viernes. 19.04.2024
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Poesía y canto de pasión y muerte en el Gene Byron

Concierto con la mezzosoprano Margarita Martínez y el barítono Alberto Carvajal

Poesía y canto de pasión y muerte en el Gene Byron
Poesía y canto de pasión y muerte en el Gene Byron
Poesía y canto de pasión y muerte en el Gene Byron

Guanajuato, Gto. Poesía de Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda, Elías Nandino, Ramón Gaya, Luis Cernuda, Emilio Prados, Federico García Lorca y Octavio Paz fue el motivo para que la creación musical de Carlos Jiménez Mabarak y Salvador Moreno fueran llevadas al canto con la mezzosoprano Margarita Martínez y el barítono Alberto Carvajal, con Braulio Alcaraz al piano.

Fue un cantar de muerte viva, de dolor gozoso, de voces que obligaron a cerrar los ojos para vivir la muerte.

El concierto dominical “Canción Mexicana de Arte: pervivencia de la poesía” resonó en la Casa Museo Gene Byron, en una representación que fue también el marco del inicio de la exposición de pinturas de Ron Ribant.

Abrieron con “Tema para un nocturno”, de Pellicer, convertida en canto por Jiménez Mabarak:

Cuando hayan salido del reloj todas las hormigas

y se abra —por fin—la puerta de la soledad,

la muerte,

ya no me encontrará.

Me buscará entre los árboles, enloquecidos

por el silencio de una cosa tras otra.

No me hallará en la altiplanicie deshilada

sintiéndola en la fuente de una rosa.

Siguieron con “Melodía en Fa”, también de Pellicer, calificada como retórica homoerótica hecha canción por Salvador Moreno, y “Cementerio en la nieve”, de Villaurrutia cancionada por Moreno:

Porque la nieve es sobre todo silenciosa,

más silenciosa aún sobre las losas exangües:

labios que ya no pueden decir una palabra.

“Violetas”, de Cernuda/Moreno: 

Al marchar victoriosas a la muerte

sostienen un momento, ellas tan frágiles,

el tiempo entre sus pétalos. Así su instante alcanza,

norma para lo efímero que es bello,

a ser vivo embeleso en la memoria.

Una ópera poética fue envolviendo los espacios ante la escucha de más de 60 personas que atiborraron el recinto y siguieron con la escucha de “Epitafio”, obra de Mabarak/Nandino:

En la soledad oscura

de los párpados cerrados

de este pozo, están guardados

los restos de mi figura.

Es todo lo que perdura

de mi carne enardecida

que, por arder sin medida,

expiró y me dio la suerte

de no morir de mi muerte

A mí me mató la vida.

Con Gaya/Moreno y “Al silencio” se vivió la muerte como ausencia y con “Una Paloma”, de Moreno/Prados, la muerte al aire:

Alta va la paloma

que vuela y torna.

Alta la palomilla,

alta va y sola.

Guirnaldas en la Muerte

teje su pico.

Fue una primera parte de canto a lo que no está, a quien se ha ido, a una muerte convertida en musicalidad sonora y cantoral, recreada con una musicalidad compartida con voces, sin ritmos formales.

La segunda parte abrió con “Estancias Nocturnas” de Mabarak/Villaurrutia, donde el grande Los Contemporáneos se presenta con poesía de estructura alejandrina, clásica, distante de sus otros nocturnos:

Sonámbulo, dormido y despierto a la vez,

en silencio recorro la ciudad sumergida.

¡Y dudo! Y no me atrevo a preguntarme si es

el despertar de un sueño o es un sueño mi vida.

……..

¡Seré polvo en polvo y olvido en olvido!

Pero alguien, en la angustia de una noche vacía,

sin saberlo él, ni yo, alguien que no ha nacido

dirá con mis palabras su nocturna agonía.

Luego, con “Mutabilidad”, de Moreno/Cernuda, se pasa al canto del amor y muerte:

Dime, hermosura,

por qué tu luz se mustia.

Dime, deseo,

por qué te olvida el cuerpo.

Dime, alma,

por qué tu voz se apaga.

Alma, deseo, hermosura,

son galas de las bodas

eternas con la muerte,

incolora, incorpórea, silenciosa.

“La canción del Jinete”, de Moreno/García Lorca exhibe el canto doloroso del español, de ese amor que va de lo profano a lo macabro:

En la luna negra

de los bandoleros,

cantan las espuelas.

Caballito negro.

¿Dónde llevas tu jinete muerto?

...Las duras espuelas

del bandido inmóvil

que perdió las riendas.

Caballito frío.

¡Qué perfume de flor de cuchillo!

Jiménez Mabarak hizo canto del poema anónimo “Canción de Primavera”, con tono más festivo que recuerda tonadas de zarzuela. Luego, de nuevo las pasiones lorquianas cancionadas por Moreno, con “Alba”:

¡Qué haré yo sobre estos campos

cogiendo nidos y ramas

rodeado de la aurora

y llena de noche el alma!

¡Qué haré si tienes tus ojos

muertos a las luces claras

y no ha de sentir mi carne

el calor de tus miradas!

¿Por qué te perdí por siempre

en aquella tarde clara?

Hoy mi pecho está reseco

como una estrella apagada.

Para rematar el programa con “Olvido”, de Octavio Paz/Moreno, donde la partida en vida duele tanto como la ausencia definitiva:

Hunde tu ser a oscuras,

anégate en tu piel,

y más, en tus entrañas;

que te deslumbre y ciegue

el hueso, lívida centella,

y entre simas y golfos de tiniebla

abra su azul penacho el fuego fatuo.

……… 

En ese olvido sin edad ni fondo,

labios, besos, amor, todo, renace:

las estrellas son hijas de la noche.

Margarita Martínez es leonesa, licenciada en música por la Universidad de Guanajuato; mujer de ópera, discípula de la soprano canadiense Renee Bouthot. Su voz es intensa y apasionada. Alberto Carvajal Campos es méxico-boliviano, maestro en Interpretación Musical por la Universidad Nacional Autónoma de México, también voz de ópera, concertista en varios países. Braulio Alcaraz es joven talento formado en México y Polonia y su arte se combina con la poesía. Los tres recrearon la intensidad y pasión de poesía de mexicanidad cantoral en torno a la muerte.

Previo al concierto, fue inaugurada la exposición de pintura de Ron Ribant, quien amerita nota aparte. Sólo se adelanta que su obra estará en la galería-sala de conciertos del museo del 5 de febrero al 5 de marzo.