sus clínicas y hospitales brinda tratamientos integrales, con la atención de un psicólogo o psiquiatra, complementado con el área de Nutrición y Dietética.

Señaló que por lo general, llevamos en la dieta exceso de un solo nutriente: la glucosa -azúcares-, la cual, en exceso provoca efectos cambiantes en el estado de ánimo. Esta genera gran cantidad de energía en el individuo; lo mantiene alerta y despierto, pero luego de la secreción de insulina abundante descienden drásticamente los niveles de glucosa en sangre, y es cuando vienen sensaciones negativas de cansancio, nerviosismo, irritabilidad y apatía, así como periodos de ansiedad, reacciones depresivas y aumento del estrés laboral.

Mencionó que la industria y mercadotecnia alimentaria también inciden en el estado de ánimo de las personas, con la promoción de comida rápida y estereotipos de imagen, que, generalmente, afectan más a los niños y adolescentes.

Finalmente, recomendó el consumo de alimentos que contengan los tres principales nutrientes: carbohidratos, proteínas y lípidos.